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23.12.16

Más candidatos que votantes

(El Líbero) Precisamente porque no todo el que dice que es candidato tiene iguales opciones de llegar a la papeleta, resulta extraño que la prensa de a todos ellos igual trato. Así como la gente no atribuye el mismo valor a la noticia de un diario establecido que a la de un pasquín, los medios debieran ser cuidadosos en poner a candidatos presidenciales probables al mismo nivel que aventureros que andan buscando publicidad gratis para sus proyectos personales.
Por Patricio Navia

(El Líbero) La proliferación de candidatos de cara a las presidenciales de 2017 refleja tanto la debilidad de las coaliciones que han dominado la política chilena desde el retorno de la democracia, hasta la poca seriedad con la que la prensa ha tomado su obligación de distinguir entre candidatos con posibilidades de llegar a la papeleta en noviembre de 2017 y aventureros que buscan la publicidad gratuita que parece resultar de pararse en una esquina y declararse candidato a la Presidencia de la República.

Nadie duda que Chile está cambiando rápidamente. Pero mientras algunos auguran que el cambio significa el fin del modelo o la superación del capitalismo, otros entienden que, en las sociedades modernas, la única constante es el cambio permanente. Desde que Schumpeter acuñara —a partir de su interpretación de Karl Marx— el concepto de “destrucción creativa”, éste ha sido apropiado por el propio capitalismo para describir la capacidad creativa que resulta de los intentos de nuevos actores por destronar a los que dominan el mercado. Los medios online restan poder a los medios escritos, los teléfonos celulares remplazan a los de línea fija, una empresa telefónica le quita cuota de mercado a otra y las tarjetas bancarias a los cheques. De lo único que podemos estar seguros es de que, en cinco años más, algunas de las prácticas que hoy son comunes serán remplazadas por otras costumbres generadas por nuevos desarrollos tecnológicos de actores que buscan destronar a los que actualmente ejercen poder.

En política, esa destrucción creativa también se hace evidente en la configuración de las coaliciones que dominaron la arena electoral desde el retorno de la democracia. La adopción del voto voluntario y la inscripción automática, el cambio de sistema electoral y el creciente desinterés de los chilenos en participar en elecciones han debilitado la capacidad de las dos coaliciones tradicionales por mantener sus cuotas de mercado y seguir ejerciendo un duopolio sobre la representación política. Esa dinámica de cambio, exacerbada por la adopción de un sistema electoral más proporcional, ha ampliado el espectro de posibilidades a los partidos existentes y generado oportunidades —o al menos percepción de oportunidades— para más de una decena de agrupaciones que aspiran a convertirse en partidos.

Pero como ocurre en otros ámbitos de la economía, no todos los que aspiran a convertirse en actores políticos van a lograr ganar cuotas de mercado. Igual que las empresas startups, muchas nuevas agrupaciones políticas fracasarán en su intento. Ya sea porque no logren las firmas necesarias para constituirse en partidos, o porque sus líderes o la ideología política que defiendan no sean electoralmente atractivos, varias de esas aventuras terminarán en fracaso.

Algo similar ocurre con la carrera presidencial. En la página de Wikipedia sobre las presidenciales chilenas de 2017 —que, a falta de una institución formal que lleve la cuenta, es el mejor registro— hay 23 candidatos declarados. La mitad son independientes o buscan representar a partidos en formación.  Si esos partidos no juntan las firmas para inscribirse legalmente antes del 30 de abril próximo, esos candidatos necesitarán reunir cerca de 30 mil firmas (validadas ante notario) para poder estar en la papeleta en noviembre. Entre los candidatos que militan en partidos tradicionales, sus opciones dependen de que sus tiendas los nominen (y de que éstas, debido a los requisitos de la nueva ley electoral, también logren reunir antes del 30 de abril las firmas necesarias para reinscribirse a nivel nacional).

Huelga decir que es muy probable que varios de estos aspirantes se caigan en el camino, ya sea porque sus partidos no logren constituirse legalmente o porque ellos no sean nominados. Los independientes la tendrán difícil para conseguir las firmas, especialmente después de que dos notarios perdieron sus apetecidos cargos producto de la poca rigurosidad con que validaron firmas en la elección presidencial de 2013.

Precisamente porque no todo el que dice que es candidato tiene iguales opciones de llegar a la papeleta, resulta extraño que los medios de prensa den a todos ellos igual trato. Así como la gente no atribuye el mismo valor a una noticia que aparece en un medio establecido que a una de un pasquín de poca reputación, los medios debieran ser cuidadosos en poner a candidatos presidenciales probables al mismo nivel que aventureros que andan buscando publicidad gratis para sus proyectos personales.

En un país en que el interés en participar en elecciones va en descenso, es paradojal que la lista de aspirantes a la Presidencia de la República vaya creciendo semanalmente. En parte, ese aumento se debe a la creación destructiva del capitalismo, que también alcanza al mercado electoral. Pero en parte se debe también a que los medios, hasta ahora, han incumplido su obligación de verificar las posibilidades reales que tiene cada uno de los 23 ciudadanos que hoy se declara candidato presidencial.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)