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28.11.18

La Araucanía no es Chile

Aunque suene fuerte decirlo, el Plan Araucanía no debiera ser la primera prioridad del gobierno nacional —al menos no en los próximos meses. Porque comprensiblemente resulta más difícil avanzar ahora en el Plan Araucanía, el Ejecutivo se debería centrar en aquellas iniciativas que tienen mejores chances de llegar a buen puerto.
Por Patricio Navia

(El líbero)  El peor error que puede cometer el gobierno del Presidente Piñera es caer secuestrado por el conflicto político en La Araucanía. Debido a que tiene otras prioridades que son más urgentes para el país en su conjunto, La Moneda no debiera dar la impresión de que es su primera prioridad. Además, porque comprensiblemente resulta más difícil avanzar ahora en el Plan Araucanía, se debería centrar en aquellas iniciativas que tienen mejores chances de llegar a buen puerto.

Nadie puede negar que las cosas en La Araucanía se han complicado. La muerte de Camilo Catrillanca ha hecho sustancialmente más difícil avanzar en el diálogo y el proceso de normalización y paz. El nombramiento de un nuevo intendente ha ayudado a descomprimir la presión. Pero Jorge Atton deberá experimentar su propia transición antes de poder ejercer efectiva y eficientemente su cargo. La renuncia del director de la CONADI, Jorge Retamal, constituye un obstáculo más que demorará la reactivación del Plan Araucanía. Luego, incluso los más optimistas saben que habrá que ser paciente para ver resultados en el proceso de diálogo y en la construcción de una nueva realidad de paz y cooperación en la zona.

Por eso mismo, el gobierno -que debe mostrar resultados de forma permanente para lograr que su aprobación esté en niveles saludables- debiera bajar el perfil a su involucramiento en la región. El mensaje razonable, inclusivo y abierto al diálogo que llevó el Presidente Piñera en su visita a la zona debieran eventualmente producir resultados. Pero es evidente que hay obstáculos para ver progreso inmediato. Todavía no está claro cuál fue el papel que jugó Carabineros en la muerte de Catrillanca, quiénes en el alto mando de la institución sabían de la destrucción de evidencia por parte de funcionarios policiales ni cuándo lo supieron. Además, al rechazar la invitación a reunirse con el Presidente Piñera, la familia Catrillanca ha dejado en claro que habrá un periodo de duelo antes de que se den las condiciones para retomar el diálogo.

Por eso mismo, el gobierno debiera darle tiempo al tiempo en La Araucanía y centrar su atención y sus prioridades en otras áreas urgentes en las que se puede avanzar. Esta semana se despachará la Ley de Presupuesto para 2019. El Ejecutivo ha logrado que varias de sus principales prioridades queden plasmadas en la ley que regirá el gasto fiscal el próximo año. Además, ahora puede impulsar la tramitación de la ley de reforma tributaria y la que mejorará el sistema de pensiones. E incluso puede avanzar decididamente en seguir implementando reformas que ayuden a reactivar la economía y que estimulen la creación de empleos. 

La lista de prioridades alternativas para el gobierno es larga. En muchas áreas hay trabajo avanzado. De hecho, antes de la muerte de Catrillanca estaba centrado en avanzar sus prioridades de reformas legislativas —reforma tributaria y pensiones— y en implementar distintas iniciativas de modernización del Estado que ayudarán a optimizar el gasto fiscal y focalizarlo en los que más necesitan.

Los vientos en contra que soplan en el ámbito internacional, la incertidumbre que genera la llegada de nuevos gobiernos en México —donde Andrés Manuel López Obrador asume el 1 de diciembre— y en Brasil —donde Jair Bolsonaro asume el 1 de enero— y la cumbre del G20 que se desarrollará este fin de semana en Argentina debieran llevar al gobierno a focalizarse en comunicar cómo La Moneda está respondiendo a la sensación de inseguridad que hoy domina en los mercados. Porque, después de todo, Chile es una isla de tranquilidad y paz en un continente golpeado por la incertidumbre política, el profundo descontento social y las innegables dificultades económicas, el gobierno de Piñera no debiera permitir que una lamentable muerte en La Araucanía genere la imagen de que el país pasa por un periodo de conflicto social o inestabilidad.

El principal error que puede cometer el gobierno ahora es permitir que el conflicto en La Araucanía monopolice la agenda. Porque no hay forma de avanzar decididamente en las próximas semanas, porque además este no es un problema para el que hay una hoja de ruta clara que lleve a la solución y porque es un problema heredado de gobiernos anteriores que, al final del día, los chilenos parecen haber aceptado como una condición permanente a la que no se le va a poder dar una pronta solución, el gobierno debiera dejar que las cosas en la región más conflictiva de Chile comiencen a calmarse. Si bien La Araucanía constituye un desafío que el país deberá abordar para encontrarse consigo mismo y para poder avanzar decididamente hacia el desarrollo, parece razonable suponer que la paz en La Araucanía no es el desafío mas importante que enfrenta Chile hoy. Por eso, aunque suene fuerte decirlo, el Plan Araucanía no debiera ser la primera prioridad del gobierno nacional —al menos no en los próximos meses.