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30.09.14

Debate con la gente, no con otros candidatos: la frase populista del año

(Buenos Aires Herald) Debido a que Evo Morales ya ha sido acusado de socavar la democracia, específicamente mediante la eliminación del plazo de los límites de la Constitución que él defendía cuando se convirtió en Presidente, el hecho de que ahora se niegue a participar en el debate presidencial televisado sólo valida a quienes lo acusan de prácticas autocráticas y a quienes denuncian la ausencia de competencia leal en el proceso electoral.
Por Patricio Navia

(Buenos Aires Herald) Cuando los principales candidatos en las elecciones presidenciales se niegan a debatir con sus adversarios, la democracia no está funcionando. Si un Presidente en funciones que busca la reelección no se presenta a los debates televisados nacionalmente, quienes denuncian prácticas autoritarias tendrán una poderosa evidencia para respaldar sus afirmaciones.

Al negarse a debatir con sus oponentes antes de las elecciones presidenciales del 12 de octubre, el Presidente de Bolivia, Evo Morales está justificando a quienes cuestionan sus credenciales democráticas. Aunque el jefe de estado probablemente ganará con una clara mayoría de votos, su negativa ha contaminado el proceso democrático que Morales pretende apoyar.

Morales, el líder democráticamente elegido más antiguo en América Latina, no se presentó en el único debate presidencial televisado a nivel nacional en Bolivia. La razón improvisada presentada por su portavoz — más que un miembro del gabinete — es que el presidente Morales debate directamente con la gente, no con otros candidatos.

Esta ridícula afirmación fácilmente podría ganar un concurso para la peor frase populista de 2014. El partido de Morales ha alegado falsamente que las interacciones con los votantes implican la ausencia de un debate presidencial. Ambos elementos son esenciales para el proceso democrático y hablar con los votantes no libera a un candidato de tener que participar de un debate.

Para ser competitivos, todos los candidatos deben aspirar a ejecutar campañas encaminadas a atraer votantes y responder a sus necesidades y preferencias. Entre las cosas que los votantes quieren es una oportunidad para comparar las propuestas e ideas de los diferentes candidatos y para evaluar cómo responden a preguntas similares. Así como los consumidores quieren comparar bienes antes de completar una compra — la evaluación de precio, calidad, apariencia y otros atributos —los votantes tienen que ser capaces de comparar diferentes candidatos antes de hacer sus votos.

Como la televisión sigue siendo el principal medio de comunicación entre candidatos y votantes, tener la oportunidad de ver a los candidatos contrastar sus opiniones, planes y propuestas se ha convertido en un componente esencial de una democracia que funcione bien. Una campaña presidencial sin un debate televisado no cumple con las normas básicas de la democracia.

De hecho, no hay probablemente mejor indicador de un campo de juego redistribuido que la negativa de un candidato a defender sus puntos de vista con los de otros candidatos en un debate televisado a nivel nacional organizado por una red independiente y llevada a cabo por periodistas cuyo objetivo es facilitar a los electores a elegir entre las diferentes opciones presentadas ante ellos.

Ya que los debates televisados se han convertido en algo tan elemental para el proceso democrático, los candidatos a menudo hacen planes sobre cuándo y bajo qué condiciones se deben considerar. Los principales candidatos siempre abogan por un debate con todos los candidatos (incluidos los que tienen bajas intenciones de voto percibidas en las encuestas). Después de todo, los principales candidatos saben que una actuación mediocre de su parte — o una actuación estelar por un rival — puede cambiar el curso de los acontecimientos. Así, cuanto más tiempo aparecen los candidatos sin importancia, menos tiempo hay para que un candidato cometa un error o un rival logre un acierto para sumar algunos puntos.

Al optimizar objetivos diferentes, los candidatos que se colocan segundo o tercero en las encuestas normalmente ejercen presión para excluir a los candidatos menores de los debates. Para los finalistas, el debate es una de las pocas oportunidades que tendrán para convencer a los votantes que tienen mejores ideas y propuestas.

En países con prensa independiente, una sociedad civil fuerte y una tradición de elecciones libres y justas, los candidatos tienen una limitada capacidad para influir sobre cuándo y cómo se llevarán a cabo los debates. Si la tradición es que sólo los primeros candidatos participan en debates, ningún candidato se escapará por el aumento del número de participantes. Del mismo modo, si el número normal de los debates siempre ha sido de tres o más, los principales candidatos tendrán mucho para tratar de mantener la menor cantidad de ellas.

En países donde las elecciones competitivas no han sido la norma y donde las elecciones no siempre se convirtieron en algo cercano a una igualdad de condiciones, los principales candidatos tienen más facilidad para evadir un debate. Cuando los principales candidatos también pretenden favorecer la profundización y el fortalecimiento de la democracia, su negativa a participar habla más fuerte que su supuesto compromiso con la democracia. En el caso de Bolivia, debido a que Evo Morales ya ha sido acusado de socavar la democracia, específicamente mediante la eliminación del plazo de los límites de la Constitución que él defendía cuando se convirtió en Presidente, el hecho de que ahora se niegue a participar en el debate presidencial televisado sólo valida a quienes lo acusan de prácticas autocráticas y a quienes denuncian la ausencia de competencia leal en el proceso electoral. Después de todo, un presidente titular y candidato a la reelección es conocido por tener ventajas sobre los rivales. No participar en los debates presidenciales amplía más la posibilidad del candidato a la reelección.

Sin duda, las encuestas han informado continuamente que Morales tiene una ventaja decisiva antes de la votación del 12 de octubre. Independientemente de su participación en el debate, Morales está obligado a ganar fácilmente la reelección. Sin embargo, precisamente por su abrumadora ventaja, es incomprensible que un demócrata comprometido se niegue a participar. La negativa de Morales de enfrentar a sus rivales justifica a quienes cuestionan sus credenciales democráticas.

Este artículo fue originalmente publicado en The Buenos Aires Herald, el 30 de septiembre de 2014.

Traducción de Wanda A. Di Rosa y Hernán Alberro.