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24.03.20

OEA: Más vale Almagro conocido que buena por conocer

Los cambios generados por las últimas elecciones latinoamericanas alteraron en algo el apoyo a Almagro —ganó con Luis Lacalle Pou, quien sustituyó a Tabaré Vázquez; también con la situación en Bolivia, así como por el representante en la OEA del presidente (encargado) de Venezuela, Juan Guaidó. Perdió con Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández— pero, en definitiva, se impuso la dispar revaloración de la democracia que —aunque Latinobarómetro no lo registre así— pareciera ir retomándose en América Latina.
Por Hugo Machín Fajardo

El pasado viernes 20 de marzo, el uruguayo Luis Almagro (56) fue reelecto por 23 votos, de un total de 33, para un nuevo periodo de cuatro años como Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Almagro compitió con la ex canciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa, y contó con el apoyo de los Estados Unidos, Brasil, Colombia, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Venezuela, entre otros.

Espinosa fue respaldada por Argentina, México, Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas, así como una decena más de países del Caribe, ganados por los petrodólares chavistas de la época del ALBA, pero no así por Ecuador, donde se desempeñó como ministra de RREE de la administración Rafael Correa.

Los cambios generados por las últimas elecciones latinoamericanas alteraron en algo el apoyo a Almagro —ganó con Luis Lacalle Pou, quien sustituyó a Tabaré Vázquez; también con la situación en Bolivia, así como por el representante en la OEA del presidente (encargado) de Venezuela, Juan Guaidó. Perdió con Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández— pero, en definitiva, se impuso la dispar revaloración de la democracia que —aunque Latinobarómetro no lo registre así— pareciera ir retomándose en Latinoamérica.

Es cierto que desde 2015 a la fecha el panorama americano ha cambiado y mucho. Almagro, entonces propuesto por el expresidente uruguayo “Pepe” Mujica, obtuvo 33 de los 34 votos en un contexto regional donde todavía se sentía la ola neopopulista que imperó en el continente.

El primer Almagro (2015 - 2020) se auto-presentó como un Secretario General práctico que lucharía por la unidad americana, ajeno a las declaraciones ideológicas, una práctica corriente en funcionarios latinoamericanos.

Paulatinamente, y ante el carácter desembozado que mostraba el régimen chavista, Almagro fue erigiéndose en un firme defensor de los derechos humanos y por ende en acusador de Nicolás Maduro y la cúpula militar imperante en Miraflores. 

No fue ese el talante aplicado para con el régimen de Daniel Ortega. Personal de su estricta confianza — Luis Rosadilla— fue y vino varias veces entre Washington y Managua en busca de una salida a la crisis que empantanaba más y más al sandinismo atornillado en el poder. Finalmente, Almagro tomó una postura de cuestionamiento del régimen devenido en una sangrienta dictadura que contabiliza más de 300 muertos, centenares de presos políticos —con tandas de excarcelamiento, pero con esos ciudadanos opositores mantenidos bajo represión— y múltiples jóvenes apaleados y reprimidos.

Otra inconsistencia de Almagro durante su periodo en la Secretaría General de la OEA fue su apoyo a una tercera reelección del ex presidente Evo Morales, pese al rechazo ciudadano expresado en un referéndum, si bien luego denunció el fraude electoral ocurrido en Bolivia.

En lo referente a Cuba, Almagro ha sido diáfano en exigir el restablecimiento de la democracia en la isla gobernada desde 1959 por un régimen de partido único.

La candidata de Nicolás Maduro y el régimen cubano, Espinosa, quien en lo previo pareciera concitar más apoyo, obtuvo 10 votos que también miden el decrecimiento regional de las aventuras populistas, más allá de los resultados electorales del año pasado en Argentina y México.