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08.07.16

Wifi o las migajas de Internet

El gobierno cubano convierte el limitado acceso a Internet a través de zonas Wifi en bandera propagandística para impresionar con irreales aires de modernidad, progreso, apertura y libertad de información, que no pasa de migajas de Internet.
Por Reinaldo Cosano Alén

Tanto Wifi como el servicio Nauta para mensajes de texto se emplean casi exclusivamente para comunicar con familiares y amigos en el exterior, que poco conmueve las raíces de intransigencia política del régimen, pero como reza la sabiduría popular Del lobo (castrista), un pelo.

Estela, acompañada de su hijo adolescente, residentes en el Vedado, La Habana, teléfono en mano, no faltan a los alrededores del hotel Habana Libre a las cinco y 30 de la tarde cuando termina de trabajar en una oficina para conversar con el esposo, residente en Miami. Intercambian opiniones sobre los trámites consulares para la reunificación familiar en los Estados Unidos.

Salvador Valle, de 26 años viaja 30 kilómetros desde la playa Guanabo donde reside a La Habana para comunicarse con su familia, también en Miami.

Aunque formalmente existe navegación por la red de redes, no pasa de ser ficción por lo costoso. Hay ansias de información libre, que el pueblo necesita y reclama, diferente de la que manipula el régimen.

Esas ansias que conducen al uso de nanostation y otros artilugios para lograr la ampliación de la señal de internet y conexión mediante esos y otros ilícitos repetidores que logran llegar a un número incalculable de ciudadanos contra los que el régimen opone constante cacería con detenciones, confiscación de equipos y altas multas.

Causa admiración a turistas extranjeros que tantos cubanos de diversas edades estén alrededor de algún hotel de primera o plaza pública, con teléfonos, computadoras y tabletas en mano, en descampado, apretujados, donde no faltan asaltos para robar equipos. Sorpresa mayor reciben al saber que tratan de conectarse por Wifi, en deplorables condiciones incomparable con las comodidades del cibercafé de otros países o en las casas.

Vergonzoso maltrato al ciudadano que pugna por hallar espacio a la intemperie donde mejor colocarse en las escasas zonas Wifi habilitadas por las monopólicas empresas cubanas Cubacel, de internet, y Etecsa que controla los dispositivos personales (móviles) mientras rapiñan millones de dólares en divisa y controlan la información que desagrade al gobierno.

Lugares por donde desfila un carnaval humano, con falta de respeto, vulgaridad, hablar muy alto y faltando a la privacidad algunos llegan al colmo de intervenir en conversaciones ajenas, que desdice del proclamado alto nivel escolar del país.

Costosa Wifi comparada con los estándares cubanos. El salario medio ronda los 400 pesos, unos l8 dólares, que no alcanzan para las más perentorias necesidades del hogar, aunque hay familiares en el exterior que costean los gastos de comunicación.

A pesar de tantos martirios para acceder a Internet, dígase Wifi o Nauta, representan una ventanita entreabierta al mundo que fractura tanta intolerancia política.

Los castigos que paga el cubano para recibir efluvios de la red de redes es demostración palpable de que los tiempos cambian, que es hora de escuchar el reclamo del cubano y del mundo de que el gobierno se abra al mundo y a su propio pueblo. Haga reformas que sean efectivas, no embustes.

Salvador, celular en mano, sentado en las afueras del hotel en el piso sucio, corriéndole gotas de sudor por el rostro por el ardiente verano, hace esfuerzos por concentrarse en la conversación con su familia y no distraerse en conversaciones ajenas que le perturba, hace perder tiempo y dinero, exclama: “¡Como ambiciono tener internet en mi casa!”.