Reseñas

14.01.09

La pasión según Carmela, de Marcos Aguinis.

''Lo nuestro no es traición ni cobardía, le dije, sino lucha por la libertad, la tuya y la mía. Cuba se ha convertido en una enorme cárcel, asintió ella con voz quebrada. La cárcel que nos construyó Fidel'' (p. 255).

Sudamericana: Buenos Aires, 2008. 312 páginas.

A 50 años de la revolución cubana, La Pasión según Carmela nos ambienta en los meses previos a la llegada de Fidel Castro a La Habana en enero de 1959 y lo que ha significado para los cubanos medio siglo de dictadura.

Es una historia de amor entre Carmela, una médica cubana e Ignacio, un economista argentino que durante la segunda mitad de 1958 está en la Isla acompañando y luchando por la revolución. Para él, es una aventura "que viene repitiendo la humanidad desde que empezó a ser oprimida… es la rebelión de Moisés, de Espartaco, de Jesús, de los campesinos medievales, de los sans-culottes de Francia, de los ejércitos libertadores en América Latina" (p. 27).

Carmela pertenece a la clase alta cubana, pero tras romper con su esposo sigue los pasos de su hermano y se interna en la Sierra Maestra para acompañar a los revolucionarios que confían en que esta insurrección significará la llegada de la democracia a la Isla. Es el anhelo de la ansiada libertad, pues la rebelión será contra la hipocresía, los prejuicios y las injusticias de la dictadura de Batista.

Al decir de la contratapa, ambos "construyen su amor duro y bello en uno de los escenarios más sísmicos y románticos de la historia latinoamericana. Nadan con la corriente, la gozan y agrandan. Pero también son arrastrados por remolinos que quitan el aire y ponen el mundo al revés".

La historia está bien ambientada con nombres reales: Húber Matos, Ernesto "ché" Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, Gabriel García Márquez y el propio Fidel. Además, la lectura –y por un momento cerrar los ojos- nos transporta a lugares como Matanzas, Santiago de Cuba, la Sierra y La Habana con sus distintos barrios.

La novela devela el desencanto  de los rebeldes y las justificaciones de sus seguidores. ¿Hay justificación a las guillotinas y las purgas? Las intrigas, los fusilamientos, las venganzas y un Fidel que irritado por la difusión internacional de las ejecuciones convocó a un acto masivo en La Habana en donde lejos de inclinarse a la moderación exigió la pena de muerte a todos los culpables de los crímenes políticos (p.136). Ante ello, "jueces asustados debían acatar las exigencias de una muchedumbre fuera de sí" (p. 137). Pero la gente quería Fidelismo, es decir  "democracia y libertad con justicia social", y no Comunismo que equivale a "justicia social sin democracia ni libertad" (p.146).  Húber lo anuncia, "la Revolución resbala hacia la dictadura… tal vez sea una dictadura diferente a las que conocemos, pero será una dictadura; se trata de una redonda traición a nuestros ideales" (p. 153). ¿Qué te paso Fidel?

El desastre económico de Ché, visitas de los intelectuales, la condena a Matos, la cárcel, el exilio de los disidentes, el fracaso de la zafra, las contradicciones de los visitantes de la Europa Oriental, la libreta de racionamiento y las fugas en balsa dan el entorno a un romance pasional y doloroso.

No doy más detalles ni me referiré al desenlace para que el lector disfrute y mantenga la atención, pero hay una pregunta central "¿yo soy igual a los comandantes? ¿Por qué no soy yo el que manda?" (p. 177). "A ciertos funcionarios y comandantes ya se los empezaba a calificar como los Gorditos, porque comían en los mejores restaurantes, salían de viaje al exterior disfrutaban viviendas lujosas". Luego viene la sentencia de Ignacio: "Ansiábamos construir un mundo mejor por la vía del voluntarismo. Ahora pienso que el voluntarismo debería asociarse a la omnipotencia y, también a la crueldad. O la estupidez…"(pp. 218-219).

La novela de Aguinis nos conmoverá con el amor,  con la lucha en pro de la libertad, pero sobre todo nos mostrará la pasión y el desencanto cubano.