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20.09.19

Las fiestas patrias no cambian nada

(El Líbero) Es razonable esperar que el gobierno mantenga la misma línea de aciertos y errores que ha tenido durante sus primeros 18 meses en el poder. Las reformas previsionales y tributaria seguirán avanzando lentamente y su éxito dependerá de la voluntad de legisladores razonables de izquierda y del PDC y de la capacidad del gobierno para entender que sin acuerdos es imposible avanzar.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Cuando los chilenos vuelvan a sus trabajos después del prolongado fin de semana de fiestas patrias, la buena y la mala noticia serán una: que Chile sigue siendo igual a como era antes del 18. Esto significa que, por un lado, el país no está en crisis y las fortalezas que hemos construido como democracia superan ampliamente a las debilidades institucionales y democráticas que evidentemente tenemos; y por otro, que los desafíos y oportunidades siguen siendo los mismos: la necesidad del gobierno de entender que tiene que encontrar espacios de diálogo con la oposición y la necesidad de la oposición de entender que si solo se dedica a obstruir al gobierno, los chilenos no le dará la oportunidad de volver a gobernar.

Más allá de lo inusual que resulta que el país se pare por cinco días para celebrar su independencia —y que muchos se hayan tomado la semana completa— el largo feriado ha producido un respiro político. Aunque no faltaron las polémicas —incluida aquella sobre dónde debía estar el Presidente de la Cámara de Diputados el 18 de septiembre, si en el Te Deum en la Catedral de Santiago o en su distrito— la tensión política bajó sustancialmente. Incluso la revelación sobre un supuesto financiamiento irregular de campaña de la empresa OAS a la candidatura de Michelle Bachelet en 2013 generó poco ruido. Tal vez porque, independientemente de cuándo se haya producido la noticia, hay nulas posibilidades de que las investigaciones vayan más allá de los chivos expiatorios SQM, Penta y algunos políticos que ya no ostentan poder.

Cuando volvamos al ajetreo cotidiano, nadie se debería sorprender de que el país siga siendo el mismo. El gobierno seguirá impulsando las reformas previsionales y tributarias, que avanzan a paso de tortuga. Los esfuerzos por abrir espacios de diálogo con la oposición seguirán siendo boicoteados por la izquierda más dura que, sabiendo que no tiene mayoría electoral, aspira solo a evitar que el gobierno avance su agenda. Pero el gobierno también pondrá de su parte a través de errores no forzados de varios incapaces ministros y del propio presidente, cuya obsesión por mejorar su aprobación y por alcanzar una relevancia internacional similar a la que tiene Michelle Bachelet lo llevan a involucrarse en aventuras internacionales de éxito improbable.

La opción de un cambio de gabinete sustantivo, que Piñera ha rechazado firmemente hasta ahora, volverá a tomar fuerza cuando se acerque la fecha límite para que los funcionarios de gobierno que aspiran a ser candidatos en las elecciones regionales y municipales de 2020 deban renunciar a sus cargos. Como algunos ministros y altos funcionarios de gobierno buscarán construir poder político personal en la contienda de octubre de 2020, el Presidente Piñera se verá forzado a realizar ajustes. Pero como la gente no cambia —y cuando las personas ya están por cumplir 70 años, cambian mucho menos—, el Mandatario se resistirá a realizar un cambio de gabinete sustantivo. Por eso, es razonable esperar que el gobierno mantenga la misma línea de aciertos y errores que ha tenido durante sus primeros 18 meses en el poder. Las reformas previsionales y tributaria seguirán avanzando lentamente y su éxito dependerá de la voluntad de legisladores razonables de izquierda y del PDC y de la capacidad del gobierno para entender que sin acuerdos es imposible avanzar.

Por su parte, la oposición también se verá afectada por la fiebre electoral. Si bien la fecha para inscribir candidaturas será recién a mediados de 2020 —y en caso de haber primarias, en abril de 2020— la fragmentada oposición deberá decidir si se une ante el enemigo común o si prefiere enfrentarse entre los moderados y los más radicales. En caso de hacer lo primero, se irá perfilando un pacto de cooperación que pasará por una lista común o varias listas con acuerdos de omisión para presentar un candidato único en cada región y comuna. En caso de que el Frente Amplio y el PDC decidan que la destrucción mutua es un objetivo más atractivo que ganarle a la derecha, la centroizquierda se balcanizará y, por más que el PS, PPD y PC busquen construir un acuerdo, la guerra civil le facilitará una victoria a Chile Vamos.

Luego, desde el lunes, las cosas estarán más o menos en el mismo lugar en que estaban antes de las vacaciones prolongadas. Aunque los chilenos nos hayamos tomado una semana, el calendario no se detiene, por lo que los desafíos futuros nos alcanzan, estemos o no preparados. Por eso, aunque todavía se vea algo lejos, la lógica electoral de 2020 ya empieza a asomarse y tendrá efectos, más en la coalición de gobierno que en la oposición, cuando a fines de octubre se produzca la salida de los altos funcionarios que aspiran a ser candidatos en octubre de 2020.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)