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16.03.18

Problema de reputación

(7 Miradas) Como se sabe, una decepción no es solo responsabilidad de la parte inculpada, sino que perfectamente puede ser que la otra parte se había hecho ilusiones desproporcionadas, alejadas de una correcta lectura de los límites que impone la política.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Es muy difícil hacer bien los deberes para adentro y para afuera. A algunos de los 2 públicos algo les caerá mal. Ser dadivoso adentro trae problemas afuera. Y ser dadivoso afuera traerá problemas adentro. Es una tirantez que sufre casi todo gobierno argentino al menos desde la recuperación democrática. Y en el medio de ese tironeo está la gobernabilidad y la normalidad institucional. Los 2 gobiernos que no lograron una respuesta adecuada a dicho intríngulis terminaron antes de tiempo. Ese no parece que será el caso de Mauricio Macri, pero sabe que no la lleva fácil.

La conferencia de prensa en donde se reformularon las metas de inflación para 2018 el 28 de diciembre hizo mucho ruido en el mundo de los negocios fuera de la Argentina. Creen que la política se metió en la racionalidad económica, y que eso es un mal signo, al estilo de lo que sucedía en el gobierno de CFK (aunque muy atenuado, desde ya).

La lluvia de inversiones y de dólares no llega porque “los que la ponen” esperaban un gobierno mucho más decidido a hacer un giro de 180 grados respecto a la etapa anterior, y el gradualismo los hace temerosos.

Veamos las cosas desde el otro lado del mostrador: el gobierno de Macri es el más débil parlamentariamente de la historia. La agenda que deja Cristina es complicada, pero más complicado aún es la resistencia de la sociedad –en sus distintos estamentos- a hacer cambios profundos. Resultado: filosofía Merlo, “paso a paso”.

Hasta acá, en lo político va resultando, con sus más y con sus menos. Elecciones de medio término ganadas con comodidad, agenda parlamentaria 2016-2017 sin mayores contratiempos (salvo el intento de impuesto a las ganancias), presupuestos aprobados, reforma tributaria, holdouts, el pacto fiscal y hasta la reforma previsional (piedras de por medio). Queda nada más ni nada menos que la reforma laboral, y también la política. Eso viene más problemático. Pero no está nada mal.

El tema es que la puja entre la Jefatura de Gabinete de Ministros (JGM) y el presidente del Banco Central no solo no ha cesado –debido a la reformulación de metas- sino que quizá hasta se haya incrementado. Y como se sabe en el ambiente macrista, el que se enfrenta con Peña, sale de la cancha.

Por eso arreciaron las operaciones en las últimas semanas en donde se dice que Sturzenegger se va en junio y que lo reemplazaría un economista que responde al poderoso Quintana. En ese sentido, el presidente del BCRA, pese a su tozudez conceptual, considera que no puede irse del cargo simplemente por una diferencia política con el gobierno. En ese sentido privilegia lo institucional y cree que sería peor el remedio que la enfermedad.

Lo cierto es que hubo un costo de reputación del Banco Central en la mirada de los brokers extranjeros y que, sumado a la actitud gradualista, en cierto modo decepciona las expectativas que existían respecto a Macri. Como se sabe, una decepción no es solo responsabilidad de la parte inculpada, sino que perfectamente puede ser que la otra parte se había hecho ilusiones desproporcionadas, alejadas de una correcta lectura de los límites que impone la política.

Ahora: si el gradualismo es el timing correcto de las reformas que está haciendo el presidente, y que los frutos se verán aunque sea más tarde, solo Dios lo sabe.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)