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19.06.13

Mujica y la nueva política de combate a las drogas

(El Observador) El proyecto de ley sobre la marihuana que la bancada del FA está acordando representa un cambio de paradigma muy importante. Para entenderlo, hay que ponerlo en el contexto del creciente consenso internacional respecto al fracaso del enfoque prohibicionista que, hasta la fecha, prevaleció en el mundo en el combate a la droga.
Por Adolfo Garcé

Cualquiera que haya seguido la trayectoria del discurso de José Mujica acerca de las drogas sabe que su verdadera obsesión es el combate a la pasta base (entre otras razones porque impacta en la frecuencia y violencia de los delitos y, por tanto, en el clima de inseguridad ciudadana).

Por eso, cuando hace un par de años lo escuché hablar sobre la liberalización del comercio de la marihuana pensé que estaba improvisando. En particular, no le encontraba mayor sentido a su argumento favorito, que procuraba conectar causalmente la liberalización de la comercialización de cannabis con el combate a la pasta base.

Debo decir a mi favor que el contexto político invitaba a desconfiar: la polémica propuesta sobre la marihuana circuló hacia los medios de comunicación exactamente una semana después de la histórica sesión de la Cámara de Diputados del 20 de mayo de 2011 en la que Víctor Semproni, ignorando el mandato de la bancada del FA pero respetando el ruego de su líder, optó por no votar el proyecto interpretativo de la ley de Caducidad.

Como muchos, pensé: “No hay que tomarlo demasiado en serio, el viejo zorro se las está ingeniando para cambiar el eje central del debate público”.

No faltaron tampoco las consideraciones respecto a su necesidad de consolar de alguna forma a una parte importante de sus electores, los jóvenes que se autoidentifican como de izquierda.

Me equivoqué. En aquel planteo inicial había mucho más que cálculos y picardía política.

Ya estaba, en ese momento, la semilla de un viraje audaz en una política pública fundamental.

En verdad, el proyecto de ley sobre la marihuana que la bancada del FA está acordando representa un cambio de paradigma muy importante.

Para entenderlo, hay que ponerlo en el contexto del creciente consenso internacional respecto al fracaso del enfoque prohibicionista que, hasta la fecha, prevaleció en el mundo en el combate a la droga.

Permítanme transcribir algunos pasajes de un libro muy reciente, extraordinariamente ilustrativo acerca de este tema: “En los últimos años el debate alrededor del fenómeno de las drogas ilícitas, que durante mucho tiempo ha estado dominado por posturas que abogan por políticas represivas y punitivas enmarcadas en estrategias prohibicionistas, comenzó a abrirse y a tomar un nuevo impulso. Ya no solo los académicos critican la llamada guerra contra las drogas: hoy, comisiones conformadas por expresidentes y otras personalidades han hecho llamados para que se revisen las políticas antidrogas vigentes y se abra un debate mundial para buscar alternativas más efectivas” (p. 21). *

América Latina jugó un papel fundamental en la promoción del cambio de paradigma. La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia (creada en 2008 con el liderazgo de Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo) publicó un informe en el que hablaba de la necesidad imperiosa de rectificar la estrategia de lucha contra las drogas.

Dos años más tarde, la Comisión Global de Políticas de Drogas (en la que actuaron, además de esos expresidentes latinoamericanos, figuras como Kofi Annan, exsecretario general de Naciones Unidas, y George Shultz, exsecretario de Estado de Estados Unidos) llegó a conclusiones similares: “La guerra global a las drogas ha fracasado, con consecuencias devastadoras para individuos y sociedades alrededor del mundo”.

Ese informe sigue las líneas generales del de la Comisión Latinoamericana, en cuanto a que el foco de la represión debe ser el crimen organizado violento y no los consumidores, los vendedores al por menor o los campesinos que cultivan sustancias prohibidas.

Además, sostiene que hay que descriminalizar el consumo no problemático de drogas, ofrecer tratamiento en vez de cárcel a los consumidores problemáticos, usar medidas de reducción de daños, y promover experimentos con modelos de regulación legal que puedan servir para reducir el poder del crimen organizado que tiene el control del negocio.

El nuevo paradigma, que prioriza la regulación a la prohibición, ya se está convirtiendo en realidad en otras partes del mundo.

Por ejemplo, en EEUU, 18 estados han legalizado el uso medicinal de la marihuana.

A fines del año pasado, plebiscito mediante, otros dos estados, Colorado y Washington, legalizaron la comercialización y consumo recreativo de cannabis.

Estas experiencias recientes se suman a otras de más larga data como las de los coffee shops de Holanda o los clubes cannábicos en España.

El repaso de estos antecedentes no solamente ayuda a tomar más en serio la entidad conceptual de lo que la bancada del FA está discutiendo. Además, permite entender por qué (y por quién) José Mujica ha sido propuesto al Premio Nobel de la Paz.

La organización que a comienzos de 2013 lanzó su candidatura es, precisamente, una ONG holandesa (Drugs Peace Institute) especializada en el combate a la droga y la promoción de la paz.

Según Frans Bronkhorst, presidente de esta institución, Mujica merece el premio por “tratar de sustituir la denominada guerra a las drogas con la paz de las drogas”.

* Hans Mathieu y Catalina Niño Guarnizo (editores). De la represión a la regulación: propuestas para reformar las políticas contra las drogas. Friedrich Ebert Stiftung (FES), Bogotá, mayo de 2013

Adolfo Garcé es Doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar. Es miembro del Consejo Académico de CADAL.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)