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05.09.16

Massa, Pichetto y Stolbizer, la oposición también mueve

(TN) El peronismo territorial, sindical y legislativo ha venido acelerando su proceso de «renovación», que significa en pocas palabras que deja apresuradamente en el olvido su pertenencia al kirchnerismo, en algunos casos muy fresca, y se muestra moderado y colaborativo, criticando los «cómo» y no tanto los objetivos normalizadores del gobierno.
Por Marcos Novaro

(TN) Frente a un gobierno que atraviesa su momento hasta aquí más difícil, con el bloqueo de la Corte a la suba del gas, la recesión y la demora de las inversiones privadas (que ahora tienen una nueva excusa: precisamente el retraso del proceso de normalización de tarifas), una parte de la oposición, la más dura, insiste con su apuesta por la resistencia. Hace más ruido que nunca, con marchas y declaraciones incendiarias.

Pero no es ella la que más preocupa al gobierno: mientras no cuente con la colaboración de los gremios más importantes, es decir de la CGT reunificada y de quienes controlanterritorio, intendentes y gobernadores peronistas, esa oposición dura podrá hacer ruido pero no aportará muchas nueces que digamos para alterar los equilibrios políticos existentes. Ni en términos de una amenaza a la gobernabilidad, ni de un serio condicionamiento al rumbo económico, ni mucho menos como factor electoral.

Supongamos, por caso, que Cristina y los suyos terminan presentando listas propias en Buenos Aires y otros distritos en las legislativas del año que viene. Será un dolor de cabeza antes para los peronistas “renovadores” que para el oficialismo, pues esas listas podrían quedarse con una parte aunque pequeña esencial de los votos que estos necesitan para vencer a Cambiemos.

Imaginemos ahora que del reciente éxito de la Marcha Federal resulta más o menos pronto un paro general de las dos CTA: será antes que un desafío para el gobierno, uno para la estrategia de la nueva CGT de mostrarse equidistante entre la protesta y la mesa de negociaciones.¿Dejarán entonces los tres jefes de la central y sus grandes gremios que aquellos les impongan su tono y estrategia? ¿Pablo Moyano podrá seguir mostrándose, como hacía su padre, como el más combativo de los dialoguistas subiéndose a todos los estrados, o tendrá que tomar distancia y desautorizar al tren fantasma K al que sin pensarlo mucho se subió el viernes pasado en Plaza de Mayo?

Así que por ese lado no hay tanto de qué preocuparse para el oficialismo. En cambio la oposición más blanda y colaborativa sí está volviéndose cada día que pasa un más grave dolor de cabeza para él. Porque eleva todo lo que puede el precio de su colaboración, y se hace fuerte en el argumento que más le rinde, “nosotros lo haríamos mejor”.

Ese peronismo territorial, sindical y legislativo ha venido acelerando su proceso de “renovación”, que significa en pocas palabras que deja apresuradamente en el olvido su pertenencia al kirchnerismo, en algunos casos muy fresca, y se muestra moderado y colaborativo, criticando los “cómo” y no tanto los objetivos normalizadores del gobierno. Recibe para ello la ayuda de una ex radical y desde siempre antikirchnerista como Margarita Stolbizer, que como se quedó sin votos culpa de Cambiemos no tiene problema en derramar generosamente su oleo santo de la honestidad sobre figuras que en algunos casos necesitan urgentemente una lavada de cara.

Es a esta oposición, no a la dura kirchnerista, a la que el macrismo deberá derrotar el año próximo. Pero es al mismo tiempo a la que necesita para aprobar sus proyectos de ley, hacer pasar sus aumentos de tarifas, y controlar también los gremios y la calle.

Cada vez que el oficialismo comparte con ella sus iniciativas de cambio, le permite hacerse de una cuota de la legitimidad que él ganó para encarnarlo. Esa oposición se vuelve, así, sin mayor esfuerzo, parte del país del futuro. Lo que le autoriza a decir, sin necesidad de demostrarlo, que de su mano el futuro sería aun mejor, porque ella “es socialmente más sensible”, tiene más y mejores relaciones con los actores productivos y manejaría con más conocimiento y precisión los misterios del aparato estatal.

Es en parte inevitable que esto suceda, porque el oficialismo no cuenta con mayorías legislativas ni va a tenerlas en lo inmediato, y está obligado a desarmar un sistema económico del que han vivido hasta agotarlo esos mismos actores cuya ayuda se necesita para recrear un nuevo orden mínimamente viable. Sufre así el karma de otros gobiernos no peronistas, que llegaron para desarmar sistemas que el peronismo disfrutó hasta el cansancio, cuando se había vuelto evidente ya que no podían seguir funcionando, aunque aquél seguía proclamándose defensor inclaudicable de sus beneficios.

Pero que sea inevitable no significa que Cambiemos tenga que hacérselo tan fácil. Que necesite de la colaboración de la oposición “blanda” no significa que deba abstenerse de recordarle que, si fuera por ella, por sus apuestas estratégicas y electorales, la oportunidad para el cambio que se ha abierto no hubiera existido. De otro modo el macrismo sacrificaría demasiado de su viabilidad electoral en aras de una gobernabilidad de la que, otra vez más, terminarían otros por sacar provecho.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)