Artículos

23.01.20

Martín Guzmán, ¿irá a la guerra con el FMI?

(TN) El ministro dijo que quiere arreglar con el Fondo, pero no va a aceptar “ninguna condicionalidad”. ¿Amenaza para obtener un mejor trato o piensa ir al choque? El marketing “solidaridad y autonomía”.
Por Marcos Novaro

(TN) El FMI no es solo un acreedor de la Argentina con el que hay que renegociar rápido plazos de repago de la deuda si no queremos tener que apretarnos al mango el cinturón por varios años. Es también la llave para arreglar en mejores términos y también lo más rápido posible con los acreedores privados: si el Fondo aprueba una reestructuración va a darles garantías a los demás de que el país estará en condiciones de cumplir lo que prometa.

El problema es que exige algo a cambio, no solo plata: si la Argentina quiere convertir el préstamo de corto plazo que recibió en 2018 en uno de largo plazo, va a tener que hacer algunas reformas y someterse a una supervisión periódica de cómo las va cumpliendo. El stand by se lo otorgaron a Macri con el solo compromiso de equilibrar las cuentas públicas; si se quiere pasar a un programa de facilidades extendidas, que estiraría la devolución del préstamo a un máximo de diez años, el país tendría que comprometerse en el ínterin a hacer sustentables y compatibles con el crecimiento tanto su sistema previsional como su mercado de trabajo y su régimen tributario.

Si Macri hubiera conseguido su reelección en octubre, no estaría ahora demorándose demasiado en discutir esas condiciones: finalmente, las exigencias del Fondo le estarían facilitando hacer lo que él ya de por sí cree necesario para volver más competitiva la economía y que ella vuelva a crecer. Podría presentar los tragos amargos que esos cambios implican como imposiciones de la realidad, y de los acreedores, no suyas.

Alberto Fernández fue votado para no seguir ese camino. Pero, ¿puede evitarlo? Y más precisamente: él y su ministro, Guzmán ¿están tratando de evitarlo, o más bien intentan disimular que no pueden hacerlo y van a tener que traicionar el mandato de sus votantes?

Antes de asumir, recordemos, AF celebró el “modelo portugués”. País que hizo precisamente lo que nos sugiere ahora el Fondo a nosotros, con su supervisión y asistencia. Igual que Grecia, otro caso que el organismo puede mostrar entre sus recientes éxitos, para compensar el fiasco argentino. ¿Será que Alberto no conocía los antecedentes de lo que estaba celebrando, o los tenía presentes, y lo que ya estaba explorando eran las vías para llegar a un resultado parecido, desde un punto de partida tan o más complejo que el portugués o el griego?

Ahora, Guzmán le da un rotundo “no” al organismo. Pero no dijo que no vaya a haber reforma previsional, lo que dijo es que va a ser “nuestra”. Y para ir preparando el terreno ya congelaron parte de las jubilaciones e impusieron un grado de discrecionalidad e imprevisibilidad en el sistema que va a volver más urgente votarla. Si los legisladores se niegan o se demoran, no va a ser el Fondo sino los tribunales argentinos, con un aluvión de juicios, quienes van a ponerlos entre la espada y la pared.

También fue “nuestra” la reforma tributaria, que va a ahogar a muchos contribuyentes a partir de este año y puede por unos cuantos más, difícil saberlo, porque también se está manejando la cuestión con una total discrecionalidad. El Fondo hubiera preferido una más previsible, y menos asfixiante para los sectores productivos, para que fuera compatible con un mejor desempeño futuro de la economía, pero difícilmente haga de esa diferencia una cuestión insalvable: mejor pájaro en mano en un país que nunca cumplió sus compromisos y vive crónicamente en déficit.

Restará la cuestión laboral, pero Alberto y Guzmán pueden ir al Fondo con dos de tres asuntos ya en “camino de resolverse”. No es poco, aunque puede que no sea suficiente. Porque el organismo nunca firmó un plan de facilidades extendidas sin expresos compromisos de reformas de parte del país deudor, y aunque más no sea para preservar la ilusión de autonomía los funcionarios argentinos quieren ser en eso innovadores. ¿Se estirará en el tiempo un arreglo debido a estas diferencias, o AF y sus colaboradores van a presionar pero evitando romper, y siempre manteniendo la prioridad de un acuerdo rápido? Habrá que ver. Si sale mal, habrá sido por un marketing que pretende atender a públicos demasiado alejados del equilibrio, y termina siendo inconveniente, por lo caro.

Mandar a Kicillof a corretear por el filo del default provincial puede verse como otro ensayo de esta misma estrategia: con mínimo costo para la nación, permite medir el ánimo de los acreedores, y testear con propios y extraños los límites del juego de amenazas y presiones en el que están embarcados. Claro, para el gobernador bonaerense puede que el experimento termine mal, lo sabremos en estos días. Por más que logre a cambio una plaza en los viajes internacionales del presidente, él debería ya tener en claro que no le espera de su parte un mucho mejor trato del que Cristina le dedicó a Scioli: años atrás, a su predecesor lo usaron (y el propio Axel participó) para tomar deuda cuando la nación ya no podía hacerlo, ahora lo usan a él para estirar lo más posible su devolución. Probar con él no es que no cueste nada, pero en todo caso le va a costar “solo” al 40% de los argentinos.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)