Artículos

27.05.10

El Bicentenario K: un paso adelante en la lucha por revertir las derrotas de 2008-09

El costosísimo show de dos días para celebrar el Bicentenario fue un intento de captación masiva de voluntades, y parte de un operativo político, mediático y cultural más amplio, que trata de revisar y revertir el cuadro que derivó en las derrotas del kirchnerismo en 2008 y 2009. Así, el show fue, o intentó ser, un mojón, un punto firme, en la tarea de recuperación del poder K con vistas al 2011.
Por Pablo Díaz de Brito

El Bicentenario K fue la consagración, o la pretensión de consagración, de la ideología Nac&Pop como ideología oficial del Estado. Esto se vio muy claramente en ese Billiken Multimedia presentado en la Casa Rosada, con los presidentes regionales haciendo de claque. Después vino el chapucero y pueril desfile de carrozas alegóricas, que gustó sin embargo unánimemente en los medios más calificados. Tal vez porque lo hizo la compañía de Diqui James, Fuerza Bruta, antes De la Guarda, que muchos consideran, con optimismo desmesurado, una compañía de teatro (?).

Más allá del anecdotario, que sin embargo mucho dice del asunto, es claro que este Bicentenario es el producto ideológico de consumo masivo de un "gobierno popular" que es francamente impopular, pero que cuenta con una buena coyuntura macroeconómica que le permite cierto margen de recuperación con vistas al crucial 2011. En ese marco entra lo que se vio por TV, la retórica N&P llevada a su clímax y masividad. De los millones que –dicen- estuvieron en las calles porteñas, esa ideología, que no es mayoritaria, recoge empero una cierta simpatía difusa.

"Que no nos vendan que hace 100 años estábamos mejor", dijo Cristina en uno de sus sermones. Un punto muy importante en la puja por instalar una nueva doxa historiográfica: aquel Centenario era el de la oligarquía, éste es el verdaderamente popular. Este despliegue billikinesco-multimedia, tan loado por algunos "críticos", puede no lograr aún esa instalación mayoritaria, pese a siete años de trabajo gramsciano en los medios y en la educación, pero posee buena "penetración", como diría un publicista. Cuenta a sus espaldas con una larga tradición que se remonta a los radicales de Forja, lo que indica que tiene un suelo fértil donde "prender".

Sucede que Argentina es un país con un pie en el Tercer mundo profundo y otro, no en el Primer Mundo, pero sí en esos países que se le parecen mucho por su perfil social, cultural y político. Así, Argentina no llega a constituir las mayorías tercermundistas y antioccidentales que se pueden conformar en Venezuela o en Bolivia o, fuera de la región, en Irán y el resto del mundo musulmán. Mientras en Irán y en Venezuela las clases medias educadas son una neta minoría, aunque influyente, en Argentina este sector social es mayoritario, o al menos claramente definitorio, como se comprobó durante el conflicto del campo. Sin la clase media "no se puede", constataron entonces los Kirchner.

Los actos del Bicentenario se deberían interpretar en esta perspectiva. Fueron la parte más mediática y espectacular de un intento de largo plazo de romper ese rol político definitorio, central, de las clases medias argentinas. Todo es parte del mismo conflicto y la misma lectura que hoy motoriza la pelea mortal con los medios de comunicación privados. Porque pese a la experiencia de 2008-09 y como respuesta a esas derrotas, los Kirchner igual tratan de "ir por ahí", como indica este despliegue de historiografía revisionista hecha espectáculo multimedia.

El costosísimo show de dos días fue entonces un intento de captación masiva de voluntades, y parte de un operativo político, mediático y cultural más amplio, que trata de revisar y revertir el cuadro que derivó en aquellas derrotas de 2008 y 2009. Así, el show fue, o intentó ser, un mojón, un punto firme, en la tarea de recuperación del poder K con vistas al 2011.

Este conjunto de actos del Bicentenario fue, además, la presentación en sociedad del discurso que durante estos años circuló en forma mucho más restringida, aunque haya sido el del gobierno. Se pasó (eso sí, momentáneamente), del nivel de público de Canal 7 y de su programa 6,7,8 a juntar un par de millones de personas en las calles, más una televisación que tuvo una gran audiencia. Por supuesto, no es que todos ellos "compren" lo que vieron en la tele o en la calle, pero pareció darse un paso adelante en la masificación de ese discurso y de esa historiografía hacia el soñado lugar de la doxa predominante. Asimismo, todo suma, tanto en el campo de la batalla cultural como en el propiamente político-electoral.

Pero intentado una visión de conjunto, esto fue la respuesta, o parte de la respuesta, de los Kirchner a aquellos dos bofetazos que les propinó la clase media apoyando masivamente al campo en 2008 y derrotándolos en las elecciones de 2009. Se está en un intento de cambiar el paisaje político que generó esas dos derrotas, en lugar de hacer, como haría un político tradicional, una corrección del rumbo para captar ese voto que no se tiene o que se fue. Pero los Kirchner no son políticos tradicionales, representan a un peronismo radicalizado en serio. Como se ha visto en estos dos años, son setentistas de verdad, coherentes con esa procedencia autoritaria y antiliberal. Y lo serán aún más si ganan en 2011, que no queden dudas.

Así que lo que está en juego en la actual puja política es si la Argentina seguirá siendo un país de aquella categoría híbrida entre Tercer y Primer mundo, con una clase media predominante, o si existe una vía de transición, de pasaje, hacia esos otros escenarios políticos y sociales que Venezuela ejemplifica cabalmente. Este es el "sueño" de Néstor y de Carta Abierta, de los sectores de izquierda dura, peronista y no peronista, que apoyan con furia a este gobierno.