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14.06.19

Perón tenía razón

(7 Miradas) La pregunta del millón es si la inclusión de Pichetto es el primer paso de un cambio conceptual en el gobierno, o si solamente es un gesto para el círculo rojo. ¿Pichetto infectará a Macri y Peña con política? ¿O él será absorbido por la inercia conceptual del PRO?
Por Carlos Fara

(7 Miradas) El día del cierre de frentes electorales una periodista del principal diario chileno me preguntaba por qué todos se estaban inclinando hacia socios peronistas. Y pensé que debía contarle la famosa anécdota de Perón que concluye diciendo: “Peronistas somos todos”, pero no sé si la iba a comprender.

Daría la impresión que el peronismo es como el chiste que cuenta Woody Allen en la escena final de “Annie Hall” referido a las parejas. Cuenta que un hombre va al médico y le dice alarmado: “Doctor, mi hermano se volvió loco, se cree que es una gallina”. El médico le responde: “Y por qué no lo internan?”. A lo que el primero le contesta: “Sí, íbamos a hacerlo, pero sabe qué pasa, necesitamos los huevos”. Pareciera que el peronismo es un acto de demencia, pero al final necesario.

Dicho esto, ¿qué nos dejan los cierres de frentes electorales? (más allá de lo obvio y de lo repetido hasta el cansancio en estas últimas horas):

  1. La revolución de los vices: le robo la expresión al profesor Ricardo Jaén. Da la impresión que los candidatos a acompañantes de las fórmulas hicieron más ruido que los propios presidenciables. CFK, Pichetto y Urtubey terminaron concitando más atención que los número 1, invirtiendo algo de lo que indica el proceso histórico: los vices hacen un complemento político y/o electoral, pero no son claves (salvo el caso de Chacho Alvarez en 1999). No se puede decir que sea un cambio de paradigma, desde ya, pero al menos se lo debe anotar en el margen.
  2. Más señales políticas que electorales: en los 3 principales casos la decisión tuvo más componente político que electoral (algo atenuado en el caso Urtubey). Cristina cede el primer término a Alberto como un gesto de “se viene algo distinto”, ya que se verifica que el jefe de gabinete no ha sumado ni restado votos. Lo mismo sucede con Pichetto, cuyo valor centra es el puente para una gobernabilidad difícil en caso de ganar, ya que no trae votos, ni gobernadores, ni estructuras. El gobernador de Salta es el que más aporte electoral representa. No obstante Lavagna podría haber optado por el gobernador santafesino Lifschitz (que comanda un distrito más grande y ha sido socio desde el principio). Sin embargo, eligió a un mandatario peronista (a último momento) porque el cálculo detrás es que eso puede generar también un puente con sus pares del mismo palo. Algo así como “entre peronistas se entienden”. Es legítimo preguntarse si el excesivo desapego del macrismo hacia la política –y el balance negativo que da el gobierno según la opinión pública- no obligó a todos a compensar con más política y menos encuestocracia.
  3. La necesidad de una franquicia peronista: el ser peronista es una marca registrada del poder. Si bien este tema puede dar para un libro entero (como el que escribió el diputado Fernando Iglesias) solo voy a decir que los actores políticos, sociales y económicos, más los formadores de opinión, creen que dicha marca puede traer muchos problemas –institucionales, corrupción, distribucionismo sin recursos, uso del Estado a su favor, etc.- pero ven dos ventajas: a) disciplina política: una vez que se dirimió el conflicto central, los personajes se acomodan a una nueva distribución del poder; y b) no se suicidan en el poder: harán lo que haya que hacer para que la base social no los rechace y los extrañe. Sé que este párrafo traerá polémica, pero así es la percepción de los actores (equivocada o no, y más allá de las consideraciones éticas que cada uno quiera realizar).
  4. El interrogante Massa parece mal respondido: como aún no se cerró la negociación sobre su rol, es difícil hacer cálculos. Sin embargo, optó por una sobrevida política de corto plazo para ubicarse en algún lugar (que podría ser ganador), amparando a su tropa, y manteniendo cierto protagonismo. De todos modos, su definición careció de épica, limitando a futuro su inserción en el segmento independiente.
  5. La dificultad de sostener la tercera vía: como lo hemos marcado en estas columna varias veces, esta opción necesitaba 3 cosas, a) un liderazgo atractivo, renovador; b) un relato alternativo por la positiva, no por la simple oposición a los otros dos polos; y c) masa crítica política para que suene a salen a la cancha a jugar fuerte. Ninguno de los tres factores fueron satisfechos cabalmente. Ergo nace algo raquítico para enfrentar un proceso polarizador que tironea del centro. Todos los actores que figuraban al inicio de la obra no tuvieron el desempeño esperado.

Cristina ya había jugado sus fichas y Lavagna sería candidato de todos modos. Desgajada Alternativa Federal, restaba ver qué pasaba con Schiaretti, Urtubey (que tomó la decisión más sensata) y Pichetto. Este último merece un párrafo especial. La pregunta del millón es si la inclusión del senador rionegrino es el primer paso de un cambio conceptual en el gobierno, o si solamente es un gesto para el círculo rojo. Porque podría implicar un cambio conceptual profundo el traer a alguien que asegura más política y menos microtargeting de los votantes. ¿Pichetto “infectará” a Macri y Peña con política? ¿O él será absorbido por la inercia conceptual del PRO?

El que se acuesta con peronistas ¿amanece peronizado

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)