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30.10.18

El presidente de todos los brasileños

(El Líbero) Si bien hay todavía mucha simpatía hacia el Presidente Lula y el PT, la derrota de la izquierda en Brasil debiera confirmar a la izquierda chilena que el único camino exitoso para el sector en el siglo XXI es el que forjó en su momento Ricardo Lagos y profundizó, en su primer gobierno, Michelle Bachelet. Mientras la izquierda radical pierde elecciones, la izquierda moderna sigue siendo electoralmente competitiva.
Por Patricio Navia

(El Líbero) La inapelable victoria de Jair Bolsonaro le dan al próximo Presidente brasileño un mandato claro para impulsar las reformas que prometió en campaña. Para que su gobierno sea exitoso y Brasil pueda retomar el sendero del crecimiento y del desarrollo inclusivo, así como es importante que sus detractores acepten que fue legítimamente electo por la mayoría de los electores, sus simpatizantes deberán entender que precisa convertirse en el presidente de todos los brasileños y no solo de los que votaron por él.

En democracia, la gente tiene el poder de decidir quiénes serán sus gobernantes. Si bien los procesos electorales son una cancha dispareja en que escasea el fair game y abundan los intentos por acallar y caricaturizar a los rivales, y las tentativas por confundir y asustar a la gente, la decisión sobre quién va a controlar el gobierno la toman las personas en un proceso en que el conteo de los votos es transparente e incuestionable. Cuando se cuentan los votos, sabemos cuál es la voluntad popular. Vox populi, vox Dei.

El domingo, una abrumadora mayoría de los brasileños escogió a Jair Bolsonaro como su próximo presidente. Por más que a muchos les violente que en el pasado haya hecho declaraciones misóginas, homofóbicas, racistas y nostálgicas de la dictadura, lo que ahora les corresponde a los brasileños —y a quienes les interesa o afecta lo que ocurre en Brasil— es aceptar que Bolsonaro es el presidente legítimamente electo. Corresponde respetar la voluntad popular y reconocerlo como el ganador. Por cierto, por lo importante que es para nuestro país tener buenas relaciones con el Brasil, La Moneda debiera apurarse en aprovechar la oportunidad que ahora se abre y lograr que Chile sea el primer país que visite.

Cada inicio de gobierno es una gigantesca oportunidad para hacer las cosas. Para Bolsonaro, la cercanía con Chile le ayuda a presentarse ante el mundo como un derechista razonable, pragmático y comprometido con las ideas de libre mercado.Porque nuestro país se ha forjado una reputación como una economía confiable y bien manejada y una sociedad con líderes serios y respetuosos de los valores democráticos, es comprensible que quiera acercarse —especialmente porque necesita demostrarle al mundo que se ha alejado de sus polémicos dichos del pasado.

Los líderes políticos de izquierda y de derecha debieran aprovechar la oportunidad que se les presenta. En vez de seguir peleando la elección de 2018 —y alegando si fue justo o injusto que Lula no pudiera ser candidato—, la clase política chilena debiera apostar a ser la influencia moderadora y razonable que hoy necesita el presidente electo del Brasil. Si después, en el ejercicio del poder, Bolsonaro demuestra que fue incapaz de aprovechar la oportunidad, el gobierno y la oposición chilena podrán tomar distancia habiendo manifestado que hicieron el esfuerzo por ayudarle al nuevo gobierno brasileño tomar el buen camino. En cambio, si Bolsonaro toma el buen camino, Chile podrá cosechar los beneficios reputacionales que implica mostrar un liderazgo constructivo en la región.

El sabor de la derrota siempre es amargo. Comprensiblemente, muchos brasileños deberán pasar un periodo de luto por la derrota. La izquierda sufrió un fuerte golpe en Brasil y, antes de recuperarse, deberá vivir su propia travesía por el desierto. Ayudar a sanar las heridas de la campaña es un desafío que deberá asumir el nuevo gobierno. Pero en Chile no tenemos ni tiempo que perder ni razón para que la izquierda convierta a la derrota del PT en una derrota propia. Si bien hay todavía mucha simpatía hacia el Presidente Lula y el PT, la derrota de la izquierda en Brasil debiera confirmar a la izquierda chilena que el único camino exitoso para el sector en el siglo XXI es el que forjó en su momento Ricardo Lagos y profundizó, en su primer gobierno, Michelle Bachelet. Mientras la izquierda radical pierde elecciones, la izquierda moderna sigue siendo electoralmente competitiva. No hay razón para que la izquierda sienta la derrota de Lula y del PT como un traspié propio.

Por su parte, para ser exitoso, Bolsonaro necesita convertirse en el presidente de todos los brasileños. Para lograrlo, necesita demostrar que será un líder razonable, moderado, pragmático y abocado a solucionar los problemas, no a polarizar a un país que ya está profundamente dividido. Porque la coyuntura se presenta especialmente favorable para que Bolsonaro se acerque a Chile, el gobierno chileno, en conjunto con la oposición izquierdista, debiera aprovechar la ocasión para convertirse en el aliado que lo ayude a demostrarle tanto a la comunidad internacional como a la opinión pública de su propio país que quiere construir un mejor Brasil.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)