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07.06.08

Paralelos que dan miedo: la chavización del poder K

Ante una impopularidad creciente, bien podrían los K jugar a la radicalización en todos los frentes y a la ruptura para crear un escenario que no haga posible un normal cambio de turno en 2011. Acá la psicología y el microclima del entorno del poder K tienen mucho más peso que la sola lógica política.
Por Pablo Díaz de Brito

Hay muchos y crecientes paralelos entre la Argentina K y la Venezuela en la que reina don Hugo Rafael Chávez Frías. En Venezuela todo el mundo descuenta que Hugo no se irá del poder por las buenas. O sea, no perderá una elección y se irá a su casa. El mismo sistema de poder "revolucionario y bolivariano" que ha construido en estos años desmiente por sí solo esa alternativa. En Argentina sobreentendemos que no hemos llegado a ese punto y que nunca lo haremos; que los K serán desalojados, tal vez tan pronto como en 2011, especialmente si siguen desbarrancándose como en el letal trimestre marzo-mayo. Pero a la vez no se los "ve" a los K resignándose, diciendo algo así como: "perdimos, mala suerte. Todos al Calafate".

La rápida radicalización del gobierno que se vio en este breve lapso, bajo la batuta de Néstor, ayuda a poner en duda esa futura entrega del poder sin convulsiones.

Argentina muestra otras inquietantes similitudes con Venezuela. Anotemos algunas: oposición muy débil y fragmentada, ausencia total de división de poderes y de un poder federal real, enormes recursos discrecionales en manos del gobierno central, que exhibe una indeclinable tendencia hegemónica, organizaciones violentas a sueldo, etc.

Lección de Néstor a las jotapés

Hace unas semanas, en un seminario de jóvenes K (venidos de esa miríada de jotapés que se alimentan de la Caja devidista: JP Evita, La Cámpora, Paco Urondo, y un largo etc.) Néstor criticó a Perón por irse mansamente en el '55 sin provocar, como correspondía, un brutal baño de sangre. "Nosotros no haremos eso", les señaló Néstor K a sus jóvenes cuadros. La psicología de Néstor da para pensar que hablaba muy, pero muy en serio. La actual conflictividad social, instalada por él y su esposa, y para todo sujeto equilibrado, completamente absurda e innecesaria, puede ser sólo un anticipo de lo que está por venir.

Una vez cerrado el actual conflicto, Néstor puede pensar en armar otros, dado que él cree firmemente que así construye poder, autoridad, y que a la vez siembra temor, factor fundamental en ese modo de "construir", de "armar". Es cierto, en el caso del campo el conflicto les estalló, no fue buscado por los K. Una diferencia clave. Pero eso no quiere decir que NK y CFK no terminen cantando victoria y gritando: "costó pero los arrodillamos. Ganamos, ganó el campo popular". Porque este conflicto se cerrará de algún modo, en algún momento. Y entonces concluirán infaliblemente en Olivos que "ganaron". Y a prepararse para la próxima pelea. CFK tiene casi 4 años por delante para que su marido arme nuevos "escenarios de lucha".

De vuelta a Venezuela: el proyecto chavista de hegemonía y disciplinamiento de la sociedad también se dio en un marco de conflictividad enorme y creciente, de mucha inestabilidad, período durante el que muchos daban por muerto a Chávez. Acá sin embargo aparece una gran diferencia a nuestro favor: en Argentina el lumpen de periferia, materia prima esencial del chavismo, está en el 25%, no en el 50% como en Venezuela. Punto fundamental.

Además, el grave problema que ya hoy afronta este gobierno son las legislativas de 2009, las que, como van las cosas, se perfilan como una neta derrota. Chávez, en cambio, nunca perdió una elección hasta el referendo de diciembre pasado. Y desde entonces quedó "tocado".

Pero una vez cerrado como sea el conflicto con el agro, en Olivos interpretarán, incluso contra toda evidencia, que salieron vencedores. El matrimonio ya vive en la cotidiana negación de la inflación: realmente piensan que la inflación real no es para tanto. Y si pueden negar la inflación, bueno, sencillamente pueden negar todo.

Ante una impopularidad creciente, bien podrían los K jugar a la radicalización en todos los frentes y a la ruptura para crear un escenario que no haga posible un normal cambio de turno en 2011. Es alocado, pero no para descartar. Acá la psicología y el microclima del entorno del poder K tienen mucho más peso que la sola lógica política.

El fortalecimiento exponencial de las "organizaciones sociales", la intimidación sistemática de la oposición y de los medios independientes a niveles hoy inconcebibles, serían el camino de la chavización. Si se estudia el proceso venezolano desde 1998 a hoy se verá que Chávez fue radicalizándose y radicalizando su sistema de poder de a poco, y que gran parte de ese proceso lo hizo cuando era mucho más débil y vulnerable que hoy.

Acá, sin embargo, aparecen por fortuna dos factores limitantes, y los dos vinculados. Para lograr algo similar a la chavización el matrimonio K debería mantenerse en el poder el tiempo suficiente para devenir un verdadero régimen (Chávez está en Miraflores desde inicios del 99), y cortar metódicamente las cabezas de los odiados aliados condicionales (desde Scioli y Schiaretti al último intendente radical K) que serían reemplazados por fieles. Por entonces, todos los cuadros altos, medios y bajos del Estado nacional, provincial y local, serían militantes incondicionales, formados en las jotapés K.

Por ahora este escenario no existe: y acá aparece el segundo elemento limitante. El abigarrado universo del PJ se mostró listo, apenas estalló el conflicto con el campo y el poder evidenció algunas grietas, para despegarse ágilmente de NK y CFK (esa agilidad felina, por cierto, no habrá escapado a Néstor, que también por eso convocó al PJ). Muy ligado a este factor "despegue" aparece el increíble deterioro de Cristina en todos los sondeos serios. Estos elementos, todos sumados, hacen que hoy no dé para pensar en la construcción del régimen K. El aparato, antes de jugarse a todo o nada por el matrimonio, al que por cierto nunca amó, preferirá buscar un cambio de turno y conservar entretanto el poder "territorial". El Lole Reutemann decía hace cosa de un año que a NK le recriminan mucho en el peronismo esa falta de lazos afectivos. "Al perro de vez en cuando le gusta recibir una caricia en el lomo" dijo, con parábola campera, el inefable Lole. Los K, efectivamente, no han trabado esa relación afectiva, y no sólo de poder crudo, que siempre existió en el peronismo. Recuérdense, si no, a Menem, a Duhalde. Por eso la construcción K es muy débil. No hay afecto, ni muchísimo menos carisma (en el caso de Cris incluso se puede hablar de un carisma negativo).

Entonces, contra toda evidencia actual, puede ocurrir que, una vez estabilizado el barco mediante masivas inyecciones de dinero a diestra y siniestra, los K intenten armar su régimen, que vayan por la depuración y la fidelización a fondo de todos los estamentos. Después de todo, Perón armó su régimen en muy pocos años, entre el 45 y el 49.

En todo caso, no es tan improbable que comience a darse en un futuro cercano otra dimensión a las orgas piqueteras y a esas pejotas que por ahora son sólo costosos sellos de goma. Más dinero, más locales, y, sobre todo, en el caso de las organizaciones piqueteras, masiva instrucción en el arte de la violencia: uso de bastones policiales, artes marciales, etc. Suena descabellado, pero estamos en América latina y en el país que inventó al peronismo.

Pablo Díaz de Brito es periodista.