Artículos

19.06.19

Santiago Cúneo le contesta a Felipe Solá: que se calle

(TN) Solá rogó que los K bestiales guardaran silencio. Difícil que lo escuchen, pues Máximo Kirchner los avala y alienta, y Alberto Fernández lo respalda: acaban de sumar a su galería de aliados al antisemita Cúneo, que llamó a callarse a Solá.
Por Marcos Novaro

(TN) En las últimas semanas varios personajes representativos del pensamiento más primitivo y bestial del sector kirchnerista dejaron en evidencia que la moderación para ellos no cuenta.

Mempo Giardinelli y Eugenio Zaffaroni pidieron terminar con el poder judicial, crear un fuero especial para liberar a todos los “presos políticos” es decir los detenidos o condenados por causas de corrupción. Dady Brieva propuso crear una Conadep para los periodistas, para que sus acciones contra el prestigio kirchnerista “no queden impunes”. Y Hugo Moyano explicó a sus amigos que “si volvemos al gobierno voy a pedir el ministerio de venganza”.

Felipe Solá advirtió un poco tarde que la cosa estaba tomando un cariz complicado y, refiriéndose específicamente a Brieva, advirtió que “la gente que habla así perjudica a los candidatos”. Lo suyo sonó bastante vergonzoso, además de un poco desesperado: fue como decir “A ver, un poco de disciplina, mantengan la línea, y la línea es actuar como moderados, al menos hasta que la gilada vote y ya no pueda arrepentirse”.

Sin duda, sabe de lo que habla, porque el kirchnerismo siempre hizo campañas moderadas para después gobernar a lo gurka. Y puede decirse que giros de ese estilo son parte de una tradición mucho más extensa, una forma de hacer las cosas, que Solá aprendió de joven y que ya explicó en más de una ocasión. Como cuando dijo que la mejor forma de prosperar en el peronismo era haciéndose el boludo. O cuando, siendo renovador, mamó las lecciones que impartía José Luis Manzano, que este resumía en la siguiente máxima: “la función del peronismo moderado es ser la careta civilizada de la patota”.

El problema principal de Solá, de todos modos no es la hipocresía indisimulada de su pedido, sino el hecho de que el mismo está condenado a fracasar. Porque no se trata de un par de loquitos exaltados, los que hacen declaraciones brutales no son una patrulla perdida que desoye las órdenes: lo que estos kirchneristas bestiales dicen no es muy distinto de lo que dicen y hacen desde el vértice del proyecto en el que se ha vuelto a enrolar Solá. Por eso, el desubicado, el que desentona, tal vez sea él, no los fanáticos.

No fue casualidad que Giardinelli y Zaffaroni se refirieran del modo que lo hicieron sobre los juicios por casos de corrupción, lo hicieron justo después de que el mismo Alberto Fernández planteara, apenas más moderadamente, la misma idea: que nada de eso va a seguir si ellos ganan, que los jueces que actuaron “abusivamente” investigando a sus compañeros kirchneristas van a tener que dar explicaciones, que “hay justicia solo si Cristina es hallada inocente”, y que no va a indultar a nadie “porque el indulto no borra el delito” y la idea es, claro, dejar establecido para siempre que los delitos, los hechos contantes y sonantes cuyas evidencias se cuentan por centenares, no existieron, al mejor estilo soviético. ¿En serio son Giardinelli y Zaffaroni los que deberían callarse?

Tampoco fue casualidad que las bestialidades de Moyano y Brieva acompañaran una foto insuperable que se sacó muy sonriente Máximo Kirchner con Santiago Cúneo, confeso antisemita y no se sabe si fascista de izquierda o estalinista de derecha (como ha caracterizado agudamente a este tipo de personajes que cria el peronismo el historiador Loris Zanatta), a quien el hijo presidencial también dio la bienvenida de nuevo en el redil kirchnerista. Foto que el candidato presidencial del kirchnerismo avaló como una “jugada de coyuntura” que no significa que Máximo sea antisemita. Aunque no le haga asco a nada “en la coyuntura”.

Si esa es la pauta que se establece desde el vértice del Frente de Todos, ¿por qué asombrarse si cunde el ejemplo y las bestialidades se multiplican en las bases? Aún cabe preguntarse, o podría preguntarse Solá, ¿por qué lo hacen, por qué Máximo Kirchner y Alberto Fernández hablan y actúan en términos que los complican? Tal vez parte de la explicación resida en que, desde su perspectiva, ya se han moderado demasiado. La propia candidatura del Alberto fue un gesto de moderación hasta excesivo. Así que, ¿por qué seguir traicionándose?, ¿haciéndolo no se pondría en riesgo la identidad, la fe, justo cuando la fe está siendo confirmada por la historia?

Ese es finalmente el fondo de la cuestión: en su fanatismo, están absolutamente convencidos de que el paso del tiempo les dio la razón y la oportunidad que se les presenta los invita a volver con todo, “sin bajar las banderas”, “sin dejar las convicciones en la puerta de la Rosada”. Solo los Solá, los Massa, los que fracasaron y volvieron cabizbajos y arrepentidos están obligados a disimular, ellos no.

Por eso, a sus ojos, los Solá y los Massa valen bastante poco, tal vez nada. Tienen, en el mejor de los casos, un papel bastante secundario que cumplir. Por eso, en vez de valorarlos como aliados reconquistados, los tratan poco más que como piezas de caza embalsamadas, y una vez que se los metieron en el bolsillo no piensan darles bolilla. Se entiende entonces que Cúneo se tome la libertad de aclararle a Solá que es él quien debería callarse.

¿No tiene razón el exgobernador, no se complican sus chances electorales? Es muy probable, pero difícil que se pongan de acuerdo. Porque la disputa entre quienes creen en serio en la moderación del kirchnerismo y los que velan por su identidad y sus objetivos de siempre recién comienza, y no se va a resolver con una simple discusión.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)