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20.06.18

Sigamos cambiando

(7 Miradas) El presidente se encasilló en el discurso de luchar contra el déficit fiscal, sin proponer ningún otro horizonte, como en su momento lo hizo De la Rúa (salvando las distancias). Necesitaba poner una cara más amigable al mundo productivo, para generar una expectativa que tenga que ver con el crecimiento: ya se sabe que el equilibrio fiscal no genera ninguna épica.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Los votantes de Cambiemos no se pueden quejar. El gobierno sigue cambiando muchas cosas. Aunque no sé si son las que sus electores querían. Pero al menos no se puede decir que se quedó quieto, lo cual es muy importante en política.

Definitivamente empezó el segundo tiempo del partido. Y como era lógico, teniendo en cuenta que el equipo no jugó en el nivel esperado el primer tiempo, el técnico tuvo que hacer varios cambios (además de recurrir al FMI). Repasemos:

  1. Finalmente nombró un primus inter pares en economía, cuando se había negado a eso sistemáticamente.
  2. Se fue Sturzenegger, quien para muchos era el indiscutible –conceptualmente hablando- en la cabeza económica de Macri.
  3. Le bajó el perfil a la troika “ellos son yo”: no solo tuvieron muchos desaciertos políticos, sino que tampoco lograron imponer su pensamiento económico.
  4. Se fue Aranguren, un duro, quien no solo era cuestionado por su falta de visión política, sino que además resultó poco alabado por el mundo de los especialistas en energía.
  5. Se fue Cabrera, quizá uno de los peores funcionarios que tenía el gobierno en términos de su eficiencia: prácticamente ya no había quien no lo cuestionara, dentro y fuera del ejecutivo.
  6. Nombró en producción a alguien que no solo no viene del PRO, ni participó del armado del programa económico general, sino que además su origen es peronista y fue funcionario de Duhalde.
  7. Volvió a recomponer la mesa política, con la rehabilitación de Monzó y la reintegración de Sanz.

Sin pretender exagerar, en cierto modo Macri ha operado una reconceptualización política. Más allá de que deberá enfrentar meses muy complejos, con alta inflación y retracción económica, terminó revisando varios conceptos que parecían inamovibles. Al punto tal que el círculo rojo se empezó a interrogar respecto a cuán pragmático era el presidente, o si no era un dogmático más. Da la impresión de haber dado por cumplida ciertas etapas, tomado nota de que ya era tiempo que aparecieran algunos resultados más visibles y que la pura endogamia homogénea no siempre funciona en el nivel esperable.

Si bien los 7 puntos marcados son igual de importantes, me detengo en el punto 6, que es el nombramiento de Dante Sica. Más allá de la loable trayectoria del economista, implica aceptar a un personaje exógeno, que no comparte el ADN ni de Socma, ni del Newman. El presidente se encasilló en el discurso de luchar contra el déficit fiscal, sin proponer ningún otro horizonte, como en su momento lo hizo De la Rúa (salvando las distancias). Necesitaba poner una cara más amigable al mundo productivo, para generar una expectativa que tenga que ver con el crecimiento: ya se sabe que el equilibrio fiscal no genera ninguna épica.

¿Esto significa que de ahora en adelante las cosas marcharán bien o mejor? No necesariamente. Pero al menos el gobierno ya no corre tan de atrás a los acontecimientos. Y como si eso fuera poco, el día de la bandera vino de la mano de volver ser “mercado emergente”. Un alivio después de 2 meses de volar en el medio de tormentas.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)