Artículos

29.07.13

El viaje del Papa Francisco a Brasil

El nuevo Papa que ha renunciado a los autos y a las vestimentas lujosas y a vivir en el Palacio del Vaticano parece estar en mejor sintonía con la ideología de los nuevos gobiernos que caracterizan el mapa geopolítico de la región latinoamericana. Pero a su vez, el primer Pontífice jesuita y latinoamericano con su humildad, su sencillez, su carisma y su conexión directa con el pueblo puede representar una competencia para el socialismo radical del siglo XXI conducido desde Caracas, Venezuela y un desafío para muchas estructuras de privilegio y corrupción tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica.
Por Oscar Alvarez Araya

El primer viaje internacional del primer Papa jesuita y latinoamericano nos ha revelado que existe un nuevo líder espiritual y social en la región que va a constituir un serio desafío para muchos, pero especialmente para los gobiernos que conforman el grupo ALBA. El Papa que llegó a Roma desde el sur de América está construyendo los cimientos de un nuevo catolicismo para el siglo XXI que puede opacar el socialismo del siglo XXI.

Durante su visita a Brasil para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco se ha presentado como el adalid de una iglesia pobre, sencilla, humilde, al servicio de los pobres, de los que sufren y de los excluidos. Su prédica se respalda con hechos y con un nuevo estilo en el que la prioridad no es la seguridad del Pontífice sino su comunicación directa con la gente. Su opción preferencial por los pobres recuerda a la Teología de la Liberación de la década del setenta del siglo pasado, pero no llega a esos niveles de radicalización. Más bien ha dicho que la Iglesia no necesita de dicha Teología a la cual incluye con razón entre las enfermedades infantiles del pensamiento social latinoamericano.

Su mensaje de inclusión social se basa en las enseñanzas de Jesús y Francisco de Asís y promueve valores de amor, humanismo, caridad y compasión al mismo tiempo que respeto por la naturaleza. Proclama una visión humanista de la economía y de la política y denuncia aspectos negativos de la globalización.

Su estilo es la humildad, la sencillez, el buen humor y el diálogo. A diferencia de su antecesor que es un consumado Teólogo, el actual Papa es un líder carismático. Con toda justicia la revista Time le ha dedicado dos veces la portada y le define como el Papa del pueblo.

Empezó su viaje en Roma llevando su propio equipaje de mano, un gran maletín negro y se ubicó en la clase económica del avión de ALITALIA. Desfiló en un Papamóvil abierto en lugar de uno blindado poniendo en aprietos a sus agentes de seguridad y a la Agencia Brasileña de Inteligencia y mostrando con los hechos que la comunicación con el pueblo es más importante que su seguridad. Se reunió con la Presidenta de Brasil Dilma Rousseff y a la vez expresó sus simpatías por las protestas de las capas medias que han estado en las calles recientemente, si bien aclarando que deben ser pacíficas. Visitó un hospital, una cárcel y una favela para identificarse con los que sufren. En medio de una ola de frío y llovizna, se mantuvo firme en su labor pastoral haciendo bromas y demostrando que no es un Papa de rígidos protocolos pero sí es diplomático, pues no insiste mucho en temas altamente controversiales.

Antes de volar hacía Río de Janeiro había endurecido las penas del Estado Vaticano contra los pederastas y creó una Comisión para investigar el Banco del Vaticano. Desde la playa de Copacabana en dónde una vez los Rolling Stones ofrecieron su más concurrido concierto, el Papa ha compartido sus mensajes de esperanza exhortando a los jóvenes a conservar su fe a pesar de los malos sacerdotes. Con lo cual el mismo reconoce una verdad incontrastable que ya no se puede ocultar y es que hay sacerdotes que en vez de aumentar el número de feligreses lo tienden a reducir.

Siendo Brasil el país con más católicos del mundo, allí la Iglesia de Roma ha ido perdiendo fuerza y adherentes, pasando los católicos de representar el 92% de la población en 1970 hasta un 65% en el 2010. Mientras tanto los evangélicos subieron del 5% en 1970 a 22% en 2010 y los que no tienen ninguna fe pasaron de un 1% en 1970 a un 8% en 2010. La visita del Papa Francisco podría tener entre sus objetivos detener la sangría de católicos no solamente en Brasil sino en la América Latina. Su despedida en una misa que reunió a 3 millones de católicos es un signo de que su visita fue provechosa para su causa humanista y cristiana.

El nuevo Papa que ha renunciado a los autos y a las vestimentas lujosas y a vivir en el Palacio del Vaticano parece estar en mejor sintonía con la ideología de los nuevos gobiernos que caracterizan el mapa geopolítico de la región latinoamericana. Pero a su vez, el primer Pontífice jesuita y latinoamericano con su humildad, su sencillez, su carisma y su conexión directa con el pueblo puede representar una competencia para el socialismo radical del siglo XXI conducido desde Caracas, Venezuela y un desafío para muchas estructuras de privilegio y corrupción tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica. Desde Su Santidad Juan XXIII no conocía a un Obispo de Roma tan innovador como el Papa Francisco.