Artículos

25.03.13

Tres buenas noticias y una mala en Latinoamérica

(Infolatam) A escasas tres semanas de las próximas elecciones presidenciales en Venezuela se comienzan a ver algunos cambios que, de forma lenta pero inexorable, comienzan a indicar que la América Latina de hoy no es igual a la existente antes de la muerte de Hugo Chávez.
Por Carlos Malamud

(Infolatam) La anterior semana política en América Latina ha deparado tres buenas noticias y una mala. Entre las primeras contamos el rechazo de la elección revocatoria contra la alcaldesa de Lima Susana Villarán; la Asamblea General de la OEA (Organización de Estados Americanos) que impidió la modificación del sistema interamericano de  derechos humanos, y el triunfo temporal de la movilización popular contraria a denominar “Evo Morales” al aeropuerto de Oruro en lugar del tradicional “Juan Mendoza”. La mala, la determinación del gobierno boliviano de acudir al Tribunal Internacional de La Haya contra Chile en relación a su tradicional reivindicación de volver a contar con una salida al mar.

La política peruana, como tantas otras en la región, se caracteriza por un sistema de partidos sumamente débil. En este contexto es muy fácil que los pescadores en río revuelto tengan agendas ocultas o poco claras, ya que los actores no pueden ser claramente identificados. En el revocatorio contra las autoridades limeñas, que prosperó en el caso de buena parte de los regidores pero no en el de la alcaldesa, hubo quienes tiraron la piedra y escondieron la mano en vez de mostrar su verdadera identidad. De hecho, la gran ganadora de la jornada electoral del domingo 17 de marzo fue Lourdes Flores Nano, la principal figura del Partido Popular Cristiano (PPC), uno de los pocos dirigentes limeños en dar la cara en este proceso y sostener una línea política clara durante la mayor parte del mismo.

En Bolivia los habitantes de Oruro se rebelaron contra una decisión de la asamblea departamental, controlada por el oficialista MAS (Movimiento al Socialismo). En un claro ejercicio de culto a la personalidad, tan en boga últimamente en ciertos países de la región, se decidió cambiar el nombre de un héroe tradicional de la aviación nacional y local por el del actual presidente de la república. Tal decisión provocó una vasta movilización popular de más de 40 días, incluyendo varias huelgas, y se saldó con un acuerdo que restituye temporalmente la denominación inicial hasta que el Tribunal Constitucional aclare las facultades de las partes implicadas para bautizar infraestructuras. Este golpe a cierta forma de entender el fuerte liderazgo de los caudillos populistas se produjo en uno de los bastiones del MAS.

Por último, la decisión de la OEA de no modificar el sistema interamericano de Derechos Humanos pese a las fuertes presiones de los países latinoamericanos del ALBA evidenció de forma clara el creciente aislamiento regional del bloque bolivariano. Si bien el gobierno ecuatoriano, respaldado por Bolivia, Venezuela y Nicaragua, ejerció una gran presión, la mayor parte de los países americanos se mostraron contrarios a avalar las reformas pedidas. Cuba, desde fuera de la OEA, sostuvo la posición de sus aliados, pero los países caribeños del ALBA se alejaron de la política bolivariana. Por su parte, países como México y Brasil, con posturas pasadas mucho más ambivalentes, respaldaron de forma clara un sistema que en las décadas de 1970 y 1980 fue azote de las dictaduras militares y que en años recientes se destacó por su defensa de la libertad de expresión.

En el otro extremo tenemos la decisión del gobierno boliviano de acudir al Tribunal Internacional de La Haya para retrotraer la situación creada hace 134 años atrás cuando, tras una guerra con Chile, Bolivia se quedó sin salida al mar.  De este modo se intenta reformar el Tratado de Paz y Amistad bilateral firmado en 1904. Como señaló Evo Morales: “Con la fuerza de la razón y con la calidez de la unidad del pueblo boliviano haremos valer ante el mundo nuestro derecho a tener un acceso soberano al mar”.

A priori, la determinación de utilizar los recursos del derecho internacional en lugar de la fuerza se puede entender como algo positivo. Sin embargo, en la medida en que se siguen agitando los fantasmas del irredentismo, el nacionalismo y el victimismo estamos frente a una huida hacia adelante que en vez de resolver los problemas del país intenta recubrirlos con una retórica vacía que sólo busca movilizar a los leales en pos de una mejora de la propia imagen. La decisión intransigente de no dialogar con Chile no es buena señal y menos por parte de quien se erige en uno de los grandes defensores de la patria grande (la unidad latinoamericana). De alguna manera la decisión de acudir a La Haya en estos precisos momentos no puede separarse de los efectos de la movilización popular en Oruro en contra del culto a la personalidad impulsado por los seguidores de Morales.

A escasas tres semanas de las próximas elecciones presidenciales en Venezuela se comienzan a ver algunos cambios que, de forma lenta pero inexorable, comienzan a indicar que la América Latina de hoy no es igual a la existente antes de la muerte de Hugo Chávez. El aislamiento de los países del ALBA en la OEA, sólo parcialmente roto en el último momento por la mano amiga del gobierno argentino, es la muestra más palpable de esta situación. La elección del nuevo papa también va en esa dirección, pese al entusiasmo de algunos presidentes como Rafael Correa o Nicolás Maduro. Más allá de la posible intervención de Chávez para impulsar el nombramiento de un papa sudamericano, es probable que la etapa de crecimiento del ALBA y del proyecto bolivariano haya llegado a su punto de inflexión y que a partir de aquí comience un cambio gradual, pero profundo, de tendencia.

Fuente:(Infolatam)