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10.10.09

Los enormes costos sociales del “progresismo” K

El retorno de la pobreza a niveles récord, en un contexto de estanflación crónica, será seguramente la tumba política de los Kirchner, que según las encuestas están apenas en un 20% de apoyos, en otro enorme contraste con sus presuntos socios ideológicos de Brasil, Chile y Uruguay, que vuelan por encima del 60% en todos los casos.
Por Pablo Díaz de Brito

En 2009, Venezuela y Argentina volverán a tener los índices más altos de inflación del continente, pese a caer ambas economías en recesión. Y en 2010 repetirán seguramente ese récord negativo, pero con el agregado de que crecerán menos que los demás países, o simplemente no crecerán.

Algo tendrán en común si presentan los mismos síntomas. Los analistas políticos suelen decir, y con toda razón, que es incorrecto hacer paralelos lineales entre chavismo y kirhcnerismo. Pero está claro que estos dos gobiernos, así como los de Ecuador y Bolivia, mantienen puntos en común en materia económica.

Todos estos gobiernos han acentuado el ciclo económico mediante gasto público, además de aplicar una extrema regulación de la economía. El caso argentino en el bienio 2007-08 es emblemático al respecto. Con el objetivo de ganar las elecciones presidenciales de ese año, el gasto creció verticalmente, tomando una dinámica que aún hoy resulta difícil de controlar. Por entonces el gobierno desechaba por neoliberal la opción de “enfriar la economía”, como sugerían los especialistas privados. Que tenían razón, porque esa inyección extra de vitaminas sobrecalentaba la economía muy por encima de las posibilidades de la oferta, siempre condicionada por el bajo nivel de las inversiones, una constante durante todos los años del kirchnerismo.

Si se suma la compra de dólares permanente que hacía el BCRA, se tiene la inflación alta que se instaló en 2007 para no irse nunca más, y que tanto tiene que ver con el retorno de la pobreza a tasas iguales o peores que las de los años 90. Hoy los privados consideran que el efecto arrastre por sí solo forzará en 2010 un aumento del 10% del gasto. Y si la tasa de inversión siempre estuvo baja en los años de crecimiento a tasas chinas (03-07), es lógico que lo esté más aún ahora, cuando a la recesión se suma la hostilidad abierta entre el gobierno y los empresarios (es instructivo volver por un momento al pasado reciente y recordar, por ejemplo, al titular de la UIA y a muchos otros grandes empresarios aplaudiendo en la Casa Rosada la estatización de las AFJP).

El asunto es que hoy Argentina está metida en una trampa de baja inversión, alta inflación, desaparición del superávit y devaluación persistente (24-25% anual), además de una brutal fuga de capitales. Un escenario que recuerda a los años 70 y 80. Lo único “positivo” es el superavit comercial, forzado en gran parte por las terribles Morenomics, que prohíben en muchos casos las importaciones. De ahí que comience a hablarse de la vuelta de la emisión sin respaldo para financiar las erogaciones del Estado. Sería el broche de plomo de la administración K.

Volviendo a la región, los países bolivarianos se han encontrado con un gasto ya muy alto cuando debían, por la llegada de la crisis internacional a fines de 2008, aumentarlo para suplantar a la demanda privada. Pero como el Estado ya recalentaba la economía desde mucho antes por razones propagandísticas, no tenían cómo suplantar al gasto privado.

Además, el retorno del crecimiento se hará esperar porque no hay inversión privada, ni interna ni mucho menos externa. Nadie, entre empresarios e inversores, confía en estos gobiernos. Venezuela tendrá en 2010 el doble récord regional de la más alta inflación y de ser el único país que no crecerá. Una lección interesante para quienes, a raíz de la crisis internacional, reforzaron su credo estatista. Los países más pro-mercado: Chile, Perú, Brasil, Uruguay, son los que volvieron más rápido al crecimiento. Los más alejados de esta orientación son los más afectados por la recesión y los que más tardarán en salir.

La lección no podría ser mas clara. Pero muchos se negarán, en su ciego ideologismo, a aceptarla. Aunque sus países sufran en carne propia esa ceguera, como pasa con Argentina. El retorno de la pobreza a niveles récord, en un contexto de estanflación crónica, será seguramente la tumba política de los Kirchner, que según las encuestas están apenas en un 20% de apoyos, en otro enorme contraste con sus presuntos socios ideológicos de Brasil, Chile y Uruguay, que vuelan por encima del 60% en todos los casos.

La caída de la actividad con inflación y la simultánea subida de la pobreza sirven para recordar que la tan meneada redistribución está sólidamente vinculada al crecimiento: y a nada más. En los años de las tasas chinas cayó fuerte la pobreza y mejoró la distribución, pero no por mérito del gobierno progresista y de sus “políticas de Estado”, sino simplemente por efecto directo de ese gran crecimiento. Hubiera sido igual con un gobierno “neoliberal”. En realidad, hubiera sido mejor: porque un gobierno pro-mercado, con mejores condiciones para la inversión y baja inflación, hubiera dado lugar a un período de crecimiento más sólido y prolongado. Y ahora se estaría saliendo cómodamente de una breve recesión.

Alguien debería hacer la proyección de cuántos puntos acumulados de PBI se perdieron por el sesgo “progresista” de la administración K entre 2003 y 2009, y de cuántos más se van a perder de aquí a diciembre de 2011. Y una vez hecho este cálculo estimar cuántos puntos de nivel de pobreza menos significaría ese crecimiento extra. Este último número sería la cuantificación del costo social del progresismo K.