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25.06.17

Elecciones 2017: completan el 2015 y anticipan el 2019

(TN) Hay incógnitas que tanto el oficialismo como el peronismo deben despejar: ¿la coalición macrista es capaz de expandirse territorialmente, puede volverse competitiva y hasta ganar en el interior profundo, en el norte y el sur, o seguirá siendo una coalición metropolitana con algunos agregados periféricos de excepción?, ¿qué peronistas nuevos pueden empezar a descollar, salir del reducto de la política distrital a que los condenó por más de una década un liderazgo nacional omnipresente, y ofrecer otra mirada sobre el futuro del país distinta a la que nos propone Macri?
Por Marcos Novaro

(TN) Los partidos y frentes terminaron de armar sus listas. Sin muchas sorpresas, por más que se esforzaron en mantener el suspenso hasta el final, y con ello la atención de los medios y el público.

El abuso del suspenso merece un comentario aparte. O mejor, dos comentarios. Primero, mantener la indefinición sobre las candidaturas, a veces demorando anuncios recontra cantados, obligados, es toda una señal de lo difícil que le resulta a algunos generar política, construir alianzas, proponer ideas nuevas, en suma, hacer algo a lo que en serio valga la pena prestarle atención.

Cristina Kirchner dio al respecto el más craso ejemplo (aunque hubo varios otros): no tiene nada nuevo que ofrecer desde hace tiempo, encima su base política se va desgranando día tras día, olvidado el FPV salvo en algunos distritos patagónicos, declinante su figura en todos lados salvo en algunas áreas del conurbano; pero todavía su nombre sirve para vender diarios, y lo sabe, así que promovió la incertidumbre todo lo que pudo, con lo que logró unas cuantas tapas y titulares llenos de emoción e intriga. A falta de algo mejor, circo.

Segundo, ¿no es curioso cómo los populistas radicalizados como Cristina, Donald Trump y compañía con su odio al periodismo y la prensa libre terminan promoviendo una sutil convergencia de intereses con ellos? Porque los medios, al hacerse eco de todas las ocurrencias de esas figuras y sus declaraciones siempre estentóreas logran aumentar sus ventas, con historias llenas de suspenso y emociones, de las que en parte se vuelven también protagonistas (algo que algunos periodistas adoran aun más que ser escuchados) y así ayudan a construir y sostener el rol estelar de los promotores del odio contra ellos.

"Vos abrí la grieta, que yo la editorializo y la vendo". Nada mal, teniendo ambas partes tan poco de real interés que ofrecer. Claro que los medios no tienen la culpa de que los comportamientos racionales y medidos no vendan entre nosotros tanto como el desborde teatral de la pasión y su gestualidad. Pero convengamos en que al menos podrían medirse un poco.

Volviendo a los frentes y las candidaturas, lo que más llama la atención del llamado a las urnas que el sábado a la noche quedó servido es que él será más decididamente que en otras ocasiones similares una "elección de medio término", una competencia "intermedia": porque por un lado terminará de dirimir la disputa que arrastramos desde 2015 entre kirchnerismo y macrismo, y por otro preparará el terreno para la siguiente presidencial, en que seguramente deberá medirse este último con un peronismo todavía informe pero para ese entonces ya más renovado, poskirchnerista.

En relación a lo primero, la escena actual nos revela el saldo acumulado de movimientos en cámara lenta iniciados dos años atrás, y unas pocas novedades: es el costado político electoral del gradualismo que todo lo domina, y que igual que en el terreno económico, desespera a los ansiosos del cambio.

Las pocas novedades quedaron a cargo de quienes fueron tercero y cuarto en 2015, Sergio Massa y Margarita Stolbizer, ahora unidos, en esencia para no caerse del mapa y seguir figurando en la Premier League, y porque saben que la disputa principal sigue siendo la de entonces, entre una nueva primera minoría que apenas si logra imponerse y en muchos territorios lleva las de perder, y un peronismo que se resiste a ceder más terreno pero carece de guía e ideas compartidas.

Si en alguna medida es cierto lo que dijo Daniel Scioli en noviembre de 2015, que el resultado que lo dejó fuera de juego fue "casi empate", y de hecho él no implicó una derrota para muchos peronismos distritales, que lograron que sus candidatos nacionales y locales se impusieran (recordemos que Mauricio Macri fue electo no sólo por la menor diferencia desde 1983, sino gracias al apoyo del menor número de distritos en toda la historia), lo que se viene puede considerarse la ocasión para evacuar las dudas, dejar en claro qué pasó, qué significó: un vuelco de la sociedad a favor del cambio, que aunque lento avanza, como quieren los oficialistas, o un accidente infausto, fruto de errores y manipulaciones a corregir (el desgaste de 12 años de gobierno, la presión mediática, etc.), como viene sosteniendo el kirchnerismo.

Este será el sentido de la competencia bonaerense, principalmente, y también el de la sumatoria nacional de los porcentajes de ambos bandos, oficialismo y oposición, por más desacuerdos y tensiones que dividan al campo peronista hoy. Si el Gobierno avanza a nivel general y sobre todo si gana en la Provincia pasarán al olvido el "casi empate" y la "mentira electoral de 2015", si no lo logra esas tesis se fortalecerán.

Pero por otro lado en cada uno de los demás distritos, con particular intensidad allí donde se asientan líderes peronistas que aspiran a de ser también ellos expresión del cambio que la Nación necesita, se dirimirá otra disputa, una que será a la vez específica de cada lugar, y de significación nacional, porque anticipará el 2019 más probable.

Para el cual hay incógnitas que tanto el oficialismo como el peronismo deben despejar: ¿la coalición macrista es capaz de expandirse territorialmente, puede volverse competitiva y hasta ganar en el interior profundo, en el norte y el sur, o seguirá siendo una coalición metropolitana con algunos agregados periféricos de excepción?, ¿qué peronistas "nuevos" pueden empezar a descollar, salir del reducto de la política distrital a que los condenó por más de una década un liderazgo nacional omnipresente, y ofrecer otra mirada sobre el futuro del país distinta a la que nos propone Macri? De cómo lidie cada uno con el interrogante que le toca dependerá el color con que se pinte el país político de los próximos años, y no sólo los próximos dos.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)