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21.12.18

De Operación Jungla a Operación Pantano

(El Líbero) La única razón por la que el gobierno todavía tiene que estar dando explicaciones por el caso Catrillanca es por la forma en que reaccionó inicialmente ante las noticias de la muerte del comunero. Dado que se metió sola en un problema del que ahora no sabe cómo salir, necesita una estrategia para poder cerrar ese tema y seguir avanzando en su agenda política.
Por Patricio Navia

(El Líbero) El año 2018 está cerrando de mala manera para el gobierno del Presidente Piñera. El conflicto en La Araucanía está monopolizando la agenda. Después de que el gobierno convirtiera la paz en la zona en una de sus prioridades, el asesinato de Camilo Catrillanca ha constituido un doloroso traspié para su esfuerzo por normalizar las relaciones. En junio de 2018 se anunció con bombos y platillos la existencia del Comando Jungla —aunque el gobierno nunca le dio oficialmente ese nombre. Lo que está ahora pasando en La Araucanía indica que el gobierno necesita una Comando Pantano que lo ayude a salir del peligroso terreno en el que ahora está atrapado.

Desde la campaña de 2017, Sebastián Piñera dejó en claro que quería convertir la normalización en La Araucanía en una de sus prioridades de gobierno. Después de su victoria, nombró a Alfredo Moreno al Ministerio de Desarrollo Social con un mandato claro para que liderara los esfuerzos por llevar las riendas del Plan Araucanía. Para Piñera, demostrar que su gobierno podía lograr sentar a todos los sectores a la mesa para encontrar una salida negociada al prolongado conflicto en la región era una prioridad. Si lograba establecer una paz duradera, podría demostrar que su gobierno hacía mejor la tarea de promover el desarrollo sustentable e inclusivo que los gobiernos de izquierda. Precisamente porque el desempeño de los gobiernos de la Concertación y Nueva Mayoría —y en especial el de los dos gobiernos de Bachelet— había sido especialmente deficiente en la forma en que habían respondido a las crecientes tensiones en La Araucanía, Piñera vio en el Plan Araucanía una oportunidad inmejorable para dejar en claro que su gobierno podía ser más exitoso que el de su predecesora.

La necesidad de enviar un mensaje a su sector —especialmente ante la arremetida del discurso más conservador de José Antonio Kast— llevó a Sebastián Piñera a complementar su esfuerzo por establecer una mesa de diálogo en la región con el anuncio de un comando especialmente entrenado en Colombia para controlar hechos de violencia contra la propiedad privada. Porque no puede haber normalización si no es acompañada por el respeto a los derechos individuales y a la propiedad privada, el gobierno de Piñera quiso dejar en claro que no toleraría a grupos organizados que buscan sembrar el terror en la región.

La muerte de Camilo Catrillanca el 14 de noviembre representó un complejo obstáculo para el plan. Pero la forma en que el gobierno respondió a la noticia de la muerte del comunero mapuche empeoró la situación. Al cerrar filas en torno a Carabineros de forma tan poco sabia, se metió en un pantano del que todavía no ha podido salir. El propio Presidente Piñera, que entonces estaba en gira por Asia, tuiteó un mensaje que, con la información que hoy tenemos, pareció demasiado preocupado de defender a Carabineros. Después de anunciar que pediría un fiscal especial para aclarar las circunstancias de la muerte de Catrillanca, el Presidente escribió: “Ratificamos deber de Carabineros de perseguir delitos y su derecho a defenderse cuando son atacados”. Otros personeros del gobierno y líderes del oficialismo también aceptaron a ciegas la versión de que había habido un enfrentamiento entre carabineros y comuneros.

Por eso, a medida que se ha conocido más información sobre lo que ocurrió y que la versión inicial de Carabineros ha ido cambiando, la temprana decisión del gobierno de tomar como cierta la versión que recibió parece un error. Dado el historial de escándalos de corrupción y de operaciones fallidas en la institución —como la Operación Huracán— debió haber sido más cauto en la forma en que respondió en un comienzo a la muerte de Catrillanca. Más aún, precisamente porque la historia inicial de Carabineros pronto cambió, el gobierno nunca debió haberle prestado ropa y, en especial, al General Director Hermes Soto.

Ahora que han pasado 5 semanas desde el trágico incidente, el gobierno todavía se encuentra enredado en un pantano en el que se metió innecesariamente. Es verdad que la muerte de Catrillanca igual iba a representar un retroceso en su esfuerzo por avanzar hacia la normalización en La Araucanía. Pero no era inevitable que quedara atrapado en el pantano por tanto tiempo producto de una muerte en la que el gobierno no tuvo ninguna responsabilidad directa. La única razón por la que el gobierno todavía tiene que estar dando explicaciones por el caso Catrillanca es por la forma en que reaccionó inicialmente ante las noticias de la muerte del comunero. Dado que se metió sola en un problema del que ahora no sabe cómo salir, La Moneda ahora necesita una Operación Pantano para poder cerrar ese tema y seguir avanzando en su agenda política.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)