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02.02.16

Cynthia García denuncia discriminación, pues ya no puede abusar

(TN) Sabbatella podrá seguir soñando con volver a entrar en una AFSCA que ya no existe, y Víctor Hugo y Cynthia García con que «les devuelvan sus programas», pero al hacerlo sólo lograrán convencer a más y más gente que nunca se les debieron haber confiado desde el gobierno los roles que añoran, y de los que abusaron durante demasiado tiempo.
Por Marcos Novaro

(TN) El kirchnerismo se victimiza y parece encontrar razones para hacerlo en los cambios acelerados que se viven en el sistema de medios: a la intervención de la AFSCA y su casi inmediata disolución, vía la derogación por decreto de parte de la LSCA, y la recisión de contratos abusivos en medios públicos, se sumaron decisiones de empresas periodísticas y productoras privadas hasta el mes pasado muy colaborativas con los K, que dejaron de recibir del erario público los alicientes para sostener al periodismo militante cuando el gobierno cambió de manos, y se están librando de los compromisos asociadosa esos generosos aportes. En lo que replican bastante fielmente lo sucedido con Cresta Roja: en todos los casos el prebendarismo k busca socializar los costos de su larga irresponsabilidad y de su actual colapso detrás de conflictos de pretendido alcance público que se carguen a las nuevas autoridades.

Ante todo se destaca que no todos los cambios en los medios obedecen a una misma y única voluntad, aunque sí sean parte de un mismo proceso general: el derrumbe del castillo de naipes comunicacional creado durante 12 años de guerra contra la prensa. Que de tan onerosa, manipuladora y contradictoria no podía sobrevivir a la salida del poder de sus promotores. Y no iba tampoco a evitar que, una vez sacadas de circulación sus premisas básicas, canilla libre de recursos públicos e impunidad para funcionarios, militantes y empresarios amigos, algunos escombros alcanzaran a sus protagonistas y beneficiarios. El edificio que ellos mismos construyeron se cae sobre sus cabezas. Deberían haberlo pensado mejor.

Se ha debatido mucho la justificación o no de los decretos presidenciales que desplazaron a Sabbatella y su banda de falsos reguladores de sus cargos y reorganizaron esas funciones. La situación creo es comparable a la que se vive en el INDEC: ¿podía evitarse la emergencia estadística y la no publicación de los índices cuando el cáncer de la intervención k destruyó hasta las bases de datos?, ¿corresponde respetar la estabilidad de los delegados gremiales si allí UPCN protege a la patota  otorgando nada menos que a 200 de sus integrantes esa condición de privilegio? Normalizar situaciones de tan extrema arbitrariedad necesita en ocasiones como estas de medidas de excepción, que la constitución autoriza pues da prioridad a derechos mucho más generales y esenciales. Son estas las ocasiones en que la Necesidad y la Urgencia deben pesar.

En términos prácticos, hay que destacar una ventaja y una desventaja de los decretos de Macri. Que Cristina hable de “censura”, Máximo de “persecución”, que Sabbatella encabece actos todas las semanas y que Cynthia García y otros protoestalinistas de 6,7,8 pataleen por supuestas discriminaciones en su contra significa una invalorable ayuda del kirchnerismo residual al nuevo gobierno y la renacida vida institucional: con esos contradictores y enfrentando argumentos tan caricaturescos la opinión pública encontrará renovados motivos para apoyar el cambio.

La contracara de este beneficio es que si el conflicto se judicializa tardarán en concretarse las inversiones que han prometido las empresas del sector, que en conjunto se van a beneficiar de la normalización iniciada,y de las que depende que los beneficios lleguen a los ciudadanos.

A este problema hay que sumar el mencionado oportunismo de empresarios que aprovechan el revuelo para soltar algo del lastre acumulado por su hasta hace poco entusiasta complicidad con el periodismo militante, y al hacerlo crean un aparente clima de “exclusiones”.

Por ello conviene recalcar las diferencias de origen, de naturaleza y de fines entre aquellas decisiones de gobierno, dirigidas a modificar las reglas de juego del sistema de medios, y estas resoluciones empresarias.

Cristóbal López decidió sacar del aire a 6,7,8, cuando bien podía trasladarlo de canal 7 a una emisora privada, simplemente porque no quiso correr el doble riesgo de una inversión propia para sostenerlo y de seguir atado públicamente al kirchnerismo. Mientras que Continental, que no se sabe ya si sigue perteneciendo al grupo español Prisa o la controla el mexicano Ángel “fantasma” González, echó a Víctor Hugo justo ahora, cuando hace años que arrastra una conflictiva relación contractual con él, seguramente por el interés en disfrazar sus motivos, la baja en la audiencia y el juicio millonario que teme enfrentar, detrás de un supuesto conflicto político, que al desplazado relator y sus seguidores militantes también les gustaría fomentar.

En ambos casos los exempresarios K prefirieron el “si te he visto no me acuerdo” por buenas razones económicas, las mismas que explican que esos ciclos hayan surgido y perdurado. Sólo una pauta oficial desorbitante y generosas ventajas gubernamentales en otros negocios aún más rentables podían justificar que López y Continental, que de militantes no tienen nada, dieran cabida a tanques propagandísticos de la fe kirchnerista. Dicho de otro modo: porque esos programas eran la negación del periodismo libre y crítico, y porque atacar a éste era prioritario para el anterioroficialismo, fue que esos actores empresarios colaboraron con él dándole cabida a sus fanáticos. Y por las mismas razones carecía para ellos de toda lógica sostenerlos tras el cambio de gestión.

Es por la naturaleza de su función anterior, entonces, no por la que pretendían asumir frente al nuevo gobierno, que perdieron interés para esas productoras y emisoras.

Aun así, dado que cuentan con cierta audiencia fielellos no perdierontoda razón de ser. ¿No iban acaso camino a reciclarse como parte de las “nuevas expresiones críticas” frente al macrismo? ¿Es realmente cierto que no pueden encontrar otros lugares de trabajo para comunicarse con sus seguidores? En parte sucede que buscan adrede presentarse como exponentes de una amenazada libertad de expresión, en la que nunca creyeron, porque siguen actuando más como parte de una facción política que como comunicadores. Pero también pasa que no les es fácil resignarse al lugar mucho más marginal que están llamados a ocupar en un sistema abierto y pluralista.

Conviene considerar en detalle este asunto, para comprender lo paradójico de la situación. Si a alguien podía interesarle que gente como Víctor Hugo y los panelistas de 6,7,8 siguieran en el aire y en lugares destacados, además de a sus más fanáticos admiradores, era al nuevo gobierno, por las ya mencionadas ventajas de tener a esos desprestigiados personajes ocupando el rol de sus contradictores. Mientras que tal fanatismo no resulta para nada atractivo al público en general. Y es natural entonces que empresarios de medios mínimamente competitivos o que quieren ahora serlo opten por otras voces más razonables. En contra de los intereses del oficialismo. Y queden en un lugar más marginal los profetas del “relato”. No a consecuencia de ninguna persecución o presión del gobierno sino más bien al contrario, y en última instancia, debido a la función que ellos mismos se auto asignaron.

En suma, no es que no haya lugar para ellos. Es que el que existe en un sistema de comunicación democrático no va a poder conformarlos, pues es el que los reconoce como lo que siempre han sido, expresión de una secta. Así, las supuestas pruebas de la supuesta “censura anti k” que denuncian estos recién estrenados y no muy bien preparados opositores lejos de revelar una vendetta lanzada en su contra,son en última instancia evidencia de sus propios vicios: la locura en que se acostumbraron a vivir y no aceptan dejar atrás.

Mientras, la indiferencia o liso y llano rechazo con que recibe sus denuncias la opinión pública revela el creciente abismo existente entre el diagnóstico de la situación que hacen estos referentes de un kirchnerismo todavía ruidoso pero sin destino, y las expectativas y valoraciones imperantes en el grueso de la sociedad, ya desde hace tiempo hastiado tanto del fanatismo como del saqueo de los recursos públicos. Sabbatella podrá seguir soñando con volver a entrar en una AFSCA que ya no existe, y Víctor Hugo y Cynthia García con que “les devuelvan sus programas”, pero al hacerlo sólo lograrán convencer a más y más gente que nunca se les debieron haber confiado desde el gobierno los roles que añoran, y de los que abusaron durante demasiado tiempo.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)