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16.06.16

¿Qué tipo de elecciones tendrá Nicaragua?

El domingo 6 de noviembre de este año habrá nuevamente elecciones. Desde 2011 hasta hoy, el gobierno y las autoridades electorales no han tomado una sola medida para despejar todo lo negativo que fue el proceso electoral anterior. La Nicaragua de Ortega se aleja definitivamente de los países con elecciones libres.
Por Leandro Querido

El calendario regional de elecciones presidenciales continúa el próximo 6 de noviembre en Nicaragua. Allí Daniel Ortega ya no es el combativo dirigente de izquierda de la década del 70 del siglo pasado, ese que supo terminar con la dictadura de Anastasio Somoza. En la actualidad se ha transformado en un político tradicional. Su única preocupación es la de mantenerse eternamente en el poder y, en este punto, coincide paradójicamente con el tirano que le dio la razón de ser.

Nicaragua ha sufrido una verdadera grieta que se manifestó en un conflicto armado en donde ambos bandos fueron financiados por otros países. En contexto de guerra fría Estados Unidos apoyó a Somoza y a los contras, mientras que la extinta URSS y Cuba lo hicieron con Ortega. Las víctimas se contaron por miles.

Toda experiencia colectiva traumática requiere una serie de sólidos consensos para superar definitivamente las heridas ocasionadas.

Entre el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y las distintas denominaciones que asumió el partido Liberal se pusieron de acuerdo en las reglas de juego electoral. En 1990 se realizó el proceso electivo con la presencia de observadores electorales internacionales que fue significativa, pero aún lo fue más porque en este marco la Organización de los Estados Americanos profesionalizó las Misiones de Observación Electoral, hasta esa elección meras delegaciones protocolares de políticos de la región.

Ortega dejaba su primer gobierno en el marco de elecciones libres. El triunfo fue de una ex aliada, Violeta Chamorro, la primera mujer presidenta elegida por el voto popular en América.

Este consenso, que implicó un núcleo de acuerdo sobre la competencia electoral en cuyo eje se encontraba la alternancia y la no reelección, se rompió porque una de las partes así decidió hacerlo.

Actualmente ya no hay en Nicaragua bipartidismo. Además del FSLN se encuentra un desprendimiento de él, el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS) que cuestiona la tendencia hegemónica y autoritaria que tomó con el liderazgo de Ortega el frente político original. En el espectro de centro, centro derecha, se encuentran el tradicional Partido Liberal Independiente fundado en 1944 y el partido Liberal Constitucional.

La estela del chavismo llegó con fuerza a Nicaragua y Ortega se subió a su la ola luego del triunfo en 2006 para desplegar un modelo político e institucional de acumulación tendiente a ahogar al resto de las fuerzas políticas. Le alcanzó con el 37% de los votos para imponerse ante un liberalismo dividido.

El avance del Poder Ejecutivo sobre otros poderes dio su resultado. La Constitución le impedía a Ortega reelegirse; sin embargo en 2009, en una sesión escandalosa, un fallo polémico de los jueces de la Corte Suprema habilitó al presidente a un nuevo mandato.

La reelección desde ese momento ya no sería privativa de la era Somoza. De este modo rompió las consensuadas reglas de juego el referente del FSLN.

Pero la cosa no terminó allí. Las elecciones se hicieron cada vez más opacas. Las denuncias de fraude proliferaron y las composiciones en la Asamblea se tornaban un espejo de esta situación. Con los dos tercios en favor del oficialismo el objetivo de la perpetuidad en el poder se tornó accesible. Al consagrarse en la normativa nicaragüense la reelección indefinida dejó de ser una pieza de colección en el museo de los totalitarismos. Con 64 votos a favor y 35 en contra se cumplió el deseo de Ortega.

La oposición se ha unido para enfrentar esta tendencia autoritaria. La Coalición Nacional por la Democracia aglutina al partido Liberal, al Liberal Constitucional, al MRS, Partido Nueva Alianza Cristiana y Resistencia Nicaragüense. Su candidato es Luis Callejas, quien fue uno de los cinco integrantes de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional que asumió el poder luego de la caída del clan Somoza. La Iglesia se ha mostrado preocupada por la situación política y sus obispos han reclamado, una y otra vez, sin suerte, condiciones de equidad para la competencia electoral. Todos los miércoles, desde hace largos meses, se realiza una masiva protesta multisectorial en la sede de la autoridad electoral. El Consejo Supremo Electoral es una de las instituciones con menor prestigio. Luego de las elecciones del 2011 ha quedado bajo la sospecha de cometer fraude. Ese domingo la oposición no pudo acreditar a sus interventores (fiscales partidarios) porque la autoridad cometió errores masivos y sugestivos en los datos de acreditación. Además, hubo inconvenientes para la aceptación de Observadores Electorales. En cuanto a la jornada electoral, se registró una cantidad llamativa de “actas preñadas”, es decir, con muchos más votos de los que contenía el padrón en las mesas de votación. Como si todo esto fuera poco el informe de la Organización de los Estados Americanos (OEA) fue lapidario y denunció que su trabajo fue obstaculizado por las autoridades electorales. 

El domingo 6 de noviembre de este año habrá nuevamente elecciones. Desde 2011 hasta hoy, el gobierno y las autoridades electorales no han tomado una sola medida para despejar todo lo negativo que fue el proceso electoral anterior. La Nicaragua de Ortega se aleja definitivamente de los países con elecciones libres. En el Índice Democracia se la clasifica como régimen híbrido y ocupa el puesto 92 sobre un total de 167. Si se confirman las sospechas podría caer aún más y ya no ser clasificado como híbrido sino como régimen autoritario a secas. En cuanto al Índice de Desarrollo Democrático de América latina que elabora la KAS, también queda en evidencia este retroceso. Nicaragua obtuvo en 2015 el 15º lugar del ranking latinoamericano, bajando tres escalones con respecto al del año anterior. Permanece por debajo del promedio de la región e integra el grupo de países con mínimo desarrollo democrático.

Pero no todas son sospechas, también hay hechos. La Corte intervino recientemente la directiva del PLI y la oposición reaccionó con el anuncio de su retiro de la contienda electoral. 

En definitiva en este contexto se desarrollarán las elecciones en el país centroamericano. La presión nacional e internacional será fundamental para determinar si este proceso electoral tiene alguna chance de superar la opacidad que propone un Ortega aferrado a la idea del poder eterno.