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30.04.15

Las PASO en el espejo de la ciudad

La política argentina no logra resolver como trabajar la cuestión de la campaña negativa en las instancias de las PASO. Nuestra cultura política aún no ha descifrado el difícil arte de despegarse del adversario sin lastimar lo que él puede aportar y sin ofender exageradamente al votante común.
Por Gabriel Palumbo

Las elecciones del pasado domingo 26 de abril, las primeras en las que se utilizó el sistema de primarias a nivel local, dejan algunas reflexiones interesantes desde el punto de vista de la propia campaña y desde una aproximación estrictamente política. A la reconocida capacidad de amplificación que habitualmente tiene lo que sucede en la ciudad, se le sumó el hecho de ser el territorio político del principal opositor del gobierno nacional.

En términos de campaña política, estas últimas PASO en la Ciudad de Buenos Aires fueron una elección como todas las demás. Fue una campaña en la que ninguna fuerza se destacó ni por su originalidad ni por su potencia enunciativa. Una campaña sin demasiados matices, con candidatos demasiado esquemáticos y sujetos a estrategias bien armadas desde lo conceptual pero bastante conservadoras desde el punto de vista político. Nadie se salió del libreto y eso lleva la mirada hacia las opciones de mayor relevancia política.

Comencemos por un problema general. La política argentina no logra resolver como trabajar la cuestión de la campaña negativa en las instancias de las PASO. Nuestra cultura política aún no ha descifrado el difícil arte de despegarse del adversario sin lastimar lo que él puede aportar y sin ofender exageradamente al votante común.

Dentro de las PASO del PRO, marcada por la auto-referencialidad y con los candidatos más preocupados por estar cerca de Macri que de los votantes, la campaña se mantuvo dentro de esquemas tradicionales. El momento de mayor osadía estuvo en dos spots de Gabriela Michetti en los cuales se esbozó una estrategia de campaña negativa basada en las fortalezas y debilidades de las trayectorias y características de los candidatos. Luego de ese breve paréntesis, la campaña volvió a los caminos canónicos y las críticas de Michetti sobre Larreta pasaron a ser temáticas y no personales. El tema del juego por arriba y la cuestión de los manteros por abajo fueron los tópicos que Michetti exploró para diferenciarse de un Larreta que tuvo como estrategia exclusiva ser el hombre de Macri y el responsable de un equipo exitoso.

En ECO, la única campaña fue la de Lousteau. Aquí, el mayor problema fue político más que técnico o de estrategia. Debía diferenciarse de una gestión a la que no pudo reprochar demasiado y por el otro necesitó buscar la manera de distanciarse de una administración percibida como exitosa y frente a la que nunca consiguió marcar diferencias notables. La idea de evolución a la que se apeló tal vez reflejaba estas complejidades mucho mejor de lo que lograba resolverlas. Un dato no menor para explicar en parte esta dificultad es que ECO competía frente al PRO en el mismo momento en que la UCR y la Coalición Cívica llegaron a un acuerdo político nacional con el PRO. Por otro lado, la primaria de ECO nunca fue vista como competitiva, por lo que tampoco pudo sumar desde ese costado.

Por último, me parece importante marcar algunos aspectos de las campañas que encontraron en estas PASO un lugar de fuerte confirmación. Los debates televisivos no parecieron ser demasiado útiles, al menos con este formato y esta metodología, en las instancias de primarias. En el mismo sentido, el papel de las consultoras continúa siendo un interrogante. Las diferencias en las encuestas publicadas en los medios las colocaron mucho más en el lugar de la operación política que en el de los estudios de opinión.

Es interesante comparar el rol de las consultoras con una herramienta como Google Trends. Una visita a esa plataforma el sábado a la noche mostraba una diferencia muy importante a favor de Rodríguez Larreta frente a Gabriela Michetti. Esta plataforma solo refleja búsquedas en internet, pero tal vez deberíamos preguntarnos dónde se expresa la opinión pública en esta parte del siglo XXI.

Desde el punto de vista estrictamente político, un hecho se recortó por sobre el resto y marcó la elección. Cuando Macri decidió apoyar tan abiertamente a Horacio Rodriguez Larreta puso en juego su propio liderazgo. El resultado, con la amplitud a favor de Larreta, muestra dos cosas. Los porteños quieren a Macri como su líder político – lo que lo consolida a nivel nacional- y apoyan la gestión del PRO de un modo contundente. Resulta bastante sugestivo pensar que el electorado al que se le supone mayores niveles de sofisticación replica modelos de fuerte enraizamiento histórico y político al momento de decidir los liderazgos, inclinándose por conducciones fuertes y por rasgos marcados de paternalismo.

El otro ganador de estas PASO fue Martín Lousteau. Realizó una gran elección, dejando muy atrás a Graciela Ocaña y quedando muy cerca de Gabriela Michetti. Esta buena perfomance parece indicar que la ciudadanía porteña indultó al ex ministro de economía por su paso en el gobierno nacional y que nace una figura política con una gran posibilidad de desarrollo y evolución. De hecho, la candidatura a jefe de gobierno de Lousteau parece ser la que cuenta con mayores posibilidades de crecimiento en las generales del 5 de Julio próximo, pudiendo cosechar votos tanto del universo de electores PRO como del FPV.

El gran perdedor de esta elección es el FPV y, por añadidura, el gobierno nacional. Si bien es cierto que la Ciudad de Buenos Aires es un distrito esquivo para el kirchnerismo, el resultado fue peor de lo esperado. El frente, sumando a todos sus postulantes, no alcanzó el piso reconocido del peronismo en la ciudad que ronda el 20%. Pero además, la candidatura de Mariano Recalde, bendecida por la presidente y representante del peronismo puro, perdió casi 10 puntos en relación con las también perdidosas participaciones lectorales de Daniel Filmus. El FPV tiene un problema adicional; el piso y el techo de sus posibilidades electorales están muy cerca y es la fuerza con menos posibilidades de crecimiento de aquí a las generales.

La elección deja, por cierto, algunos datos políticos destacables. Gustavo Vera, que en la última elección encabezó la lista de legisladores de Unen bajo el padrinazgo de Carrió, pasó a cosechar el 0.6% de los votos. Humberto Tumini, hasta hace poco hacedor del frente Unen, probó que cuenta con el 0.2% de legitimidad al momento de afrontar una elección. Los actores residuales de Unen, ganador de las anteriores PASO nacionales en la CABA, desaparecieron del escenario electoral una vez retirados sus referentes importantes.

La elección del domingo 26 de abril no fue una elección cualquiera. La interrelación con el escenario nacional de octubre lo vuelve complejo y atractivo. Algunas de las fuerzas en competencia local irán unidas a nivel nacional, tal y como lo fueron en otras provincias con resultados disímiles. El acuerdo entre la UCR y el PRO ganó en Mendoza, pero no le fue nada bien en Neuquén. En los números duros, casi un 70% de los electores porteños votaron en contra del gobierno nacional. Pero los comportamientos electorales no son automáticos y todo dependerá de lo que puedan construir los actores políticos de aquí a las generales nacionales.