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08.11.04

URUGUAY: DERIVACIONES DE UNA VICTORIA HISTÓRICA

La victoria de Tabaré Vázquez en la primera vuelta de las elecciones presidenciales se configura como uno de los episodios políticos de mayor trascendencia en el Uruguay de los últimos tiempos.
Por Matías Franchini

La victoria de Tabaré Vázquez en la primera vuelta de las elecciones presidenciales se configura como uno de los episodios políticos de mayor trascendencia en el Uruguay de los últimos tiempos. La llegada de la coalición de izquierda Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) a la máxima instancia de decisión política expresa a la vez una ruptura con un pasado hegemonizado por los Partidos Colorado y Nacional (o Blanco) como una ratificación de la tendencia de crecimiento que aquella ha mostrado desde su creación en la década del `70. A su vez significa una mudanza en la correlación de fuerzas en el escenario político, especialmente en el ámbito del congreso y finalmente plantea una serie de interrogantes sobre el rumbo que el nuevo gobierno delineará para sus acciones. Lejos de pretender dar una respuesta a esta ultima cuestión, el presente artículo procura dar una mirada a cada uno de los tópicos referidos.

Ruptura y continuidad

La Republica Oriental de Uruguay ha tenido una de las tradiciones de alternancia bipartidista más antiguas de Latinoamérica. Desde los inicios de su vida independiente los partidos blanco y colorado (dos de las fuerzas políticas más antiguas del continente) se han enfrentado y han hegemonizado la disputa y ejercicio del poder a través de distintos medios, violentos en los primeros tiempos, democráticos y civilizados en los últimos. En ese enfrentamiento y a lo largo de mas de 170 años, no hubo lugar para otras expresiones partidarias, los Presidentes de la Republica siempre fueron indefectiblemente blancos o colorados. En este marco, la victoria de Vázquez marca la ruptura de esta tradición, e inaugura una nueva etapa en la historia institucional del país. Sin embargo el triunfo del EP-FA es el resultado de un proceso que se viene desarrollando desde la creación de la coalición, en el año 1971 y manifiesta una tendencia que ha seguido la izquierda en términos electorales desde aquellos días: un progresivo crecimiento.



Fuente: elaboración propia en base a datos del sitio web del Partido Socialista uruguayo (www.ps.org.uy).


Como se ve en el Grafico 1, el desempeño electoral de la izquierda solo ha conocido la expansión desde que presentara un frente común a principios de la década del ´70 (hasta allí, los diversos partidos participaban institucionalmente de forma individual). La democratización de la década de los ´80 y principalmente la aparición de la figura de Vázquez la convierten en un contendiente real para los partidos tradicionales en términos de caudal electoral. En la elección de 1994 Tabaré se queda con un tercio de los votos (a menos de 2 puntos porcentuales del ganador partido colorado) y en 1999 triunfa en primera vuelta orillando el 40 % del electorado y aventajando al hoy presidente Jorge Batlle por mas de 7 puntos. Sin embargo, el nuevo mecanismo constitucional de la segunda vuelta electoral le juega en contra y pierde contra la alianza de los partidos tradicionales que a pesar de todo, ven declinar cada vez mas su peso electoral.

Fuente: elaboración propia en base a datos del sitio web del Partido Socialista uruguayo (www.ps.org.uy).


Es en este marco de progresivo crecimiento de la presencia electoral de la izquierda y como lógica contraparte, el declinio de los partidos tradicionales, que se produce la victoria de Vázquez, en primera vuelta, con mas del 50% de los sufragios. Parece importante incorporar este dato al análisis para no concebir la victoria del Frente solo como producto de la profunda crisis que vivió el Uruguay en los años recientes. Seguramente las tremendas secuelas de la difícil situación sufrida en 2002, que dejaron miles de pobres y desempleados tras una estrepitosa caída del PBI, incidieron en el animo del electorado, sin embargo, el EF-FA ha sido una opción aun antes de desatarse la crisis.


La elección del 31 de octubre le ha dado claramente la despedida al tradicional bipartidismo uruguayo, que ya venia en decadencia desde la irrupción de la coalición de izquierda. Desde hace mas de tres lustros que la política oriental no pasa solo por los partidos blanco y colorado. Si algo sobrevivía de aquel sistema era el monopolio de la nominación presidencial que hasta el momento y a duras penas, las fuerzas tradicionales habían mantenido. Este ultimo elemento ha desaparecido también. El EP-FA ha traspasado la ultima puerta para llegar al poder en Uruguay.


Es difícil decir cual será el futuro del sistema de partidos en Uruguay, si se mantendrá este esquema de tres fuerzas o si al final, los partidos tradicionales evolucionarán hacia una fuerza única contrapuesta a la coalición de izquierda. Esta son solo dos opciones. Lo que si parece probable es que el gobierno de Vázquez será un hito importante para la futura configuración del sistema.

Una mayoría difícil de manejar

La victoria de la coalición de izquierda en las elecciones del 31 de octubre no se expresó solamente en la nominación de Tabaré Vázquez para la presidencia del país sino en el control que ejercerá en el congreso a partir de marzo de 2005. Cuando asuman las nuevas autoridades, el EP-FA se encontrará con mayoría absoluta (mitad mas uno) tanto en la cámara de diputados como en la de senadores.


 
Fuente: elaboración propia en base a datos del Diario el País de Montevideo. 

 

Fuente: elaboración propia en base a datos del Diario el País de Montevideo.

Como se ve en el Gráfico 3, la izquierda contará en el senado con 16 representantes (17 si se tiene en cuenta el voto del Vicepresidente) sobre un total de 30, 11 corresponderán al partido blanco y apenas tres al colorado. En la cámara de diputados 52 legisladores representaran al EP-FA (sobre un total de 99), 36 al partido nacional, 10 al colorado y habrá un legislador del partido independiente (Gráfico 4).


La composición del congreso a partir del año entrante, parece asegurar al gobierno de Vázquez un alto nivel de apoyo legislativo ya que la mayoría simple estaría asegurada por su propia coalición, sin embargo, hay que tener en cuenta la necesidad de mayorías calificadas para una serie de decisiones administrativas y políticas (como la designación de directores de empresas públicas) y, quizás más importante aun, la relación entre las diferentes fuerzas que integrarán la bancada del EP-FA y que a través de la historia han sido propensas a disidencias y enfrentamientos. La articulación y coordinación de estas corrientes será sin duda uno de los principales desafíos del próximo presidente. De todos modos cabe resaltar que esta tarea probablemente se verá facilitada por el crecimiento de la representación legislativa de los sectores mas moderados de la coalición, paralelamente con el retroceso de los sectores más radicales. La inexistencia de un sector lo suficientemente fuerte como para imponer su agenda al resto de la coalición es otro de los elementos a tener en cuenta. La corriente con mayor representación en el congreso será el Movimiento de Participación Popular, que contara con 7 senadores y una veintena de diputados, lo que seguramente convertirá a su líder, el ex tupamaro José Mujica en una pieza clave de la dinámica política. El crecimiento de Asamblea Uruguay, sector dirigido por el futuro ministro de economía del gobierno de Vázquez Danilo Astori, también es un dato importante, dado que este grupo que contará con tres senadores y una decena de diputados suele mantener las posiciones más moderadas dentro de la coalición, inclusive contra la opinión mayoritaria.


En definitiva, el numero de votos logrado por la alianza de partidos de izquierda, le permitirá controlar los principales resortes de la estructura institucional uruguaya a partir del año próximo, sin embargo, esto no debería implicar un tramite fácil para las eventuales iniciativas del gobierno del Presidente Vázquez, ya que la propia vida intima de la heterogénea coalición, le impondrá seguramente instancias de negociación y disputa.

¿Que esperar?

Es difícil a esta altura hacer un pronostico del rumbo político y económico que tomará el gobierno de Vázquez. Durante la campaña el discurso del presidente electo osciló entre posturas mas propias de las izquierdas latinoamericanas de las décadas del ´60 o ´70 y otras mas cercanas a experiencias actuales como la del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil. Aunque quizás esto tenga mas que ver con la vida interna de la coalición y el rosario de posiciones ideológicas que allí se sustentan, lo cierto es que termina arrojando poca luz sobre las líneas que seguirá la izquierda en el poder.


Podría argüirse que el apoyo que ha hecho el EP-FA a posturas de corte estatista como el referendo sobre la Ley de Asociación de Ancap, en diciembre pasado y el estatuto sobre el agua aprobado en el mismo proceso eleccionario que lo llevo a la presidencia, estarían dando una pauta del rumbo que adoptaría la nueva administración. Sin embargo, no hay que dejar de considerar que ambos proyectos fueron funcionales a la estrategia electoral de la coalición y que permitieron explotar lo que algunos consideran el fuerte sentimiento nacionalista del pueblo uruguayo.


El dato más esclarecedor sobre el futuro de la coalición parece ser la designación de Danilo Astori como titular de la cartera de economía. El líder de Asamblea Uruguay ha sido históricamente de los referentes mas moderados en el seno del EP-FA, situación que lo ha llevado a enfrentarse en mas una oportunidad a otras corrientes más radicales (el caso más resonante de los últimos tiempos ha sido el de la Ley de Ancap). El temprano anuncio por parte de Vázquez de que Astori seria su ministro de economía en el caso de salir electo, tuvo la intención explícita de llevar tranquilidad a los sectores del electorado más sensibles a las ideas históricas de la izquierda y mostrar su disposición a llevar una política económica previsible. El propio Astori se encargo de despejar cualquier duda sobre su futuro papel: "Cuestiones como el control de la inflación, el superávit primario y el cumplimiento de las obligaciones con los organismos financieros internacionales no son propuestas exclusivas de la derecha" (a).


Pero también es claro que el funcionamiento del gobierno y el establecimiento de la agenda política dependerá de la dinámica interna de la coalición. Los movimientos hacia el interior del EP-FA, seguramente tendrán expresión en la política oficial. Mientras las líneas de acción moderadas (que parecería son las que se imponen por estos días) tengan un corolario positivo y satisfagan a la mayoría de las corrientes, es previsible que se mantengan. Sin embargo, frente a eventuales crisis o falta de resultados, es probable que se generen presiones para la aplicación de políticas mas radicales.

Notas:
(a) Diario Clarín, de Buenos Aires, 26 de octubre de 2004.