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16.01.07

La mala ola

Por Ricardo López Göttig

Las naciones iberoamericanas están empezando a padecer una mala ola que amenaza en convertirse en un tsunami que arrase con las libertades y las instituciones, dejando más pobreza, marginalidad y violencia tras su paso.

Esa mala ola de populismo está insinuando sus crecientes tendencias autoritarias en Bolivia y Venezuela.

En Bolivia, la Asamblea Constituyente reunida en Sucre sigue empantanada en la discusión en torno a la mayoría necesaria para aprobar las reformas a la Constitución Política del Estado, al tiempo que los seguidores del presidente Evo Morales tienen violentos enfrentamientos con los cívicos autonomistas de algunas regiones. La más reciente de estas manifestaciones de hostilidad tiene su centro en Cochabamba, en donde el prefecto Manfred Reyes Villa manifestó su apoyo a la idea de la autonomía y pidió un nuevo referéndum en su distrito, a pesar de que el pasado 2 de julio del 2006 la propuesta autonómica obtuvo el NO en esa región. Esta idea del prefecto -electo por voto popular el año pasado- despertó la ira de los movimientos campesinos y cocaleros que siguen a Evo Morales, bloqueando la región en exigencia de la renuncia del prefecto. Los sectores cívicos que apoyan al prefecto han convocado a un paro indefinido, reclamando el cese de este bloqueo. Curiosamente, para el ministro de la presidencia Juan Ramón Quintana, el paro de los cívicos es duramente cuestionable porque afecta a la economía, en tanto no percibe lo mismo del bloqueo de los sectores afines al MAS, que han generado el caos en esa región. Después de todo, el MAS logró las renuncias de dos presidentes gracias a su metodología del bloqueo y las marchas de cocaleros.

El presidente Evo Morales busca aumentar su poder y está apuntando hacia el Poder Judicial, al que pretende reformar para "descolonizarlo", exigiéndole que acompañe las medidas de su gobierno. De este modo, el control de constitucionalidad de las leyes, atribución indelegable de la Corte Suprema, debe ser abandonado para seguir los pasos de la actual administración. Esto, sumado a los intentos de manipular a la Asamblea Constituyente, son señales claras de que las instituciones republicanas se están resquebrajando en Bolivia por las acciones del presidente, el partido MAS y las distintas organizaciones que lo acompañan.

En Venezuela, Hugo Chávez ha asumido un nuevo mandato como presidente hasta el año 2013, tras comicios en los que obtuvo una importante mayoría electoral. Usufructuando este fortísimo aval en las urnas, Chávez busca acrecentar aún más su poder al anunciar la estatización de las telecomunicaciones, refinerías de petróleo y la revocación de la licencia al canal independiente de televisión RCTV, por el simple hecho de considerarlo opositor. No satisfecho con esto, ha reclamado al Congreso -en el que sus partidarios tienen la totalidad de los escaños- la delegación de atribuciones legislativas, para acelerar el camino al indefinible y misterioso "socialismo del siglo XXI".

Esta mala ola de líderes populistas que desprecian el pluralismo y los poderes legislativos y judiciales independientes y, por consiguiente, buscan socavar el principio del equilibrio de poderes que caracteriza a la república, persiguen la concentración del poder en sus cabezas. El poder sin límites, el cercenamiento de la libertad de prensa, el debilitamiento de la sociedad civil, la estatización de las empresas para controlar la economía y el empleo, el acercamiento a dictaduras teocráticas y belicistas de otras latitudes, son las características de esta mala ola que está asomando en Sudamérica, signos de peligrosos retrocesos a regímenes autoritarios que creíamos superados.

Ricardo López Göttig es Doctor en Historia, investigador de CADAL y la Fundación Hayek  y director del Instituto Liberal Democrático.