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07.06.18

Uruguay y su discreto encanto por Nicolás Maduro

Resulta llamativo que el país que lidera el prestigioso índice de Democracia de The Economist en la región apoye a una dictadura militar que ha cometido crímenes de lesa humanidad que ya comenzaron a investigarse en la Corte Penal Internacional. Una verdadera contradicción que de medirse ubicaría al país en zona de descenso democrático.
Por Leandro Querido

Hay un dicho en política que dice que todos te acompañan hasta la puerta del cementerio. Hasta allí llegan las adhesiones y las compañías. Nadie se inmola junto al inmolado, prevalece siempre el instinto de supervivencia del que hace de acompañante incómodo.

No es el caso del Frente Amplio que gobierna el Uruguay. Su vínculo con la Venezuela de Nicolás Maduro es extrañamente indisoluble. Ni el reciente informe de expertos de la Organización de los Estados Americanos que documentó más de 8200 ejecuciones extra judiciales desde 2015 a esta parte, la existencia de 1300 políticos presos, 150 personas asesinadas por las fuerzas de seguridad en las protestas de 2014 y más de 12 mil personas detenidas arbitrariamente, hizo que el gobierno de Tabaré Vázquez asumiera una posición políticamente honesta que remarque los desvíos de este proyecto de la izquierda venezolana.

Resulta llamativo que el país que lidera el prestigioso índice de Democracia de The Economist en la región apoye a una dictadura militar que ha cometido crímenes de lesa humanidad que ya comenzaron a investigarse en la Corte Penal Internacional. Una verdadera contradicción que de medirse ubicaría al país en zona de descenso democrático.

En la última Asamblea General de la OEA, realizada en los primeros días de junio en Washington, 19 países de la región -entre ellos los más relevantes desde el punto de vista poblacional y económico- desconocieron la elección del 20 de mayo en Venezuela que habilitó la reelección de Maduro. Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos, Perú, Canadá, Paraguay y Costa Rica entre ellos. ¿Y Uruguay? ¿Dónde estaba Uruguay? ¿Cómo se puede tener una agenda ideológica tan sesgada? ¿Hay otros motivos tal vez?

En el marco de las exposiciones de los representantes de los países se dejaron escuchar piezas argumentales y posicionales de relevancia como la del Canciller de Chile Roberto Ampuero, quien sin pelos en la lengua le dijo al representante ilegítimo de Venezuela que dejen de maltratar a sus ciudadanos y que el accionar represivo del Estado era propio del de una Dictadura.  

En este marco se observó al Director General para Asuntos Políticos de Uruguay, Raúl Pollak, plantear un discurso extemporáneo. Con la mirada atenta del representante ilegítimo de Venezuela que tenía sentado a su lado, hizo suyo el discurso de Maduro para hacer un llamado a un “diálogo” cuando toda la comunidad internacional sabe que las últimas convocatorias al mismo fueron una farsa, que el régimen de Maduro se burló de todos, que aprovecho esas instancias no solo para seguir hostigando a la oposición sino también para continuar con la represión bestial que pudo ser documentada en el informe referido al principio. El discurso de Pollack tenía cierta procedencia en el 2014 pero en el 2018 es inaceptable. Es solo un recurso retórico para no decir abiertamente que se apoya a la dictadura de Maduro.

Pero este apoyo incomprensible, que da toda la sensación que no se debe a la presión política ideológica del Partido Comunista Uruguayo que integra el Frente Amplio, sino más bien a oscuras componendas pergeñadas entre ambos gobiernos, acarrea costos.

El año que viene Uruguay tiene elecciones presidenciales. El partido de gobierno está atravesando una crisis y no tiene un liderazgo de cara a la elección. En frente la oposición parece reposicionarse. Llueven las críticas por la posición con respecto a Venezuela. Pablo Mieres del partido Independiente insinuó que hay oscuros compromisos entre los gobiernos. En el mismo sentido Luis Lacalle Pou del partido Nacional afirmó que el gobierno del Frente Amplio le “debe mucho al régimen”. Por su parte el Partido Colorado ya había elaborado un documento previo a la Asamblea de la OEA cuestionando la posición del Frente Amplio al sostener que “ha traicionado así el histórico compromiso de la República Oriental del Uruguay con los principios democráticos y los Derechos Humanos”.

El Partido Comunista de Uruguay envió representantes a observar las irregulares elecciones del 20 de mayo en Venezuela que ahora fueron desconocidas por 19 países de la región y convalidadas solo por tres: Bolivia, Dominica y San Vicente. Para este partido, a Maduro no le queda otra que reprimir ya que es el único método efectivo para contrarrestar la “embestida de la derecha”. Todos los crímenes de lesa humanidad que documenta el informe de expertos de la OEA están debidamente justificados.  Una posición bastante inquietante para un partido que gobierna en el marco de una democracia competitiva. Por su parte el partido Obrero Revolucionario, también integrante del gobernante Frente Amplio, cuestionó públicamente al propio presidente del Uruguay por poner en duda las condiciones en las que se realizaban las elecciones del 20 de mayo y lamentó que ceda ante presiones de la “derecha contra revolucionaria”. Hoy estas posturas se han impuesto en los sectores moderados del Frente Amplio y sin dudas tendrá su impacto negativo en materia electoral.

¿La posición con respecto a Venezuela le podría hacer perder la elección del año que viene al Frente Amplio? Es absolutamente improbable, pero todo es determinante en un escenario de elección cerrada. Este escenario lo confirma la encuesta de junio de Factum que ubica al Frente Amplio con el 35% de intención de voto seguido muy de cerca por el partido Nacional con el 32% y en ascenso. El Colorado con el 7%, el partido de la Gente y el Independiente con 6% cada uno.

Los pasos en falso cuentan y la posición oficialista sobre Venezuela podrá poner contenta a la asamblea de militantes del partido Obrero Revolucionario, pero aleja al Frente Amplio del elector de centro que sabe perfectamente lo que hace el régimen de Maduro; de hecho, se lo cuenta un propio uruguayo, que viene del Frente Amplio y que hoy se ha transformado en un referente democrático de la región. Se trata de Luis Almagro, el Secretario General de la OEA.