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16.12.16

Mi muñeca me habló

(El Líbero) De poco sirve reaccionar para hacer lo correcto cuando todos ya te han criticado por dejar pasar la oportunidad de actuar como un verdadero líder. Si bien el incidente en Asexma tiene muchas otras aristas, las implicaciones más inmediatas tienen que ver con la actitud que tomaron las autoridades de Gobierno y los candidatos presidenciales que posaron para la foto con la muñeca de la ignominia.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Ahora que los candidatos presidenciales que no fueron a la cena de Asexma están llevando agua a sus molinos a partir del escándalo generado por la reacción de las autoridades ante el singular regalo que recibieron por parte de la directiva gremial, resulta útil sacar lecciones sobre qué debieran hacer los aspirantes a Presidente cuando se enfrentan a situaciones incómodas y deben tomar decisiones que pudieran ofender a sus interlocutores.

Porque lo cortés no quita lo valiente, los candidatos presidenciales no debieran tener temor de defender sus principios con firmeza. De poco sirve reaccionar para hacer lo correcto cuando todos ya te han criticado por dejar pasar la oportunidad de actuar como un verdadero líder. Si bien el incidente en Asexma tiene muchas otras aristas —como entender a quién se le ocurrió esa inoportuna idea, dónde estaban los asesores de imagen o expertos comunicaciones y cuál fue el proceso que permitió que la idea se materializara—, las implicaciones más inmediatas tienen que ver con la actitud que tomaron las autoridades de Gobierno y los candidatos presidenciales que posaron para la foto con la muñeca de la ignominia.

Ya que una imagen dice más que mil palabras, es insuficiente que los que aparecen sonriendo en la foto simplemente hagan pública su molestia y rechazo por lo que ocurrió en la cena. Como la imagen que queda grabada en la memoria popular es la alegría con la que las autoridades y candidatos recibieron el insultante regalo, corresponde que los involucrados expliquen por qué no demostraron su rechazo a la broma de mal gusto en el momento en que ocurrió.

La explicación que intentaron algunos —que se vieron sorprendidos y no supieron cómo reaccionar— es insuficiente para eximirlos de culpa. El popular programa de TVN “¿Y tú qué harías?” ha mostrado que, enfrentados a una situación que pone a prueba sus valores y principios, muchos chilenos saben hacer lo correcto. En vez de dejarse llevar por la comodidad de hacerse los desentendidos ante situaciones de abuso y maltrato, esos chilenos han levantado su voz y defendido los principios de justicia, igualdad y respeto que nos debieran inspirar como país. En la cena de Asexma, las autoridades y los dos candidatos presidenciales invitados —el senador Alejandro Guillier y el ex ministro José Miguel Insulza— no fueron capaces de actuar con los altos estándares éticos que debiesen tener nuestros líderes. En vez de alzar su voz en ese momento y expresar su rechazo a la desatinada broma, los líderes prefirieron quedar bien con sus anfitriones y guardarse el descontento que, de acuerdo a sus propias declaraciones realizadas con posterioridad, supuestamente sintieron.

El comprensible rechazo ciudadano a la desafortunada ocurrencia de Asexma rápidamente llevó a que la oposición y los candidatos presidenciales que no estaban presentes aprovecharan de llevar, burdamente, agua a su molino. Resulta irónico que algunos de esos candidatos hayan rasgado vestiduras, siendo que ellos mismos han caído en echar bromas sexistas. El propio ex Presidente Piñera, que en el pasado repitió en más de una ocasión una desafortunada broma sobre la supuesta diferencia entre un político y una mujer, lideró un ataque que evidentemente estaba motivado más por las ganas de ampliar el daño que se autoinfligieron sus rivales que por una convicción de defender la dignidad de las mujeres. Nadie pide que los políticos sean perfectos o que no cometan errores. Todos debemos aprender a ser más respetuosos e inclusivos. Es más, Piñera mismo podría haber aprovechado la ocasión para pedir perdón por su reprobable comportamiento anterior y para subrayar la necesidad de ser intolerantes con la violencia de género y la objetivación de la mujer.

Pero como las consideraciones de corto plazo a menudo se imponen sobre las cuestiones de principios, la foto de Asexma se convirtió en una excusa para pegarles a los rivales más que en una oportunidad para marcar el punto de que la violencia de género y la reducción de la mujer a un objeto son inaceptables en nuestra sociedad.

Como la campaña presidencial recién está comenzando y el nerviosismo de los candidatos solo irá en aumento, el escándalo del regalo de Asexma puede servir de oportunidad para que los presidenciables aprendan una valiosa lección. Nunca es un mal momento para defender los valores que nos inspiran. A veces, aunque la defensa de los principios pueda resultar incómoda para la audiencia o los interlocutores, los líderes deben atreverse a tomar posiciones incómodas. Después de todo, tenemos mucha evidencia que muestra que la gente valora la honestidad, la franqueza y el valor de defender las cosas en las que uno cree. No basta con reírse para la foto y criticar después por Twitter. Hay que atreverse a alzar la voz y defender los valores aun cuando eso implique desagradar a potenciales bases de apoyo.

Fuente: El Líbero (Santigao, Chile)