Diálogo Latino Cubano

06.12.16

Fidel, un héroe que nadie quiere imitar

(Buenos Aires Herald) Lo novedoso de las condolencias y los mensajes de dolor de muchos líderes latinoamericanos es que están asociados con la contradicción que existe en llamar a Fidel Castro, líder, luchador, ejemplo e inspiración mientras, al mismo tiempo, no se lo menciona como una inspiración a imitar. En ese sentido, Fidel es un verdadero líder del pasado.
 

(Buenos Aires Herald) La muerte de Fidel Castro dio inicio a una ola de tributos al legado político de su extensa vida. Quienes lamentan su fallecimiento expresaron solidaridad, admiración y respeto por su legado, pero se abstuvieron de expresar el deseo de imitar el camino elegido por Fidel para llegar al poder o el modelo político económico que le ofreció a Cuba.

Fidel Castro es indiscutiblemente el líder político más importante del siglo XX en América Latina. La revolución cubana de 1958 redefinió las relaciones de Estados Unidos con la región. Una pequeña isla que había sido tratada por EEUU como su patio trasero se reveló contra la nación más poderosa del planeta. El idealismo de los revolucionarios capturó la imaginación de una generación de jóvenes líderes de Latinoamérica que aspiraban a brindar justicia social, dignidad y desarrollo, y reducir la pobreza en la región. En 1959 – y por buena parte de los 60 y 70, cuando varios países latinoamericanos eran gobernados por dictaduras de derecha – la Revolución Cubana se mantuvo en pie como un faro de esperanza para muchos que creían que el subdesarrollo en la región era por causa del imperialismo de EEUU y que el capitalismo debía ser reemplazado por el socialismo.

Al ponerse al lado de la Unión Soviética, Castro también desafió directamente a la Doctrina Monroe. Luego de más de un siglo de hegemonía política de Washington sobre la región, la Revolución Cubana daba un fuerte golpe a los Estados Unidos en un momento en que la Unión Soviética estaba bastante sola en aumentar su influencia en el mundo. Al forjar su alianza con los soviéticos, Cuba trajo la Guerra Fría a Latinoamérica. Muchas organizaciones guerrilleras formadas en diferentes países de Latinoamérica estaban directamente inspiradas por Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara.

EEUU reaccionó violentamente, ayudando a menoscabar las democracias que eran percibidas como poco amigables para EEUU. Washington prefirió apoyar a dictaduras amigables en la región en lugar de correr el riesgo de tolerar democracias no amigables y perder más países en manos de la ola revolucionaria iniciada por Castro.

Al redefinir las relaciones EEUU-Latinoamérica, Fidel consolidó su posición como líder regional. Durante la segunda mitad del siglo XX, fue el líder más importante y controvertido de la región. Si bien intentaron aparecer otros como alternativa, no duraron tanto como Fidel. El presidente costarricense Oscar Arias ganó el Premio Nobel de la Paz en 1987 por su esfuerzos de llevar paz a Centroamérica y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva intentó redefinir la izquierda cuando llegó al poder en Brasil en 2002. Pero nadie tuvo la influencia de Fidel. El único otro líder en la región que fue capaz de pararse hombre a hombre con Fidel, en términos de influencia y liderazgo, fue Hugo Chávez, el líder venezolano que murió en 2013. Al igual que Fidel, Chávez era un feroz anti norteamericano.

Nunca un demócrata

Es cierto que Fidel nunca fue un demócrata, pero considerando que la región estaba abrumadoramente gobernada por gobiernos autoritarios entre los 60 y los 80, Fidel mostraba resultados positivos en términos de acceso a la educación y la riqueza que servían como argumento a favor de su tipo de gobierno no democrático.

Pero cuando la democracia se volvió el único régimen en el continente a comienzos de los 90, Fidel se volvió un dolor de cabeza para los líderes latinoamericanos que promovían la democracia y aún así valoraban los esfuerzos de la revolución cubana para resistir y la postura firme contra el imperialismo estadounidense. Fidel se transformó en un tío muy querido a quien nadie quería tener cerca porque no encajaba en la nueva realidad.

Su muerte es un hito político. Incluso sus opositores han reconocido el rol de Castro en los eventos políticos que marcaron el siglo XX. No es de sorprender que los líderes que se sintieron inspirados por Castro hicieron pública su admiración por esta figura icónica. Al alabar su legado, algunos han decidido ignorar el hecho de que Fidel era un dictador. Al reconocer su contribución a la dignidad y la justicia social en Latinoamérica, han olvidado mencionar los derechos humanos que se violan en Cuba y que la revolución de 58 años de existencia jamás tuvo elecciones competitivas. Dado que esos líderes están homenajeando la memoria de Fidel, su decisión de dejar a un lado esos puntos malos evidentes de su legado puede comprenderse en el contexto (aunque el doble estándar de los líderes democráticos que prefieren ignorar algunas violaciones a los derechos humanos no debería justificarse nunca).

Lo novedoso de las condolencias y los mensajes de dolor de muchos líderes latinoamericanos es que están asociados con la contradicción que existe en llamar a Fidel Castro, líder, luchador, ejemplo e inspiración mientras, al mismo tiempo, no se lo menciona como una inspiración a imitar. Los líderes latinoamericanos están contentos de llamar a Fidel héroe y en erigir su figura – pero parecen poco interesados en seguir el camino que Fidel tomó para llegar al poder y ganar influencia en todo el mundo. En ese sentido, Fidel es un verdadero líder del pasado.

Su legado es innegable y su vida inspiró a muchas personas en el pasado, pero en lo obituarios que abundaron desde su muerte, la noción de Castro como modelo para el futuro e inspiración ha estado claramente ausente.

Este artículo fue originalmente publicado en inglés en el Buenos Aires Herald el 2 de diciembre de 2016.

Fuente: Buenos Aires Herald (Buenos Aires, Argentina)

Traducción de Hernán Alberro.