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19.01.12

El dogmatismo malvinero: la última herencia de las dictaduras militares argentinas

(Análisis Latino) Acá se intentará cruzar esa línea roja, ese tabú, y discutir tanto la política oportunista del gobierno K de "agarrarse" a Malvinas para usarla de válvula de escape al inminente descontento doméstico, como de esas presuntas razones absolutas, sagradas, tan absolutas que nadie las discute públicamente en Argentina.
Por Pablo Díaz de Brito

(Análisis Latino) Argentina enfrenta un 2012 complicado, con la economía haciendo agua por donde más le duele al poder K: el consumo y la hiperactividad forzada que se traduce en una inflación superior al 20% y en muchos cálculos privados, al 25%. Con los sindicatos velando armas para reclamar aumentos salariales acordes con esa inflación y el gobierno nacional sólo dispuesto a dar un 18%, se avizoran tiempos sociales agitados, por primera vez en el largo "reinado" kirchnerista . Ni los sindicatos afines al gobierno aceptan ese techo del 18%, tan alejado de la vida real de sus afiliados y de la cuenta del supermercado.

En este contexto interno debe analizarse la creciente "malvinización" de la política exterior argentina . La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su canciller, Héctor Timerman, han ejercido una presión pública sobre Gran Bretaña y sobre todo en los países vecinos y socios del Mercosur. Obtuvieron así en la última cumbre del organismo regional, en diciembre pasado, que tanto los 4 miembros plenos del Mercosur, como Chile, asintieran a una política que Londres denunció como "bloqueo": Las naves con la "bandera ilegal" de las islas no pueden acceder a los puertos del Cono Sur.

El secretario de Exteriores británico, William Hague, y el propio primer ministro, David Cameron, tomaron nota del activismo argentino y desarrollaron una contraofensiva diplomática y otra mediática, muy redituable también a nivel doméstico. La última "salida" de Cameron durante su comparecencia en los Comunes sobre el "colonialismo argentino" debe interpretarse en esta clave de análisis.

Mientras tanto, en estas dos semanas la Argentina se golpeó el pecho con algunos éxitos mediáticos. El canciller Timerman publicó una columna en The Times y éste y The Guardian publicaron opiniones británicas favorables a negociar la soberanía de las islas. Los medios argentinos se solazaron destacando estos hechos como una demostración irrefutable de la supuesta superioridad intrínseca, moral, de la postura argentina. Pero nadie, en absoluto, se plantea la posibilidad recíproca: que Hague publique una columna en un medio de primera línea de la Argentina y que analistas locales contradigan la postura oficialista en la cuestión de fondo: la soberanía o al menos en las cuestiones relativas a dejar de lado el unilateralismo que exhibe Argentina, como si la ONU no invitara a las dos partes a negociar, y por lo tanto a ceder algo cada una.

En soledad, el académico Vicente Palermo planteó el asunto con gran lucidez en el matutino de gran circulación Clarín . Pero eso fue en septiembre pasado, antes de las elecciones y antes de la "remalvinización" creciente planteada por el gobierno. Este tipo de análisis autocrítico es completamente inusual, totalmente alejado de la mentalidad argentina promedio y el clima actual difícilmente se volverá a ver en los medios masivos de comunicación. No se debe esperar una postura argentina autocrítica en Malvinas, no ya digamos del nacionalismo peronista de izquierda que rodea al gobierno, sino tampoco de la oposición, que sólo apunta a errores de método del gobierno, si es que hace siquiera eso.

Y los principales medios se ubican en esa línea, temerosos de ser apuntados como traidores a la patria o cosa semejante ("cipayos", en el arcaico vocabulario peronista). Hasta el diario La Nación, que se supone el más ajeno al nacionalismo y además está totalmente enfrentado con el gobierno K, ha publicado un editorial muy en línea con la lógica "malvinera" imperante en la sociedad argentina .

Es una ley no escrita de la política argentina: con Malvinas solo se habla de soberanía, de lograr la retirada incondicional del imperialista británico, de la sangre derramada en 1982. Como mucho puede criticarse al general Galtieri y a su guerra demencial, pero ya ahí se cruza una línea, porque uno será acusado de "desmalvinizador" por los sectores más radicales, cada día más envalentonados. Cuenta azorada la gran escritora argentina Tununa Mercado, exiliada durante la dictadura en México, que los exiliados argentinos salieron a festejar la toma de las islas en 1982. Por este clima chauvinista permanente, hoy fogoneado por el gobierno, es que resulta imposible plantearse como realizable esa columna de Hague en los diarios de Buenos Aires, o la de un analista argentino criticando en esos mismos medios las razones de fondo de Argentina en la cuestión Malvinas, más allá de la corajuda actitud de Palermo, quien, como se dijo, difícilmente sería invitado hoy a publicar nuevamente en un diario argentino.

Acá se intentará precisamente cruzar esa línea roja, ese tabú, y discutir tanto la política oportunista del gobierno K de "agarrarse" a Malvinas para usarla de válvula de escape al inminente descontento doméstico, como de esas presuntas razones absolutas, sagradas, tan absolutas que nadie las discute públicamente en Argentina.

Por un lado, en el terreno de los crudos hechos, Chile hizo saber a través de la prensa que "bloquear" barcos con la bandera de las islas es su límite. Que no detendrá los vuelos de LAN hacia las islas, acordados con Argentina y Gran Bretaña hace más de 10 años. Por otro, Uruguay, puerto y base logística natural de Malvinas si se descarta la Argentina, no desea perderse el negocio derivado de ese apoyo logístico, especialmente con la perspectiva de extracciones petroleras de importancia en las islas. Por esto, el bendito "bloqueo" denunciado por Londres es una exageración con fines populistas, y lo mismo vale para la Argentina que salió a apuntarse en diciembre un falso éxito resonante en el aislamiento de Malvinas . Simplemente con izar la bandera británica los barcos tendrán los puertos abiertos de Chile, Uruguay y Brasil. "Bloqueo" terminado. Ni los negocios ni las provisiones para los isleños parecen correr ningún peligro, como se quiso hacer creer desde el gobierno argentino. Pero en Argentina ningún opositor se animó a señalar esta fanfarronada. Es nuevamente el síndrome Malvinas: el temor a parecer no demasiado nacionalista, no totalmente comprometido con ese valor absoluto que es Malvinas para la sociedad argentina. Ese consenso público y "sentido común" argentino no han variado mayormente desde la dictadura militar. Puede decirse que este dogmatismo malvinero es la última herencia de las dictaduras militares que rigieron a Argentina entre 1930 y 1983 .

Es aquí donde debe tenerse el valor y amplitud de miras de los británicos y poner toda la discusión en el escenario. En los medios argentinos no se hará, pueden estar seguros, pero acá va un intento off shore, digamos.

Ante todo, la pregunta más básica: ¿las Malvinas son realmente argentinas, tal como nos enseñan desde la más tierna infancia en las escuelas? Asunto dudoso, vidrioso : como tantos otros micropaíses isleños vinculados a Londres o a otras metrópolis, Malvinas/Falklands se ubica a miles de Km. del Reino Unido, punto que Argentina siempre recuerda para "demostrar" la invalidez de la posición británica. Pero nadie, que este periodista sepa, cuestiona esa pertenencia y reclama su soberanía sobre esos otros Estados isleños, salvo el caso que nos ocupa. Se plantea a veces el caso Gilbraltar, pero es precisamente el que marca la diferencia: está en el continente, y aun así España mantiene relaciones plenas de cooperación con Gran Bretaña y forma parte de la misma alianza militar, la OTAN. Su política exterior no está ni remotamente dominada por Gibraltar como lo está la de Argentina por Malvinas bajo este gobierno

Las islas y territorios de "ultramar" de las naciones europeas, dispersas por todo el mundo, podrían ser reclamadas por las naciones continentales vecinas, si se aplicara el mismo criterio argentino en Malvinas. Ejemplos sobran: Sainte Pierre et Miquelon, francesas, frente a la costa canadiense; la británica Bermuda, frente a las costas estadounidenses; la holandesa Aruba, frente a Venezuela y las Antillas francesas Martinica y Guadalupe, también frente a Venezuela. Pero a nadie se le cruza por la mente esa reclamación . Esas micro-naciones mantienen una relación especial con sus antiguas metrópolis y todo el mundo respeta ese vínculo histórico . Algo similar ocurre con la Mancomunidad Británica de Naciones, el Commonwealth, de la que muchas de esas islas caribeñas forman parte.

Como puede apreciarse, hay una base histórica, social y política fuerte para decir que las Malvinas/Falklands, pobladas por británicos exclusivamente desde hace casi 200 años, merecen una actitud similar a la que se dispensa a los habitantes de Aruba o Martinica. Ellos deciden mantener un vínculo especial con su antigua metrópolis y nadie objeta esa decisión de la población isleña. ¿Por qué debe ser diferente con Malvinas?

Las promesas argentinas de respetar a los isleños, sus costumbres y lengua no son creíbles, aunque las formule un gobierno democrático y no la Junta Militar de Galtieri. Como señala tan bien Palermo, si ya empezamos por negar el nombre que dan a su capital (Puerto Argentino en lugar de Port Stanley), difícilmente seamos creíbles como futuros soberanos respetuosos de la lengua, tradiciones y valores de los isleños. Sencillamente, esa gente no quiere saber nada con nosotros, los argentinos. ¿No se debe respetar su voluntad por encima de cualquier otro valor o argumento geográfico, que como ya vimos tienen un valor relativo? La soberanía en base a la geografía no es un valor absoluto, ni mucho menos, como pretende la sociedad argentina. El derecho de las personas de carne y hueso a vivir de acuerdo a sus valores y tradiciones es, no un valor absoluto, pero lo más cercano que tenemos a eso, y en todo caso un valor claramente superior al esgrimido por razones de ubicación y distancia por Argentina .

Pablo Díaz de Brito es redactor especial de www.analisislatino.com