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30.03.17

Turbulencia general

(7 Miradas) La falta de legitimidad en la opinión pública de los dirigentes sociales, sindicales o políticos que multiplican las protestas en la calle, no debe perder de vista la base de la convulsión: economía que no despega, inflación que no termina de ceder, dinero que no alcanza, expectativas que se desgatan y errores políticos que no contribuyen.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Casi todos los dirigentes políticos nacionales volvieron a perder imagen positiva en marzo, luego de la caída general que hubo en febrero. Incluida Vidal, hasta hace poco considerada la “intocable”, la “inmaculada”. Prueba de que mantenerse sin desgaste cuando el clima es adverso no es tan sencillo.

La mayoría social perdió la paciencia, y eso se refleja en su reacción hacia el conjunto de la dirigencia. Esto lleva a una segunda cuestión que no es novedosa: cuando al gobierno de turno le va mal, toda la clase política pierde peso específico, no solo el oficialismo. Esto se ha registrado en muchos momentos de la historia reciente. Los climas de opinión envuelven a todos.

Por eso, no es muy legítima la reflexión que reza “el gobierno está desgastado, pero no hay nadie en la oposición que canalice ese descontento”: 1) fuera de período de elecciones eso siempre es complejo, 2) aún en período de elecciones, debe tenerse mucho cuidado con ser instrumento de castigo, ya que no es lo mismo que consolidarse como una alternativa política, y 3) porque habitualmente sucede lo que se señalaba en el párrafo anterior: cuando hay mal clima, todos pierden.

Como señalamos en la columna “Marchas marchitas”, la falta de legitimidad en la opinión pública de los dirigentes sociales, sindicales o políticos que multiplican las protestas en la calle, no debe perder de vista la base de la convulsión: economía que no despega, inflación que no termina de ceder, dinero que no alcanza, expectativas que se desgatan y errores políticos que no contribuyen.

Esto significa: confrontar con Baradel y el kirchnerismo no está mal por el juego de las contrafiguras, pero a la larga la ciudadanía quiere ver el conflicto resuelto, como sea. Y si no se resuelve, el clima se espesa. Por eso es que si el gobierno no logra cambiar el clima (más a la corta que a la larga), verá que este desgaste (a diferencia del generado el año pasado con el error estratégico del aumento de la tarifa del gas), es más de orden estructural que coyuntural.

Por qué? Porque como apuntamos en la columna “Un golpe de efecto”, la ruptura del contrato simbólico genera un desgaste estructural más que coyuntural. Esto significa: algo que ya ha sedimentado y que no se diluye con un par de lluvias o vientos fuertes.

Pero como reza el refrán popular: si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas en remojo. Esto es lo que está sucediendo, como apuntamos al inicio de esta nota: todos están pagando los platos rotos de un mal clima de opinión pública.

Cuando esto es así, si se es oficialismo no queda mucho más que esperar a que el conglomerado se recupere. Por eso ahora Vidal debe remar junto con Macri, sin esperar una salvación individual en el corto plazo. Si se es oposición implica desarrollar una estrategia diferenciadora con sumo cuidado, haciendo un trabajo de microcirugía en el medio de la adversidad, para no cortar ningún nervio incorrectamente.

No es una época para operadores de motosierras.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)