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10.01.13

Cristina se victimiza, ahora frente a Darín y los jueces

(TN) Para los Kirchner siempre fue un buen negocio también simular debilidad: les permitía ponerse del lado del pueblo llano, y presentar a sus enemigos como superpoderes ilimitados, abusivos, a los que se justificaba atacar con cualquier medio a la mano. De este modo, esos ataques podían no ser vistos como lo que eran.
Por Marcos Novaro

(TN) Uno de los párrafos más sorprendentes de la muy sorprendente carta enviada por la Presidente a Ricardo Darín reza así: “No quiero imaginar cómo se sentiría usted si alguien llevara carteles escritos por la calle insultándolo, deseando su muerte o festejando la de su compañero de toda la vida como me ocurre a mí en algunas manifestaciones opositoras. ¿Nunca vió alguna? Seguro que sus múltiples ocupaciones y compromisos propios de un artista exitoso le restan tiempo para una observación más completa de la realidad". Además de acusar abiertamente al actor de “hablar de lo que no sabe”, con esta frase Cristina pinta su situación con los colores de la desolación y la debilidad, como si estuviera lidiando con una caterva de desalmados que no se detienen ante nada para destruirla, ni siquiera ante el dolor de la pérdida de su amado esposo, y estuviera rodeada por una turba agresiva, que no enuncia reclamos legítimos sino que sólo la insulta.

La argumentación presidencial carece de la inteligencia que pretende negarle a los dichos de Darín sobre su fortuna. Pero es llamativa por la insistencia con que trabaja sobre la condición de víctima que Cristina se ha autoasignado ya hace tiempo: ella, en su defensa del pueblo, está sola, rodeada de malditos que ejercen poderes descomunales en su contra, sin ningún prurito, engañando a los giles como Darín, con su “cadena del odio y del desánimo”.

La soledad de Cristina se relaciona también con el hecho que “los políticos” no la acompañan ni la ayudan, todo lo contrario: según su carta, son tan o más ricos que ella y sin embargo no rinden cuentas, por lo que se justifica realmente sospechar del origen de sus fortunas; y encima esconden el bulto, no van de frente, como Scioli, que se niega a que se sepa cuántos dólares tiene. En la relación directa que aspira a mantener con los ciudadanos es conveniente que ellos la reconozcan como alguien diferente al resto de los políticos, alguien que está “por encima”. Para lo cual es bueno pisar algunas cabezas cada tanto, como la del siempre dispuesto mandatario bonaerense.

Para los Kirchner siempre fue un buen negocio también simular debilidad: les permitía ponerse del lado del pueblo llano, y presentar a sus enemigos como superpoderes ilimitados, abusivos, a los que se justificaba atacar con cualquier medio a la mano. De este modo, esos ataques podían no ser vistos como lo que eran, muestras del abuso de poder por parte de un gobierno muy concentrado que despreciaba las normas y procedimientos, violando derechos adquiridos para imponer su voluntad. Y presentarse como actos de justicia, que reequilibraban una balanza hasta entonces inclinada en favor de los enemigos. Así hizo en su momento con el titular de Shell, al que Moreno inició decenas de causas judiciales, para justificar aprietes de todo tipo contra esa compañía y otras que resistieran sus decisiones punitivas sobre precios y contratos. Luego con el campo y el movimiento ruralista, definidos como exponentes de una derecha salvaje y oligárquica y un poder económico concentrado que pretendía liquidar la democracia misma, y con Clarín, claro, el gran titiritero del eje del mal.

El último supervillano a combatir es la corporación judicial. A ella también Cristina la ha presentado como un “superpoder que pretende gobernar” por encima del Ejecutivo y el Legislativo, expresiones “débiles” y “acorraladas” de la voluntad popular. Con la ley de medios, con las confiscaciones cada vez más frecuentes, con la ocultación de pruebas en casos de corrupción y con cualquier otro asunto que suponga “gravedad institucional” el gobierno de Cristina pretenderá reservarse de aquí en más el derecho de actuar contra los tribunales, porque esos abusadores no merecen otra cosa. Y Darín que aprenda la lección y se calle.

Fuente: (TN)