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08.08.18

Vázquez versus Vázquez

(El Observador) Vázquez 1 desplegó una agenda ambiciosa y tejió estrategias para llevarla a la práctica. No vaciló, además, a la hora de promover a su sucesor. Vázquez 2 mostró más resignación que ambición. Organizó un gabinete amigable y tomó distancia en el pleito entre sus posibles herederos. Las comparaciones son odiosas, lo sé. Pero ilustran y sugieren preguntas.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) En un clima signado por la incertidumbre sobre protagonistas, propuestas y desenlaces, nos vamos sumergiendo, poco a poco, en la campaña electoral. Partidos y fracciones calientan los motores y se aprestan a tomar decisiones. La segunda presidencia de Tabaré Vázquez se va acercando al final de su "vida útil". Aunque faltan todavía algunos metros para la línea de llegada es posible comparar sus dos gestiones. Vázquez 1 desplegó una agenda ambiciosa y tejió estrategias para llevarla a la práctica. No vaciló, además, a la hora de promover a su sucesor. Vázquez 2 mostró más resignación que ambición. Organizó un gabinete amigable y tomó distancia en el pleito entre sus posibles herederos. Las comparaciones son odiosas, lo sé. Pero ilustran y sugieren preguntas.

Las agendas de gobierno de Vázquez 1 y Vázquez 2 tuvieron, desde luego, amplias zonas de contacto. Entre ellos, por ejemplo, cabe mencionar el combate a la desigualdad social y la promoción de la apertura comercial. Pero, más allá de continuidades, lo que más sorprende son las diferencias. La agenda de gobierno de la primera presidencia fue impactante: reforma tributaria, reingeniería del sistema de salud y del gobierno de la educación, búsqueda de desaparecidos, apertura comercial, promoción de la innovación, Plan Ceibal, descentralización (tercer nivel de gobierno), etcétera. Si la de Vázquez 1 llamó la atención por su ambición, la de Vázquez 2 sorprende por la razón opuesta. Apenas un ejemplo para ilustrar el contraste. El propio presidente dijo que el "principal objetivo" logrado por su gobierno en 2015 había sido la "aprobación del presupuesto..." Compárese esta magra cosecha con la del propio Vázquez durante 2005: creación del Mides, puesta en marcha del Panes, excavaciones en cuarteles...

No sólo las agendas fueron contrastantes. También la lógica de integración de sus respectivos gabinetes. Durante su primera presidencia Vázquez tomó por un camino difícil: incorporó al gabinete a los jefes de las principales fracciones frenteamplistas. Desde luego, no debe haber sido fácil para el presidente debatir en cada Consejo de Ministros, por ejemplo, con José Mujica o con Reinaldo Gargano. Pero, mediante este recurso, logró maximizar la gobernabilidad. A diferencia de Vázquez 1, Vázquez 2 tomó por el camino más sencillo. En lugar de "rivales", escribí en su momento, designó "leales". Salvo cuando algún ministro choca con otro (Ernesto Murro o Carolina Cosse con Danilo Astori, por ejemplo), el gabinete es un lugar confortable en el que reina la paz. Además, Vázquez 1 no dudó, cuando lo consideró conveniente, en renovar el gabinete. Vázquez 2 sostiene a sus ministros sin reparar en las mediciones de opinión pública sobre desaprobación de la gestión.

El mismo líder tuvo dos estilos de liderazgo distintos. Vázquez 1 fue tan distante como cortante. Preservó su imagen. Administró su autoridad y su palabra (me gustaba hace diez años decirlo así) en "dosis homeopáticas". Se iba a pescar o a trabajar como oncólogo pero, incluso a la distancia, intervenía y decidía. Vázquez 1 no vacilaba en tomar riesgos. Se comprometió a fondo, al menos durante un año y medio, con la búsqueda de desaparecidos y el TLC con EEUU, para evocar dos asuntos de primer orden. El contraste con Vázquez 2 es llamativo. Otra vez, ilustro con un ejemplo: al inicio de su segunda presidencia amagó comprometerse con la reforma educativa. Retrocedió ante el primer problema. Perdió una oportunidad inmejorable de hacer un gran pacto con la oposición para reformar la educación. No me cabe la menor duda que los líderes de los demás partidos lo hubieran apoyado, dada la centralidad que tuvo el tema educativo en sus respectivas campañas.

Vázquez 1 no solamente fue un jefe de gobierno enérgico. Además, actuó como jefe de partido y se comprometió con la sucesión presidencial. Sobre el final de su mandato descargó todo el peso de la "influencia directriz". Buscando favorecer la nominación de Danilo Astori, su favorito, no vaciló en excluir del gabinete (a comienzos de 2008) a José Mujica, su ministro más popular. Aquí también, el "dirigismo" de Vázquez 1 contrasta con el "laissez faire" de Vázquez 2. No participa del debate. No envía señales. No promueve candidaturas. Desde luego, en términos normativos, prefiero al presidente que no interviene en su sucesión al que se atreve a descargar el peso de su autoridad. Me limito a señalar el cambio, porque forma parte del contexto general de declive en la curva de su liderazgo.

No me atrevo a proponer una explicación de esta curiosa mutación. ¿Qué pasó? ¿Por qué la misma persona, colocada en el mismo marco institucional y disfrutando, una vez, más del raro privilegio de la mayoría absoluta, tuvo dos estilos de liderazgo y dos desempeños políticos diferentes? El desgaste del propio Frente Amplio incide: cualquier partido a medida que pasa el tiempo se va quedando sin agenda y va perdiendo el entusiasmo. La economía también importa: Vázquez 1 disfrutó la abundancia (y distribuyó beneficios); Vázquez 2 padeció restricciones (que administró con "cautela y prudencia"). Pero hay un componente estrictamente personal, humano, vital. Los diez años de diferencia pesan. No puedo demostrarlo, como resultará obvio. Pero sospecho que Vázquez 2 hubiera tenido más entusiasmo y energía si hubiera venido a continuación de Vázquez 1. Queda planteada la pregunta y la conclusión tentativa. ¿No será preferible la regla de la reelección inmediata?

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)