Artículos

09.11.15

Elecciones del 25 de octubre: ¿el pueblo de Haití, actor o espectador?

La única forma de evitar la imposición de un presidente que no resulta de la voluntad del pueblo expresada en las urnas, es tener un candidato que se destaca por mucho de sus contrincantes, como fue el caso de Aristide en 1990. Sin embargo, tal escenario es poco realista, dada la atomización de los partidos políticos.
Por Joseph Harold Pierre

Los discursos de los candidatos presidenciales mostraron el estado calamitoso de Haití. Rechazando la idea del mesianismo o caudillismo, todos se presentan, sin embargo, como el libertador de Haití, el que viene a cumplir las profecías de un Juan Bautista en el desierto o un Isaías. Con ellos, la economía arrancará, se relanzará la agricultura, la administración pública funcionará, se reducirán la pobreza y la desigualdad, y la paz morará en todos los corazones. Desgraciadamente, estas palabras vagamente repetidas en la mayoría de los casos sin responsabilidad ni preocupación por el cómo o qué políticas a implementar para lograr estos resultados. Más allá de la profundidad o superficialidad de pensamiento de uno u otro candidato, las cuestiones evidencian el estado moribundo de la sociedad haitiana. Hacer un paso adelante o hacia atrás dependerá de las políticas que el sucesor de Michel Martelly habrá implementado.

Contextualización

Las elecciones del 25 de octubre fueron celebradas en la coyuntura de la crisis que resultó de los comicios legislativos del 9 de agosto. Tanto la comunidad internacional como la sociedad civil haitiana se preocupaban por la violencia que pudiera opacar las elecciones. El gran temor está relacionado con la seguridad, ya que Haití tiene en la actualidad 12 mil policías apoyado por 2,500 agentes de la MINUSTAH por una población de 10 millones de habitantes. El mismo presidente del CEP exigía la presidencia de una fuerza altamente armada para la seguridad de los comicios. Si, sorprendentemente, el 25 octubre pasó a ser histórico por la tranquilidad que había en Haití, tal no es el caso en cuanto a la administración de las elecciones, pues según el periódico haitiano Le Nouvelliste, la mitad de los votantes eran representantes de los partidos, de los cuales muchos votaron varias veces.

De esta relativa tranquilidad resultó que la participación fuera de un 28%, nivel considerable respecto al 22% de las elecciones del 2010, pero muy lejos del 50% de los comicios presidenciales de 1990, los primeros en la era democrática haitiana.

Candidatos y resultados

Alrededor de cincuenta candidatos participaron en las elecciones presidenciales. Este número indica la atomización de los partidos políticos en Haití. La ausencia de liderazgo y proyecto político alimenta esta división, además de que, a partir del 2013, según un decreto presidencial, ya no se necesita a 500 personas para formar un partido político sino a tan sólo 20. Cabe subrayar también que los grupos políticos son machistas, pues las mujeres son prácticamente excluidas del proceso. Por ejemplo, ellas representaron tan solo el 8% de los candidatos a las elecciones del 9 de agosto, o sea 152 de 1,853 postulantes. Dicho esto, el 30% de la cuota está muy lejos de materializarse en los miembros del poder legislativo.

De la cincuentena de concurrentes a la presidencia, cuatro se destacaron: 1) Jude Celestin, de tendencia centro-derecha y candidato oficialista malogrado en el 2010; 2) Moise Jean-Charles, izquierdista; 3) Maryse Narcisse, representante de Lavalas, partido del ex-presidente Jean-Bertrand Aristide, de tendencia izquierda reformista; y 4) Jovenel Moise, candidato oficialista y derecha.

Casi el 80% de los votos está repartido entre estos cuatro concurrentes: el oficialista (32%), Jude Celestin (24%), Moise Jean-Charles (14%) y Maryse Narcisse (7%). Aparte del candidato del gobierno, todos los concurrentes rechazan los resultados. Ya hay una coalición de 7 candidatos entre ellos se encuentran Jude Celestin y Moise Jean-Charles que están exigiendo una comisión de revisión de las actas, externa al organismo electoral. Miles de ciudadanos han estado haciendo manifestaciones, reclamando que se sustituya a Jovenel Moise por Moise Jean-Charles, ya que, según ellos, es este cambio que va acorde a la voluntad popular expresada en los votos.

Respecto al resultado de las elecciones, es importante mencionar que tres fuerzas inciden este proceso. Una o la combinación de unas, dependiendo de las circunstancias, son más capaces que otros para inclinar la balanza de los resultados. Son el pueblo, el Estado y la comunidad internacional. Hasta ahora, aparte del voto popular, no se puede saber si las dos otras fuerzas influyeron en los resultados publicados el pasado 5 de noviembre. La única forma de evitar la imposición de un presidente que no resulta de la voluntad del pueblo expresada en las urnas, es tener un candidato que se destaca por mucho de sus contrincantes, como fue el caso de Aristide en 1990. Sin embargo, tal escenario es poco realista, dada la atomización de los partidos políticos, arriba explicada.

Reflexión final

Todavía no se sabe qué será de Haití en la coyuntura actual. Se teme a una gran inestabilidad política, y hasta un potencial gobierno de transición. Tal panorama será muy nocivo para el país. En el medio de esta coyuntura cuyo desenlace no se vislumbra aún, como miembro de NAPSA, deseo dos cosas: una es que las reivindicaciones se encaucen democráticamente y que la segunda vuelta se dé sin gran dificultad; y la otra es que los políticos haitianos empiecen a trabajar en la formación de sólidos partidos políticos y la integración de la diáspora haitiana en la vida política del país, de forma que las elecciones presidenciales del 2020 sean diferentes a los comicios del 25 de octubre. NAPSA, por su parte, ya está movilizando a líderes de la diáspora con miras al voto de los haitianos en el extranjero en la contienda electoral del 2020.

Joseph Harold Pierre es Coordinador general de "Estamos Salvando a Haití (NAPSA)" y Miembro de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia (RLJD).