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12.06.19

Apuntes para una transición de la planificación al mercado

Solo las empresas privadas han generado puestos de trabajo, riquezas y contribuciones al fisco. En su afán totalitario las autoridades castristas les están exigiendo, que se incorporen a los sindicatos oficialistas, paguen la contribución a las Milicias y asistan a los desfiles y demás actividades del gobierno.
Por Librado Linares García

Generaciones de cubanos han sido educados en los supuestos, que el capitalismo es satánico y sus conductores: los empresarios, son unos explotadores de sus empleados. También, que derrotado este sistema injusto inexorablemente arribaríamos al Comunismo después de transitar por el Socialismo. Visto en perspectiva lo anterior, es cuando menos un sarcasmo. Lo cierto es, que el Castrismo nos desencaminó de la senda sustentable del desarrollo, con el propósito de someter al pueblo cubano a sus designios. Después de 60 años, nos encontramos con el desafío de implementar nuevamente una Economía de Mercado y su entramado institucional afín: el de la Libertad y la Democracia.

Estoy seguro, que las reformas estructurales de mercado no provendrán de las élites, que usufructúan en el poder y, por el contrario, es necesario, que un gobierno de transición se haga cargo de las mismas. El panorama existente que deberá ser transformado es el siguiente: reconversión de una economía estatal y planificada hacia una de mercado; exportaciones deprimidas y poco diversificadas; déficit en la Balanza de Pagos; déficit fiscal y deuda externa; realineación de los precios, para que las entidades económicas puedan operar con costos realistas; inflación, que puede llegar a la hiperinflación; restablecimiento de la laboriosidad, el espíritu emprendedor y de la propensión a correr el riesgo vinculado a la libertad; doble moneda y los consiguientes tipos de cambios; en general, un entramado legal e institucional corrupto, ineficiente y opresor; un clima de inversión atravesado por un Riesgo País alto; bajos niveles de productividad del trabajo y del capital, entre otros.

Según el doctor Jorge A. Sanguinetty: “el plan deberá contemplar acciones simultaneas y/o interdependientes en tres frentes generales: a) político-administrativo, cubriendo aquellas acciones, que puedan llevarse a cabo al comienzo con el sistema económico existente; b) el institucional, que incluye acciones dirigidas a transformar el sistema económico en uno de mercado; y c) el humano, donde se incorporan actividades encaminadas a mejorar la comprensión de los problemas económicos y a estimular los valores y las formas de comportamiento, congruente con una economía de mercado”.

Es necesario crear instituciones, tales como: Bolsa de Valores, Casa de Corretaje, Lonjas del Comercio; una intermediación financiera moderna: Banco Central independiente, Bancos Comerciales, Cooperativas de Ahorro y Crédito y Bancos Comunitarios; Compañías de Seguro, de Publicidad y de Servicios Legales, así como una entidad que monitoree y exija sobre los estándares de calidad; Centros de Apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), un Servicio Civil independiente eficaz y tribunales independiente e imparciales del lado del sector público, entre otras. Por otra parte, aprobar un Código Comercial moderno, así como leyes que regulen la bancarrota, la sanidad de los contratos y las patentes; gestionar la incorporación al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); combatir la conducta anti-competitiva, incluyendo los abusos corporativos y la competencia desleal; evitar las presiones financieras, como, por ejemplo, topes artificiales a las tasas de interés, ni políticas, que dirijan la asignación del crédito sobre bases arbitrarias o administrativas, entre muchas otras. Son tan importantes los temas de macro-estabilización como los de micro-estabilización, pero a estos últimos suelen no prestársele toda la atención, por lo que, en nuestro caso, no debemos pasarlos por alto.

Sin una estabilización macroeconómica no es posible en ninguno de los escenarios enrumbar al país en la dirección correcta. El sistema bancario debe estar sometido a un mecanismo de regulación y supervisión, en aras de evitar lo que sucedió en el 2008. Una política monetaria y fiscal orientadas a mantener a raya la inflación es de la mayor importancia, así como un déficit fiscal grande tiene consecuencias nefastas y por tanto hay que constreñirlo en márgenes razonables.

El futuro proyecto nacional al que aspiro, pasa por el reconocimiento y respeto de la propiedad privada. En la recién estrenada constitución quedó refrendada la misma, pero ésta está insertada en un orden totalitario y planificado centralmente del cual en buena lid no se puede sustraer. Algunas de las medidas a implementar para desmontar el ineficiente aparato socialista de producción y servicio son: venta a subasta de las unidades productivas; distribución de la totalidad o de una parte de la propiedad de las empresas estatales socialistas entre los trabajadores, empresarios actuales y/o de toda la población y devolución, con criterios de equidad y justicia, de las propiedades confiscadas a sus dueños nacionales o extranjeros. Obviamente, sus antiguas viviendas no cuentan.

Para tal fin, el de las referidas devoluciones, se debe aprovechar la puesta en funcionamiento de una agencia o ministerio a cargo de las privatizaciones, para que evalúe cada una de las empresas y adopte una de las siguientes medidas: liquidación de la misma por inoperante y obsoleta; realizarles mejoras si lo ameritase para revalorizarla e insertar las que clasifiquen en el mercado de valores, con el propósito de vender las acciones entre los trabajadores y el público, pero ofrecerle la posibilidad a los antiguos dueños (nacionales o extranjeros) de convertirse en los accionistas mayoritarios. Eso es, después de un proceso de reconocimiento y acreditación oficial del valor de las propiedades, que les fueron robadas a todos y cada uno de los propietarios, se les entregaría un certificado protegido contra la inflación, con el cual puedan realizar la operación antes descrita, eso sí, con el compromiso de invertir y operar la misma en nuestro país.

Con esto se busca una solución de compromiso: se involucra a los trabajadores y/o público como propietarios, lo cual es un incentivo formidable, para que vean en la transición una gran oportunidad y, por otra parte, se hace justicia con los que les fueron despojadas sus propiedades. También atrae capitales, métodos gerenciales de primer nivel, tecnologías, inserción en las redes de comercio global y juegan un papel muy importante que debe existir al comienzo de cada transición: ser los pioneros, que contagian a muchos otros.

Si en el despegue de la transición, el valor de los activos nacionales en términos de monedas extranjeras fuese relativamente bajo, eso estimularía la entrada de capital y con ello aumentaría la producción y el ingreso percápita y corporativo, por el contrario, si dicho valor fuese muy bajo no se debía permitir que se vendieran a un precio ínfimo, porque pondríamos al país casi totalmente en manos extranjeras. El anterior dilema hay que enfrentarlo con inteligencia y firmeza. No es lo mismo propiciar la inversión orientada a incrementar los bienes y servicios, que el capital que arriba para adquirir los activos existentes.

Además de la formulación inteligente de una política económica, se necesita la firme determinación de los operadores de la transición, así como su capacidad organizativa y ejecutiva, para enfrentar los muchos desafíos e imprevistos. La experiencia ha demostrado que el éxito de la transición depende más de propiciar una eclosión de nuevas empresas: micro,

pequeñas, medianas y grandes, así como de la rapidez en la adquisición de una cultura gerencial y de las prácticas de negocios que la privatización más o menos exitosa de las entidades existentes. Posiblemente “la reforma más importante sería facilitar la creación de una multitud de PYMES y así iniciar una verdadera democratización de la economía”. Para ello se necesita implementar lo más ágil posible, el entramado legal e institucional que necesita una economía de mercado moderna, pues a diferencia de cómo piensan muchos, la prosperidad no surge espontáneamente.

La flexibilidad de precios le es ineludible a una economía de mercado. Es muy probable, que la diferencia entre los precios actuales y los que resultarían después de instaurado un régimen flexible, sea sustancial y muchos productos básicos no puedan ser adquiridos sino existe un aumento salarial sustancial. Los salarios son parte de los costos, que a su vez se trasladan a los precios. En fin, se corre el riesgo que se desate una espiral inflacionaria de consecuencias devastadoras, sobre todo en un país como Cuba donde la productividad del trabajo es baja. La experiencia aconseja, en sentido general, utilizar el método de prueba y error, en aras de obtener una consecución sustentable de las reformas de mercado.

Favorecer o afianzar, según sea el caso, el capital humano y el capital social, son indispensables, para alcanzar el desarrollo en todos los órdenes y satisfacer las necesidades humanas. Un sistema educativo potente y eficaz, es de la mayor importancia, así como unas actitudes y valores concomitantes con: la confianza, la capacidad de construir organizaciones complejas de forma autónoma, la integridad, la capacidad de trabajar en equipo, la propensión de cumplir con los contratos, el sentido de responsabilidad y una cultura cívica y democrática, así como de sus derechos afines, entre otros.

El éxito o no de los diferentes países que emprendieron la ruta de la transición del Socialismo Real a la Democracia estuvo dado por varios factores, como: si padecieron una guerra civil, la distancia a que se encontraban de una economía de mercado desarrollada, el tamaño del sector industrial disfuncional conque tuvieron que lidiar, y el tiempo de duración del sistema comunista que padecieron. De ahí la importancia, que le concedo a la filosofía de la NOVIOLENCIA y el contexto de la paz social y reconciliación nacional que le asiste, la única manera en la que Cuba podrá encontrar la senda del desarrollo, lo más rápido posible. Los casos, comparables más o menos con Cuba, de Croacia, Armenia y Azerbaiyán son elocuentes, de lo que debemos evitar en nuestro país: la guerra civil. Dicha filosofía es medio y fin, por tanto, ninguna herramienta comparable, nos permitirá hacerles frente exitosamente como está a las posibles complicaciones que aparecerán: las diferentes velocidades de las transformaciones en los distintos sectores económicos; a la aparición de una más o menos poderosa oposición antireformas; las pérdidas significativas de puestos de trabajos y riquezas, pues saldrían del mercado instituciones ineficientes en la fase crítica inicial, entre otras (ver Lev M. Freinkman). Por otra parte, tenemos a nuestro favor, la cercanía de los Estados Unidos, Canadá y en alguna medida México, lo cual es una muy buena ventaja comparativa. Después del desmantelamiento sustancial de la industria azucarera, de una depreciación del capital instalado restante, así como de la inoperancia de la agricultura y la ganadería, la economía cubana se afianzó básicamente como una de servicio, y por tanto nos quedó un sector manufacturero pequeño que reformar. Tenemos como un gran inconveniente, la pervivencia por más de medio siglo de un régimen de opresión política y su concomitante modelo económico: la planificación central, pero existe una buena noticia: el gobierno, a contra pelos, comenzó a realizar pequeñas reformas de mercado que empiezan a alentar en determinados sectores de la sociedad la iniciativa privada y la cultura que le asiste. La globalización capitalista nos penetra de mil maneras.

El economista cubanoamericano Luis R. Luis nos ofreció las siguientes experiencias de las transiciones exitosas: “El programa de privatización está orientado a lograr varios objetivos: aumento de la eficiencia de las empresas, que pasa por la rentabilidad; propician el desarrollo de una economía de mercado; refuerza la posición fiscal de gobierno; facilita la disminución de la deuda externa; desarrollo de mercados domésticos de capital; promueve la inversión extranjera y aumenta la participación de la población local en la propiedad de las empresas. Los mecanismos principales usados para colocar las acciones de las empresas son los siguientes: ventas directas por parte del gobierno a un grupo de inversionistas; subastas y otras formas competitivas; privatización espontanea de empresas estatales; distribución gratis de acciones al público; compartir las ganancias y el capital de las empresas con los empleados; venta directa de acciones de las empresas al público y venta de bloques de acciones en bolsas extranjeras”.

A la luz de las experiencias positivas, que desarrollaron los israelitas y los chinos, en la integración de sus respectivas diásporas, en sus recorridos por la senda del progreso, nosotros mejor que nadie, podemos realizar una asimilación crítica de esas prácticas. La movilización correcta del capital físico, humano, financiero y social de ellos puede acelerar el proceso de transición. En ese orden, Albert Hirschman enunció: “el desarrollo se refería menos a la asignación de los recursos existentes y más a la movilización de recursos ocultos, dispersos, o mal utilizados”. En fin, estamos hablando de una diáspora altamente triunfadora en lo económico y político que tiene mucho que aportar en la reconstrucción de nuestro país.

El régimen totalitario, capitaneado por el General de Ejército Raúl Castro y el Presidente designado Miguel Díaz Canel, viene implementando unas reformas. Como es sabido, consisten en: dar mayor autonomía a las empresas estatales socialistas, promover entidades no estatales de bajo perfil, que se muevan en una órbita sistémica, como: el cuentapropismo, el usufructo, el arrendamiento y las cooperativas. La reforma de la ley migratoria ha propiciado un aumento de la libertad de movimiento y con ello muchas cubanas y cubanos han ido rompiendo en alguna medida el monopolio del comercio exterior, motivo por el cual se ha venido conformando un mercado mayorista abastecido por particulares y eso mejora al incipiente sector privado y las ofertas a los consumidores, claro, de ahí a lo deseado y necesitado falta un gran trecho.

También reformaron la Ley de Inversión Extranjera, con el propósito, de que las inversiones de allende los mares se convirtieran en el motor, que encadenara la economía, así como han recreado algunas de las instituciones y leyes, que describí anteriormente; pero las mismas, están viciadas por las necesidades y prácticas “socialistas”, de modo, que deben ser reformadas total o parcialmente. Por el alto Riesgo País, la inversión directa de capital es muy baja, para lo cual, la activación de los capítulos III y IV de la Ley Helms-Burton, han hecho una contribución notable, pero solamente es una de las muchas causas.

En el pasado, habían mejorado en algo el sistema bancario, al separar el banco central de los comerciales, pero obviamente siguen siendo estatales. También le dieron, en comparación con el pasado, una mayor autonomía a los trabajadores agrícolas en lo que han dado en llamar las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y otras formas de tenencia colectiva de la tierra. Pero todo el andamiaje sigue operando en el contexto de la planificación central y con el partido único, como el dirigente político superior.

Solamente las micro y pequeñas empresas de iniciativa privada como los cuentapropistas y las cooperativas no agropecuarias (estas últimas muy reducidas en cantidad), han generado puestos de trabajos, riquezas y contribuciones al fisco (pero obviamente de forma marginal) no por gusto son las más pro mercado de todas. En su afán totalitario las autoridades castristas les están exigiendo, que se incorporen a los sindicatos oficialistas, paguen la contribución a las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) y asistan a los desfiles y demás actividades del gobierno. Toda una humillación.

En absoluto, no creo, que vayan a sacar al país adelante y, por el contrario, ha aumentado la precariedad de la vida grandemente.

Librado R. Linares García, Sec. Gnral. del MCR

Nota: una de las referencias más importante es la compilación que hizo, Joaquín P. Pujol, con el título, Cuba: Políticas Económicas para la Transición.