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04.05.12

La Argentina K, a contramano de los BRICS

Los gobiernos de los BRICS han entendido claramente -y de una vez para siempre- que no puede haber políticas sociales si no hay una economía de mercado pujante que las sostenga, y que para esto debe existir un alto nivel de seguridad jurídica. Es este un concepto básico y aceptado en el mundo normal, pero que el viceministro de Economía argentino, Axel Kicillof, tildó de "horrible" ante el Parlamento.
Por Pablo Díaz de Brito

Argentina, que es un país emergente, debería tomar nota con muchísima atención de cómo las potencias emergentes de moda -los BRICS- llegaron a ser tales. Es que las medidas económicas que ha tomado el gobierno argentino desde octubre pasado -y no sólo la reciente estatización de la petrolera YPF- van en sentido contrario a las que predominan en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

La estatización de YPF en perjuicio de la española Repsol, especialmente por la forma hostil y propagandística en que se formuló -claramente contraria a lo que manda el Artículo 17 de la Constitución nacional en esta materia- restó aún más puntos al país en la lista de los emergentes que reciben Inversiones Extranjeras Directas (IED).

Apenas días después, el 1º de mayo, el radicalizado Evo Morales en Bolivia pareció seguir los pasos de Argentina, al nacionalizar una distribuidora de electricidad de capitales españoles. Pero incluso el presidente boliviano fue más cuidadoso de las formas y de los bienes afectados. Porque si bien el 1º de Mayo Evo envió militares a "custodiar" la empresa expropiada, al día siguiente dio claras señales de que negociaría un precio justo con España y la firma afectada. Todo lo contrario de lo hecho por Cristina Kirchner, quien a través de sus ministros hasta sugirió que no habría indemnización alguna, una vez descontados conceptos tales como daño ambiental. A la vez, Evo inauguró con el presidente de Repsol, Antonio Brufau, una planta procesadora de gas...para venderlo a la Argentina a varias veces el precio que ésta paga a la producción local. Morales subrayó ante Bufrau que las inversiones de Repsol en Bolivia estaban a buen resguardo.

Si volvemos a los BRICS, vemos que estas naciones, más allá de atraer inversiones con pragmatismo, tienen claro que mantener una relación fluida con "los mercados" es una regla general clave en su desarrollo nacional. Cumplir con esta norma no implica resignar el rol del Estado en asuntos cardinales como asistencia social, seguridad y defensa. En contraste, muchos, en la Argentina ebria de consignismo de estos días, parecen olvidar que la economía mundial es una gran economía de mercado. Y que incluso las grandes compañías estatales adoptan, en el contexto de la globalización, el management y el estilo corporativo de las multinacionales privadas.

Los BRICS, o sea, las potencias emergentes según un listado bastante arbitrario (¿por qué entra Sudáfrica y no México, la otra gran economía latinoamericana junto a Brasil?) mantienen un conjunto de políticas "de Estado" que incluye un margen de decisión gubernamental considerable en materia económica. Pero esta presencia estatal nunca se vuelve arbitraria o imprevisible para los inversores, como pasa de manera creciente en la Argentina K. Como ejemplo de esto último, el columnista argentino Carlos Pagni informó recientemente que el todopoderoso secretario de Comercio Guillermo Moreno extorsiona a los empresarios locales: les exige desafiliarse de la Unión Industrial Argentina (UIA) y asociarse a otro gremio que él comanda, a cambio de aprobar medidas vitales para la supervivencia de sus empresas.

En las antípodas de esta arbitrariedad, los gobiernos de los BRICS han entendido claramente -y de una vez para siempre- que no puede haber políticas sociales si no hay una economía de mercado pujante que las sostenga, y que para esto debe existir un alto nivel de seguridad jurídica. Es este un concepto básico y aceptado en el mundo normal, pero que el viceministro de Economía argentino, Axel Kicillof, tildó de "horrible" ante el Parlamento.

Es por respetar este concepto "horrible" que los diversos gobiernos de la India en los últimos 25 años han dado a la inversión privada, tanto local como extranjera, prioridad estratégica. Con mucha menos publicidad que China, India también está llevando a cabo una revolución social silenciosa, y lo que es que mucho mejor, lo hace en democracia y no bajo un régimen totalitario como el chino.

La actual combinación de alta liquidez de fondos a bajas tasas (que facilita financiar proyectos) y las malas perspectivas en los países desarrollados, ha re-direccionado hacia los emergentes una porción mayoritaria de las IED. Desde 2009, los emergentes se llevan la parte mayoritaria de la torta. Aclaremos que las IED no son inversiones "de cartera", o sea, financieras, que al contrario tratan de frenarse en los BRICS por el efecto indeseado que tienen, al fortalecer la moneda local. Incluso la turbia Rusia del "zar" Putin recibe enormes flujos de IED (1).

Es significativo que en el ránking mundial de IED aparezca Chile, que por tamaño no "debería" estar ahí, y no lo haga la Argentina, tercera economía latinoamericana. Argentina, al contario, sufre una constante y creciente fuga de capitales nacionales, lo que llevó al gobierno a aplicar un verdadero "cepo cambiario" en noviembre pasado. La salida de capitales se frenó, pero no del todo. Afectó mucho más al pequeño ahorrista que salía del sistema bancario y compraba dólares que al gran empresario, que sigue retirando sus capitales y utilidades mediante una compleja operación de triangulación conocida en la jerga como "contado con liquidación".

Por cierto, se ha voceado mucho por estos días de euforia petrolera en Argentina el modelo de Petrobras, la petrolera brasileña. Pero Petrobras es una empresa de mayoría estatal que tiene dos componentes privados esenciales: accionistas particulares, aunque minoritarios, y cotiza en la Bolsa de Nueva York, algo que la somete a las normas de transparencia que exige la SEC, la comisión nacional de valores estadounidense. El mexicano Jorge Castañeda recordaba recientemente estas cualidades de Petrobras a propósito de la estatal de su país, Pemex, en el contexto de la campaña electoral mexicana. La transparencia a que obliga la SEC sería un buen tónico para la Pemex, parasitada por la política mexicana y carente de capitales para expandir su exploración. Petrobras accedió a esos capitales tal como lo haría una típica "corporation": recabó 70 mil millones de dólares en la Bolsa neoyorquina mediante una emisión de acciones.

Por otro lado, los BRICS, más allá de áreas como la energía, que definen como "estratégicas", se muestran francamente "ortodoxos". En políticas monetarias, por ejemplo, tienen bancos centrales autónomos que se rigen por objetivos de inflación. En la Argentina K, la autonomía del Banco Central no sólo ha sido totalmente destruida, sino que es denostada como "una herencia neoliberal". Al kirchnerismo no le basta con apropiarse de los fondos del Banco Central: además debe desautorizar la doctrina que la sustenta y que en todo el mundo que prospera.

Otro punto que diferencia a la Argentina K de los BRICS: a lo largo de esta primera década del siglo XXI estos países dieron pasos sustanciales en la configuración de una nueva clase media, de hábitos claramente occidentales u occidentalizados. Es este un triunfo cultural de Occidente que muchas veces no se anota en la cuenta. La "clase C" brasileña es el caso mejor conocido. Son 30 millones de personas que pasaron de la clase baja a la media bajo los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff. La Fundación Getulio Vargas explica el fenómeno, en un informe de agosto de 2011 sobre el crecimiento del sector inmobiliario impulsado por esta nueva clase: "Entre 2008 y 2010, cerca de 13,3 millones de personas pasaron a formar parte de la clase C en Brasil. En 2003 la clase C representaba 66 millones de habitantes, y actualmente está en 95 millones; en 2014 debería llegar a 113 millones, volviéndose la mayoría del país".

Nada similar puede observarse en la Argentina kirchnerista, pese a las tan publicitadas "tasas chinas" de crecimiento entre 2003 y el presente. Si se desechan las estadísticas fraudulentas del gobierno, Argentina registra un núcleo duro de pobreza que se niega a desaparecer. No es sorprendente: los gobiernos populistas no desean que su clientela electoral pase a la clase media, que es por definición independiente y crítica. Las tasas demográficas del cinturón de pobreza de Buenos Aires, el Conurbano -principal fuente de votos del poder K- siguen en niveles propios de las décadas de los años 50 y 60. Un dato también coherente con el diseño populista, para nada casual.

En suma, ninguno de los BRICS recurre a políticas estatistas y radicalizadas, de tipo chavista, como está haciendo de manera creciente la Argentina. Ni China, ni el Brasil del Partido Trabahilsta de Lula y Dilma, ni India, México, Turquía o Sudáfrica, ninguno de ellos, en el camino al desarrollo y en su ascenso al rango de potencias emergentes, incurrió en el error de la radicalización de viejo cuño nacionalista o "revolucionario" en el que ha caído la Argentina bajo la dirección de Cristina Kirchner.

Pablo Díaz de Brito es colaborador de Análisis Latino.

(1) Para información más detallada, ver el último informe de la Unctad:
http://www.unctad-docs.org/files/UNCTAD-WIR2011-Full-en.pdf