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16.02.15

#18F: los derechos contra el poder

Golpismo, corporativismo, inconsecuencia, manipulación, antisemitismo: las descalificaciones del gobierno a la convocatoria. ¿Por qué no pudieron ignorarla? Para un gobierno cada vez más dividido y sin rumbo claro, polarizar se ha vuelto doblemente necesario.
Por Marcos Novaro

Los planteos oficiales descalificando la manifestación convocada por los fiscales independientes en homenaje a Alberto Nisman han recorrido diversos tópicos y tonos: golpismo, corporativismo, inconsecuencia, manipulación, antisemitismo (sic), etc. Perotodas pecan del mismo defecto: dieron relevancia a un acontecimiento que, más allá de que termine convocando a más o menos gente, y se politice más o menos, será perjudicial para el kirchnerismo, y por eso a él lo que más le convenía era ignorarlo. ¿Por qué no pudo hacerlo?

Recordemos que algunosdirigentes oficialistas al principio lo intentaron. Y notemos que contaban con un entrenamiento más que adecuado para conseguirlo: podían inspirarse en las muchas ocasiones del pasado en que el gobierno desvalorizó exitosamente muestras de rechazo social a sus políticas, como manifestaciones críticas o resultados electorales adversos. Si pudo dejar de lado sin que se le moviera un pelo la masiva votación en contra de 2013, y los cientos de miles de personas movilizadas en 2012, ¿por qué no lo lograría ahora, desafiado por unos pocos fiscales?

Para un gobierno cada vez más dividido y sin rumbo claro, polarizar se ha vuelto doblemente necesario.

Mientras tanto algunos otros funcionarios buscaron hacer más que ignorar el asunto: para evitar que Nisman se vuelva un símbolo aglutinador de las críticas al gobierno, de los errores y horrores de sus decisiones de estos años, tanto en política exterior, como en Justicia, inteligencia, transparencia y medios de comunicación, quisieron mostrarse comprensivos con la convocatoria y hasta adhirieron a su mensaje. Según ellos, Nisman aún podría serle disputado al enemigo; y con un poco de esfuerzo podría lograrse con éllo mismo que se hizo con el default: enarbolarlo como bandera oficial, para diluir su condición de estigma de los pasivos gubernamentales y papelón internacional.

Pero esta pretensión naufragó enseguida, al chocar contra la tesis presidencial: Nisman seguirá siendo, como lo fue desde la primera reacción pública de Cristina, el instrumento de los enemigos del pueblo y del gobierno para dañarlos, y todos los que se preocupan por su sospechosa muerte y quieren que se la investigue, y lo mismo se haga con sus denuncias contra la cúpula oficial, nada más que golpistas y promotores de espurios intereses antinacionales, que quieren detener “las transformaciones”, ahora oportunamente enfocadas en los servicios de inteligencia.

Parte de la sociedad sintoniza, por primera vez en más de una década, la noción de derechos con la limitación al poder.

Polarizar sigue siendo el recurso predilecto del kirchnerismo. Y lo es con mayor razón cuando ya no puede mantener la unidad de su propia administración por medios más sensatos y menos costosos. Lo que en este caso se evidenció justamente con las diferencias de criterio mencionadas al conocerse la convocatoria de los fiscales.

Así que parte de la respuesta a nuestra pregunta reside precisamente allí: para un gobierno cada vez más dividido y sin rumbo claro, polarizar se ha vuelto doblemente necesario.

Pero eso no es todo: hay también en la convocatoria de los fiscales un factor más específico que corroe al gobierno. Ellos son, con sus investigaciones y acusaciones, los que de momento están más cerca de ponerle coto a la pretensión oficial de perpetuidad en el poder. Han logrado hasta aquí sobrevivir a las presiones del Ejecutivo y al proceso de partidización del Estado, defendiendo su independencia como agentes públicos y su legitimidad para hacer el trabajo judicial que se les ha encomendado. Y encima, tras la muerte de Nisman, están en condiciones de movilizar una específica solidaridad social hacia dicho rol, en al menos una parte de la sociedad, que sintoniza por primera vez en más de una década la noción de derechos con la limitación al poder. Lo que contradice el proceso de absorción del discurso de los derechos practicado por el kirchnerismo desde 2003 a esta parte, recordemos, con el aval del movimiento de derechos humanos y la indiferencia de buena parte de los actores sociales e institucionales.

Muchos argentinos no desean que les amarguen la vida con malas noticias, y a veces por eso gobernantes inescrupulosos los toman por boludos alegres.

Se entiende entonces que la disputa con los fiscales sea motivo de angustia en los círculos gubernamentales. Y que de esa angustia resulte un clima de creciente desesperación. La presidenta ha intentado velar ese humor que la rodea con más polarización, más indiferencia y más sonrisas: contraponiendo el país de la alegría, el suyo, con el de los enojados, los amargados y los criticones que la acusan injustamente, apuesta a seguir adelante. Es el recurso que han usado muchos líderes en aprietos ante los tribunales, en todos los tiempos. Silvio Berlusconi solía hacerlo con mucha más cancha. Y varias veces se salió con la suya: muchos italianos, igual que muchos argentinos, no desean que les amarguen la vida con malas noticias, y a veces por eso gobernantes inescrupulosos los toman por boludos alegres. Pero hasta ellos, tarde o temprano, se cansan.