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04.04.14

Daniel Scioli: Duro de matar

(7 Miradas) El gobernador bonaerense probablemente conserve atributos personales positivos -cercanía, preocupación, humildad, optimismo, calma, diálogo- pero no es dueño de su espacio político, y quizá jamás lo sea. Probablemente Scioli deba mostrar una señal de autoridad aunque eso no implique romper con Cristina.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Algunos piensan que es como el personaje que hizo famoso a Bruce Willis. Le pasa de todo pero nunca se muere. Así parece ser la vida política y personal de Daniel Scioli. El mismo ha construido un relato de sí mismo a partir de la pérdida de su brazo derecho.

La peor huelga docente de que se tenga memoria no lo ha afectado demasiado. Veamos algunos de sus números:

En diciembre de 2012 había alcanzado los 64 puntos de aprobación de gestión, y a partir de ahí fue descendiendo hasta los 51 actuales, pero de todos modos sigue siendo superavitaria;

Su imagen positiva personal subió respecto a diciembre, manteniendo bastante regularidad pese a todo, y manteniéndose como uno de los 3 más populares del país;

Su intención de voto definitivamente está baja (16 %) comparado con el 30 % que tenía en marzo de 2012, pero subió 4 puntos respecto a diciembre, logrando mantener una cierta regularidad en los últimos 15 meses, cuando el hombre de Tigre lo alcanzó y empezó a rebasarlo;

Sin embargo, cuando se efectúa la pregunta espontánea sobre intención de voto presidencial nunca ha superado el 3% en el último año y medio, sencillamente porque CFK aparece con un promedio de 18 puntos; en cambio Massa espontáneo recoge entre 14 y 18 puntos.

En este último punto está clave para evaluar el posicionamiento efectivo de Scioli. No hay que mirar su imagen: hay que mirar sus votos. Porque los votos de un dirigente son lo que expresa cuánto liderazgo real tiene. La gente vota liderazgos, no imágenes positivas.

El gobernador bonaerense probablemente conserve atributos personales positivos -cercanía, preocupación, humildad, optimismo, calma, diálogo- pero no es dueño de su espacio político, y quizá jamás lo sea. Eso lo diferencia fuertemente de Massa: el de Tigre no tiene a quién rendirle cuentas.

Scioli juega contra dos estadísticas de la historia: 1) ningún gobernador de la provincia de Buenos Aires fue electo presidente; y 2) ningún vicepresidente fue luego presidente electo por los votos (aunque el motonauta ahora no es vice).

Probablemente Scioli deba mostrar una señal de autoridad aunque eso no implique romper con Cristina. Le queda por aprobar una asignatura más para ser presidente: la más difícil y en la que la gran mayoría fracasa.

Fuente: 7 Miradas