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25.01.19

El error de emplazar a Bachelet

(El Líbero) Resulta incomprensible que el gobierno del Presidente Piñera intente sacar al pizarrón a la ex Presidenta Bachelet precisamente cuando la izquierda chilena desesperadamente anda buscando un punto de unidad y un salvavidas para no hundirse.
Por Patricio Navia

(El Líbero) La ex Presidenta Michelle Bachelet sigue siendo un capital mucho más valioso que la fragmentada y desordenada oposición. Si bien su cargo como Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU la inhabilita para involucrarse en política chilena, la decisión del gobierno de Sebastián Piñera de emplazarla por la crisis en Venezuela le da una excusa perfecta a sus bases y aliados políticos para buscar convertirla en la líder de facto de la oposición. Igual que en el primer periodo presidencial de Piñera, Bachelet podría convertirse en la imagen del mesías en cuyo regreso la izquierda depositará todas sus esperanzas en los próximos años.

Las declaraciones de la vocera de gobierno, Cecilia Pérez, emplazando a Bachelet a reconocer al autoproclamado presidente encargado Juan Guaidó resultan tan sorpresivas como innecesarias. Son sorpresivas porque Bachelet no ha está involucrada en la política nacional y porque, como funcionaria de la ONU, no le corresponde opinar sobre quién debe estar al mando de un país si la ONU no se ha pronunciado al respecto. Las declaraciones son también innecesarias, e incluso inconvenientes para el gobierno, porque traen al debate un activo político de la izquierda y le dan a ésta una excusa para unirse en torno a la mujer que ha sido la principal líder del sector.

Bachelet es lo mejor que la ha pasado a la izquierda desde el retorno de la democracia. Si bien en su primer periodo presidencial gobernó de forma mucho más cautelosa, en su segundo cuatrienio en el poder la militante socialista empujó reformas mucho más ambiciosas. El color de sus reformas también cambió entre el primer y el segundo gobierno. La Bachelet II fue mucho más izquierdista y buscó con más fuerza remplazar el modelo de libre mercado que había profundizado la Concertación. De hecho, cuando hizo campaña para su segundo gobierno, Bachelet sepultó a la Concertación y fundó la Nueva Mayoría, dando una señal clara de sus intenciones refundacionales.

La izquierda chilena toleró a la Concertación, pero hizo suyo el proyecto de la Nueva Mayoría. Por eso, para los izquierdistas Bachelet es un nombre que despierta mejores recuerdos que el del concertacionista Ricardo Lagos, el primer presidente de izquierda desde Allende.

Aunque ha repetido que no quiere volver a ser presidenta, Bachelet también tuvo un discurso evasivo respecto a sus planes políticos futuros después de terminar su primer gobierno. Es probable que, dada la mala experiencia por el escándalo de corrupción que afectó a su nuera y a su hijo, esta vez Bachelet de verdad no quiera volver al poder. Pero en 2021, Bachelet recién habrá cumplido 70 años, por lo que estará plenamente vigente. Si la izquierda no logra encontrar a un candidato atractivo que represente los valores del sector y que tenga buenas posibilidades de ganar, es evidente que habrá voces que pedirán a la expresidenta que reconsidere su decisión de no volver a postularse. Después de todo, la consolidación de muchas de sus reformas —y la restauración de otras, que ahora están bajo amenaza en el gobierno de Piñera— pudiera depender de que la izquierda gane las elecciones de 2021. Además, el gran objetivo de Bachelet de lograr remplazar la constitución de 1980 quedó pendiente. Para la izquierda, la constitución sigue siendo “de Pinochet” y, aunque les cueste enumerar las razones por las que quieren remplazarla, el simbolismo de promulgar una nueva constitución es muy atractivo y puede convertirse en la base sobre la que se vuelva a articular ese sector.

Aunque al Presidente Sebastián Piñera le cueste admitirlo, Michelle Bachelet ocupará un lugar mucho más importante en la historia que el otro presidente con el que ella habrá compartido el poder en Chile en el periodo 2006-2022. Si bien ambos habrán estado por 8 años en La Moneda, Bachelet fue la primera mujer presidenta y la primera persona en ganar dos elecciones democráticas en la historia de Chile. Además, Bachelet alcanzó niveles de aprobación presidencial muy superiores a los que hasta el momento ha tenido el Presidente Piñera. Las reformas que Bachelet implementó en sus dos gobiernos son también más significativas que las que ha implementado Piñera en sus 5 años en el poder. La gratuidad en la educación y la reforma a las pensiones son legados de Bachelet que eclipsarán —para bien o para mal— el legado de Piñera.

Por eso, resulta incomprensible que el gobierno del Presidente Piñera intente sacar al pizarrón a la ex Presidenta Bachelet precisamente cuando la izquierda chilena desesperadamente anda buscando un punto de unidad y un salvavidas para no hundirse. Ahora que el gobierno la emplazó, la izquierda chilena podrá convertir a Bachelet —que no puede ni quiere responderle a La Moneda— en la excusa para buscar reconstruir relaciones entre los distintos partidos.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)