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23.04.19

Suicidios presidenciales

El miércoles 17 de abril, Alan García utilizó un colt -obsequio de la Marina de Guerra con su nombre grabado- para dispararse un tiro que ingresó por el maxilar inferior destrozándole el cerebro. La policía estaba a punto de derribar la puerta de su habitación. Fue dos veces presidente de Perú.
Por Hugo Machín Fajardo

“Al odio de mis enemigos dejo el legado de mi muerte. Les di mi vida. Ahora les ofrezco mi muerte”. Esta frase se parece a la del ex presidente peruano Alan García (69), escrita seis décadas después: “Y mi cadáver como una muestra de desprecio a mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse”.

El primer texto fue escrito por el ex dictador/presidente de Brasil, Getulio Vargas (1882 - 1954), antes de dispararse un tiro en el corazón, cuando militares de alta graduación de su país llegaban al palacio presidencial a presionarle para que renunciara.

Vargas protagonizó uno de los suicidios políticos latinoamericanos del siglo XX. El primero en esa línea fue el del ex presidente uruguayo Baltasar Brum (1883 - 1933), tras el golpe de Estado dado por Gabriel Terra en 1933. Brum, ante la indiferencia ciudadana frente al inicio de una dictadura, tras invocar a la libertad, se disparó un balazo al corazón cuando lo iban a detener los golpistas.

Cuarenta años después, en otro contexto también originado por un golpe militar, el sacrificado sería el presidente chileno Salvador Allende (1908 - 1973).

Getulio se quitó la vida a raíz de un hecho generado a sus espaldas: el atentado contra un rival político, Carlos Lacerda, quien resultó herido, y muerto su guardaespaldas, un prestigioso oficial de la fuerza aérea brasileña. El autor del crimen, Gregorio Fortunato, apodado el Ángel Negro, era el jefe de la Guardia Presidencial; pero, reitero, el entonces presidente de Brasil nada tuvo que ver en el hecho.

Vargas, hábil político al punto que se le atribuía la capacidad de sacarse los calcetines sin quitarse los zapatos, protagonizó durante un cuarto de siglo la vida política brasileña. En 1930, luego de dar un golpe de estado acorde a los tiempos que corrían, tras declarar nula una elección, permaneció en el poder durante 15 años. Cauto, capaz de “guardar silencio en diez idiomas”, incorporó la clase trabajadora a la estructura política del Brasil. Creó la Petrobras, nacionalizó empresas, inició el complejo industrial siderúrgico de Volta Redonda, concedió el voto femenino, abolió el trabajo infantil y enfrentó al latifundio feudal. Construyó el Estado Novo según el corporativismo de Mussolini y persiguió a la izquierda comunista.

Presionado por el ejército, abandonó la primera magistratura en 1945 para ser electo democráticamente en 1950. Un caso único de dictador que vuelve a presidir un país, pero como presidente electo. Casi lo emparda el militar colombiano Gustavo Rojas Pinilla (1900 - 1975) en 1970.

Getúlio Vargas, Baltasar Brum, Salvador Allende y Alan García.

Alan García. El miércoles 17 de abril, Alan García utilizó un colt -obsequio de la Marina de Guerra con su nombre grabado- para dispararse un tiro que ingresó por el maxilar inferior destrozándole el cerebro. La policía estaba a punto de derribar la puerta de su habitación.

Fue dos veces presidente de Perú. Tras su primera presidencia (1986-1990), asumida con entusiasmo y vitalidad propias de aquel economista de 35 años, de ese mandato quedó el desencanto de la mayoría ciudadana con su administración; además de la sospecha de su enriquecimiento ilegítimo como funcionario, debido a ingresos no declarados de dudoso origen y presumibles ganancias ilegales provenientes de su participación directa en los casos de los aviones Mirage y el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI).

Adicionalmente, de ese período data la denuncia de violaciones a los derechos humanos, como la masacre a los indígenas del poblado de Bagua o la muerte de los presos políticos en el año 1986 ocurrida en penales del Frontón, San Juan de Lurigancho y Santa Bárbara.

Este legado abriría el camino a Fujimori conspicuo dictador y arrasador de libertades.

Retornado por las urnas al poder (2006- 2011), Alan García tuvo opaca gestión, aunque menos mala que la primera. Y para colmo, la enorme mancha corrupta inyectada desde el Brasil que untó a los expresidentes Alejandro Toledo, Ollanta Umala, Pedro Kuczynski, la poderosa congresista y ex candidata presidencial Keiko Fujimori, y varios exministros, pareciera haberle salpicado…

Un decreto de urgencia de Alan García en 2009 para la construcción del Metro de Lima, generó cargos de pedido y recepción de sobornos del consorcio ganador de la licitación formado por Odebrecht y Graña y Montero, quienes a partir de ello obtuvieron enormes ganancias. Se suman los aportes de Odebrecht a su campaña presidencial del 2006, donde según información proporcionada por la multinacional brasileña, el ex presidente aprista habría recibido 200.000 dólares.

Jaime Bayly. El peruano Jaime Bayly, en su permanente mezcla de periodismo y show, afirma que García, a quien conocía desde hace 35 años, padecía de “trastornos mentales” que habían exigido su internación “varias veces en la clínica San Felipe de Lima, donde lo habían sometido a la cura del sueño, durmiéndolo con sedantes para que saliera de profundas crisis depresivas, o para que se calmase de virulentos estallidos maníacos, o para salvarlo de hacerse daño”.

Bayly, quien se reconoce como bipolar, cuenta que hace unos años García le apoyó en una eventual competencia presidencial ofrecida al periodista. “Le dije que no tenía dinero para financiar la campaña. Se rio. En tono paternal, me dijo que, si inscribía mi candidatura y despuntaba en las encuestas, la plata llegaría sola, pues los empresarios más poderosos solían precipitarse a financiar las campañas de los candidatos con posibilidades de ganar. Tenía razón. En efecto, la plata llegaba sola. Poco después, el representante de Odebrecht se ofreció, en una cena en el club Nacional, a financiarme la campaña presidencial. Para comenzar, podía darme un millón de dólares”. Esa es la única referencia de Bayly a la presunta culpabilidad de García quien, suicidándose, cerró la investigación judicial e investigaciones fiscales. Prescribiría el proceso penal dado que la responsabilidad es personal.

La justicia peruana, más allá de las críticas que se le hacen sobre la espectacularidad procesal, ha avanzado y mucho respecto a los sobornos ofrecidos por Odebrecht a los políticos peruanos. En este tema avanzó mucho más que la justicia de otros países, como Colombia, por ejemplo. Si Alan García era inocente podrá atribuírsele al Poder Judicial del Perú una desmedida medida al disponer el arresto preventivo, aunque cierto es que García había intentado asilarse en Uruguay para eludir la investigación. Si al final del camino resultara culpable…la pena de muerte autoinfligida lo exime de otras sentencias. ¿Hay alguna mayor que esa?

La Comisión Nacional de Derechos Humanos del Perú (CNDDHH), integrada por 82 organizaciones de todo el país, emitió un comunicado sobre el suicido del ex presidente García: “Lo ocurrido debe ser esclarecido en el marco de las investigaciones por delitos de corrupción que actualmente se llevan en el sistema de justicia, salvaguardando el derecho a la verdad que demanda el país. En este sentido, expresamos nuestro rechazo a cualquier forma de uso político de estos sucesos, en particular si éste busca atentar contra el derecho a la verdad y la justicia de miles de peruanas y peruanos”. En el texto se expresa el respaldo especial a los fiscales del Equipo Especial Lavajato.