19.06.15Carolina Cosse: la ambición y sus límites
(El Observador)  Lo que realmente podría conspirar contra sus aspiraciones presidenciales son sus fricciones con el ala izquierda del FA. Sin asegurar el apoyo del MPP, el sector que la impulsó hacia la gestión pública, difícilmente podrá dar pasos más audaces y enfrentar nuevos desafíos. El perfil eminentemente técnico y la tenaz autonomía política que caracterizan su gestión ministerial colocan un signo de interrogación sobre cuál habrá de ser la posición de este sector, que sigue siendo el más influyente en el FA, respecto a las candidaturas presidenciales de la próxima elección. Por Adolfo Garcé		
		
		
(El Observador) La semana pasada escribí que solamente dos ministros tienen perfil  alto: Rodolfo Nin Novoa (Relaciones Exteriores) y Eleuterio Fernández  Huidobro (Defensa Nacional). Es cierto. Pero hay que agregar que la  ingeniera Carolina Cosse, titular del Ministerio de Industria, Energía y  Minería, viene haciendo esfuerzos denodados por cobrar protagonismo. El  gobierno, en general, se mueve, he dicho, en cámara lenta. Pero ella no  oculta su ambición y su disposición a pisar el acelerador.
La  semana pasada, desde este punto de vista, arrojó información novedosa y  muy relevante. El viernes pudimos verla en los informativos de TV  recorriendo las obras del complejo multimodal ANTEL Arena. Esta obra es  una de las iniciativas más ambiciosas que emprendió durante su enérgico  pasaje por la presidencia de ANTEL (2010-2015). También trascendió  públicamente su postura contraria al TISA, uno de los asuntos que más  preocupan al ala izquierda del Frente Amplio. Según difundieron diversos  medios de comunicación, Cosse argumentó extensa y contundentemente  contra una eventual liberalización de servicios, en general, y de las  telecomunicaciones, en particular, ante el Secretariado Ejecutivo del  FA. Es evidente que viene intentando generar hechos políticos para salir  de la penumbra.
Carolina Cosse, como el vicepresidente Raúl  Sendic, la senadora Constanza Moreira, el futuro intendente de  Montevideo Daniel Martínez y el director de la Oficina de Planeamiento y  Presupuesto Álvaro García, entre otros, forma parte de una nueva  generación de dirigentes frenteamplistas que ha cobrado protagonismo en  el ejercicio del poder. Aunque no ha hecho referencias públicas a cuáles  son sus aspiraciones, ya forma parte tanto para sus compañeros como  para los analistas de la lista corta de posibles aspirantes a la  candidatura presidencial del FA en 2019. Por eso mismo, sus crecientes  esfuerzos por ganar visibilidad son especialmente relevantes y merecen  ser observados con especial cuidado.
En esa perspectiva tiene  varios elementos a favor. En primer lugar, es evidente que la distinguen  una personalidad muy fuerte y una gran ambición política. Se nota a la  legua que es capaz de tomar riesgos y hacerse cargo de decisiones  difíciles. No hace falta haber leído El príncipe de Nicolás Maquiavelo  para comprender que estos son atributos muy importantes en la  construcción de un liderazgo político. En segundo lugar, en términos  ideológicos, sintoniza muy bien con la mayoría de quienes votan en las  elecciones primarias del FA y, más en particular, con los militantes que  participan en los congresos del FA. Señales como el rechazo al TISA, la  sospecha contra los TLC y la reivindicación del papel de las empresas  públicas la acercan al alma de la tradición frenteamplista.
Sin  embargo, no son pocos los obstáculos que tendrá que esquivar si pretende  ir a más. Para empezar, el cargo ministerial que ejerce no la ayuda a  tener un perfil alto. Le hubiera resultado mucho más sencillo despegar  hacia una candidatura presidencial desde ANTEL. Aunque, especialmente  durante la presidencia de Mujica, cobró una visibilidad importante e  incrementó su influencia en las políticas públicas, el MIEM ha sido,  tradicionalmente, una institución comparativamente débil. En segundo  lugar, Cosse exhibe una escasa disposición a construir alianzas  políticas. Desde mi punto de vista, este rasgo de su perfil político  constituye su principal debilidad. Su problema no es que choque con el  astorismo, como suele hacer. Lo que realmente podría conspirar contra  sus aspiraciones son sus fricciones con el ala izquierda del FA. Sin  asegurar el apoyo del MPP, el sector que la impulsó hacia la gestión  pública, difícilmente podrá dar pasos más audaces y enfrentar nuevos  desafíos. El perfil eminentemente técnico y la tenaz autonomía política  que caracterizan su gestión ministerial colocan un signo de  interrogación sobre cuál habrá de ser la posición de este sector, que  sigue siendo el más influyente en el FA, respecto a las candidaturas  presidenciales de la próxima elección. Su futuro político se vería  todavía más complicado (radicalmente comprometido) si José Mujica optara  por intentar ser reelecto.
Pero la principal amenaza potencial  para su carrera no es ni el MPP ni Mujica. El pulgar que más cuenta, en  su caso, es el del presidente Tabaré Vázquez. Una decisión presidencial  podría dejarla, en apenas un segundo, fuera de la competencia, y sin  ninguna posibilidad de seguir adelante. Cosse no tiene los recursos  políticos que distinguen a Mujica, que logró ser proclamado candidato  ala Presidencia por el FA en diciembre de 2008, a pesar de haber sido  extirpado del gabinete de Vázquez a comienzos de ese mismo año. Sin un  cargo público de relevancia no tendría ninguna chance de ser nominada.  No puede darse el lujo de perder la confianza del presidente.
Carolina Cosse no la tiene fácil. Para abrirse camino hacia la  nominación presidencial precisa aumentar su nivel de exposición. Para  asegurar el apoyo de la opinión pública de izquierda (de votantes y  militantes) tiene que confrontar con el astorismo (como viene haciendo).  Pero, al hacerlo, al asumir posiciones discrepantes, toma el riesgo de  molestar al presidente, de cuya autorización, en última instancia, su  carrera depende.
 
(El Observador) La semana pasada escribí que solamente dos ministros tienen perfil alto: Rodolfo Nin Novoa (Relaciones Exteriores) y Eleuterio Fernández Huidobro (Defensa Nacional). Es cierto. Pero hay que agregar que la ingeniera Carolina Cosse, titular del Ministerio de Industria, Energía y Minería, viene haciendo esfuerzos denodados por cobrar protagonismo. El gobierno, en general, se mueve, he dicho, en cámara lenta. Pero ella no oculta su ambición y su disposición a pisar el acelerador.
La semana pasada, desde este punto de vista, arrojó información novedosa y muy relevante. El viernes pudimos verla en los informativos de TV recorriendo las obras del complejo multimodal ANTEL Arena. Esta obra es una de las iniciativas más ambiciosas que emprendió durante su enérgico pasaje por la presidencia de ANTEL (2010-2015). También trascendió públicamente su postura contraria al TISA, uno de los asuntos que más preocupan al ala izquierda del Frente Amplio. Según difundieron diversos medios de comunicación, Cosse argumentó extensa y contundentemente contra una eventual liberalización de servicios, en general, y de las telecomunicaciones, en particular, ante el Secretariado Ejecutivo del FA. Es evidente que viene intentando generar hechos políticos para salir de la penumbra.
Carolina Cosse, como el vicepresidente Raúl Sendic, la senadora Constanza Moreira, el futuro intendente de Montevideo Daniel Martínez y el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto Álvaro García, entre otros, forma parte de una nueva generación de dirigentes frenteamplistas que ha cobrado protagonismo en el ejercicio del poder. Aunque no ha hecho referencias públicas a cuáles son sus aspiraciones, ya forma parte tanto para sus compañeros como para los analistas de la lista corta de posibles aspirantes a la candidatura presidencial del FA en 2019. Por eso mismo, sus crecientes esfuerzos por ganar visibilidad son especialmente relevantes y merecen ser observados con especial cuidado.
En esa perspectiva tiene varios elementos a favor. En primer lugar, es evidente que la distinguen una personalidad muy fuerte y una gran ambición política. Se nota a la legua que es capaz de tomar riesgos y hacerse cargo de decisiones difíciles. No hace falta haber leído El príncipe de Nicolás Maquiavelo para comprender que estos son atributos muy importantes en la construcción de un liderazgo político. En segundo lugar, en términos ideológicos, sintoniza muy bien con la mayoría de quienes votan en las elecciones primarias del FA y, más en particular, con los militantes que participan en los congresos del FA. Señales como el rechazo al TISA, la sospecha contra los TLC y la reivindicación del papel de las empresas públicas la acercan al alma de la tradición frenteamplista.
Sin embargo, no son pocos los obstáculos que tendrá que esquivar si pretende ir a más. Para empezar, el cargo ministerial que ejerce no la ayuda a tener un perfil alto. Le hubiera resultado mucho más sencillo despegar hacia una candidatura presidencial desde ANTEL. Aunque, especialmente durante la presidencia de Mujica, cobró una visibilidad importante e incrementó su influencia en las políticas públicas, el MIEM ha sido, tradicionalmente, una institución comparativamente débil. En segundo lugar, Cosse exhibe una escasa disposición a construir alianzas políticas. Desde mi punto de vista, este rasgo de su perfil político constituye su principal debilidad. Su problema no es que choque con el astorismo, como suele hacer. Lo que realmente podría conspirar contra sus aspiraciones son sus fricciones con el ala izquierda del FA. Sin asegurar el apoyo del MPP, el sector que la impulsó hacia la gestión pública, difícilmente podrá dar pasos más audaces y enfrentar nuevos desafíos. El perfil eminentemente técnico y la tenaz autonomía política que caracterizan su gestión ministerial colocan un signo de interrogación sobre cuál habrá de ser la posición de este sector, que sigue siendo el más influyente en el FA, respecto a las candidaturas presidenciales de la próxima elección. Su futuro político se vería todavía más complicado (radicalmente comprometido) si José Mujica optara por intentar ser reelecto.
Pero la principal amenaza potencial para su carrera no es ni el MPP ni Mujica. El pulgar que más cuenta, en su caso, es el del presidente Tabaré Vázquez. Una decisión presidencial podría dejarla, en apenas un segundo, fuera de la competencia, y sin ninguna posibilidad de seguir adelante. Cosse no tiene los recursos políticos que distinguen a Mujica, que logró ser proclamado candidato ala Presidencia por el FA en diciembre de 2008, a pesar de haber sido extirpado del gabinete de Vázquez a comienzos de ese mismo año. Sin un cargo público de relevancia no tendría ninguna chance de ser nominada. No puede darse el lujo de perder la confianza del presidente.
Carolina Cosse no la tiene fácil. Para abrirse camino hacia la nominación presidencial precisa aumentar su nivel de exposición. Para asegurar el apoyo de la opinión pública de izquierda (de votantes y militantes) tiene que confrontar con el astorismo (como viene haciendo). Pero, al hacerlo, al asumir posiciones discrepantes, toma el riesgo de molestar al presidente, de cuya autorización, en última instancia, su carrera depende.
