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15.02.24

El triste final de la megaley, ¿fue realmente impericia?

(La Nación) El cambio será más lento, pero más sólido. De no hacerlo así, si el Presidente soñara con una marcha triunfal jugando con el fuego plebiscitario, si en serio acariciara la idea de enfrentar a los «buenos argentinos» contra los «malos», «buenos», entonces pónganse el casco y abran el paracaídas: «La fiesta que acaba de empezar», cantaba Roberto Carlos, «ya ha terminado».
Por Loris Zanatta

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