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27.05.17

Un Lenin dialogador en Ecuador

En su cuenta de Twitter, Moreno había anticipado que su nuevo gabinete ministerial debería reflejar «el sello de esta nueva etapa en la historia del país y de nuestro proceso político: pluralidad, unidad y diálogo».
Por Hugo Machín Fajardo

Lenin Moreno (64), flamante presidente ecuatoriano, no le hace honor a su nombre. En su discurso de asunción del pasado miércoles 24 de mayo prometió diálogo, respeto a la libertad de prensa, discontinuar las “sabatinas” -cadena de radio y TV implementada por su antecesor Rafael Correa- mantener la dolarización, que data desde 2000; solicitar a Brasil y EEUU “la lista de Odebrecht”, desde que podría llegar 33.5 millones de dólares -entre el 2007 y 2016- el pago por sobornos en Ecuador para lograr beneficios en contratos por 116 millones de dólares; combatir el narcotráfico con medidas especiales; ejercer la presidencia con bajo perfil; desechar el debate “que busca desacreditar y denigrar” y convocó a ejercer la crítica constructiva y la oposición respetuosa.

En su cuenta de Twitter, Moreno había anticipado que su nuevo gabinete ministerial debería reflejar “el sello de esta nueva etapa en la historia del país y de nuestro proceso político: pluralidad, unidad y diálogo".

Otro aspecto que diferencia la gestión de Moreno de la de su antecesor, está determinado por la desaparición de los ministerios coordinadores y de las secretarías del Buen Vivir y Nacional de la Administración.

También suprimió el Plan Familia de Ecuador implementado por Correa y que ejercía la rectoría en la prevención del embarazo adolescente con enfoque de familia. El plan fue blanco de cuestionamientos de colectivos sociales que demandaban educación sexual, sin imposición de preceptos religiosos o morales, sino científicos.

Moreno les prometió a los adolescentes libertad, pero no primitiva, sino con responsabilidad, con educación y espacio para la razón.

El vicepresidente de la República, Jorge Glas, tendrá apenas dos atribuciones de las ocho que le había encomendado Correa en su momento.

Glas es cuestionado tras la investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que reveló en abril del 2016 los llamados Papeles de Panamá, en los que se evidencia la constitución de empresas offshore en paraísos fiscales.

Fueron identificados el exgerente de Petroecuador Álex Bravo y el exministro de Hidrocarburos Carlos Pareja Yannuzzelli, prófugo de la justicia, quienes estaban bajo el control de la Vicepresidencia.

No obstante, el equipo que acompañaría a Moreno hasta 2021 cuenta con técnicos, militantes de la “revolución ciudadana” iniciada por Correa, al que Moreno sumó empresarios provenientes de distintos sectores sociales y políticos así como representantes de las nacionalidades ecuatorianas.

Prometió en su discurso inaugural construir 325.000 viviendas, de las cuales 191.000 serán sin costo para las familias más pobres, y las restantes tendrán un costo en relación a la mínima capacidad de pago. Precisó que el incremento del bono de desarrollo, o bono social de 150 dólares, no será igual para todas las personas beneficiadas, sino que habrá una categorización acorde a las condiciones sociales, núcleo familiar, discapacitados, etc.

Moreno se comprometió a cambiar la matriz productiva ecuatoriana -un país que cuenta con 16625711 habitantes y una superficie de 109,483 kilómetros cuadrados- que perdió en dos años un 40% de las exportaciones y en el que los últimos desastres naturales significaron tres puntos del PBI.

La bonanza petrolera le permitió a Correa durante casi una década privilegiar la inversión social, fomentar subsidios energéticos y ampliar los bonos económicos para los pobres, pero su “revolución ciudadana” enfrenta hoy el crecimiento de la deuda externa del 150%, a 25.680 millones de dólares, es decir 26,3 % del PIB, ocurrido en el periodo, según datos de la agencia AFP.

Si bien Correa redujo la pobreza en un 30% desde 2007, Perú la redujo en un 69%, según cifras de la ONU.

Dos notorios cambios parecen regir a la nueva administración de Moreno.

1) Asumir que se impuso en las elecciones del 2 de abril con el 51,16% de los votos contra el 48,84% de su oponente, el empresario Guillermo Lasso: hay medio país que no comparte su visión y aunque cuente con mayoría legislativa, se autodefinió como “el Presidente de todos, me debo a todos, respeto a todos”.

2) Levantar las “sabatinas”, instauradas por Correa en 2007 con el objetivo de rendir cuentas a la ciudadanía, pero que en realidad fueron 453 cadenas de radio y TV, con más de 1.300 horas de duración al 20.05.17, pagadas con recursos públicos, que no cumplieron ese cometido, según analistas ecuatorianos que cita El Universo, de Quito.

Y más, respecto a la relación con la prensa que fuera de absoluto hostigamiento por parte de Correa. Recuérdese que solamente por la nueva ley de comunicación aprobada en 2013, hubo 300 sanciones a medios.

La presión internacional e interna de las últimas semanas de setiembre de 2015, determinó el archivo del proceso de disolución de la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios (Fundamedios), iniciada por la Secretaría Nacional de Comunicación (Secom) de Ecuador, a instancias de Correa.

Fundamedios, durante el 2015 había difundido 1.304 supuestas agresiones contra periodistas.

Pero también fuera de Ecuador La Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (Fepalc), la organización sindical más representativa de Latinoamérica, Reporteros sin Fronteras, el comité para la Protección de Periodistas, Human Right Wach, la SIP, entre otras organizaciones cuestionan y alertan sobre las agresiones del presidente Correa contra los periodistas y los medios de comunicación.

Puede haber un cambio real en este plano de la vida ecuatoriana si Moreno cumple con su promesa de mantener con la prensa una actitud “fresca, fluida y dialogante”.