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12.09.19

Fiebre lusitana

(7 Miradas) Argentina va a salir de la actual crisis a la corta o a la larga. Pero siempre necesita estar al borde del abismo para reaccionar a tiempo. Este no es solo un problema político (ojalá fuera así). Es una sociedad con dificultades para la cooperación en situaciones de conflicto en todos los niveles: desde un club de futbol hasta el consorcio de un edificio.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Y se puso de moda hablar de la salida de la crisis “a la portuguesa” (no nos referimos a la receta de cocina con tomates y arvejas). En estos días salieron una cantidad de artículos ilustrativos sobre el proceso que experimentaron los lusitanos de la mano de una coalición de centro izquierda, luego de un ajuste clásico comandado por una coalición de centro derecha (que pagó los platos rotos). Como ilusión está linda. Luego, “es un poco más complejo”.

Como esta no es una columna de economía, no vamos a opinar sobre eso, sino llamar la atención sobre una serie de factores políticos a tener en cuenta:

  1. El tamaño sí importa: Argentina es enorme, Portugal es chico. Siempre es mucho más complejo vérselas con 45 millones de habitantes en vez de 11 millones. Es por eso que intentar compararse con Uruguay o Chile no es muy afortunado, pese a ser vecinos y hablar el mismo idioma.
  2. Estar en Europa: el contexto geográfico y social es clave. Argentina vive en la región más violenta y desigual del mundo. Ergo, pensar que se sale de una crisis solo, sin tener cuenta qué vecinos uno tiene, es un poco fantasioso.
  3. El parlamentarismo: el sistema obliga a establecer acuerdos explícitos de políticas para gobernar, con una toma y daca sin que nadie se espante, y el que arma una mayoría manda. Eso hace que un partido que no haya sido el más votado pueda encabezar una coalición. En nuestra cultura presidencialista eso sonaría a fraude. Por lo tanto, en Argentina un gran acuerdo solo lo puede conducir alguien con muchos votos para imponerle reglas al resto. La clásica frase de “mi límite es fulano” le hace un flaco favor a un funcionamiento eficiente de la democracia.
  4. Los partidos: en Portugal, como en buena parte de la Unión Europea, hay partidos más o menos estables. En todos lados hay crisis de representación, pero hay alguna base estructural que da más garantías. En la Argentina eso está bastante desdibujado. Por lo tanto, todo acuerdo es precario, y vuelve más difícil establecer acuerdos “a la Moncloa” (otro viejo latiguillo).
  5. El euro: tener una moneda común en una región quita autonomía a los países, por lo tanto las opciones son ajustarse el cinturón o salir del euro, con todo lo que eso implica política y socialmente. En los últimos años lo plantearon varios, entre ellos Grecia. No es el caso de Argentina que puede hacer con su moneda lo que quiere, pero tampoco está obligado a ser responsable ante otros con las metas que se fija. Luego de la experiencia de la convertibilidad, la gran mayoría del arco político cree que no se debe volver a un esquema de cambio fijo.

Moralejas: Argentina va a salir de la actual crisis a la corta o a la larga. Pero siempre necesita estar al borde del abismo para reaccionar a tiempo. Este no es solo un problema político (ojalá fuera así). Es una sociedad con dificultades para la cooperación en situaciones de conflicto en todos los niveles: desde un club de futbol hasta el consorcio de un edificio. De modo que la manera en que resuelve sus crisis es cuando un actor potente, con suficiente legitimidad, le impone reglas a los demás. Así pasó en 1989, en 2002 y así volverá a suceder. El actor ya está: el peronismo reunificado atrás de Alberto y Cristina. El punto es cómo sigue el tratamiento luego de que el paciente sale de terapia intensiva y lo trasladan a terapia intermedia.

En economía se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias, decía Keynes (popularizado por Samuelson). Le agregaría: las consecuencias políticas y sociales también.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)